Un desafiante Jair Bolsonaro sostuvo el martes que los cuestionamientos a la política ambiental de Brasil, en particular sobre la Amazonia, constituyen una interferencia inaceptable en los asuntos internos de su país “disfrazada de buenas intenciones”.
Los ataques sensacionalistas de la prensa internacional debido a los focos de incendios en la Amazonia despertaron nuestro sentimiento patriótico”, declaró el presidente brasileño al inaugurar la Asamblea General de las Naciones Unidas.
Es una falacia afirmar que la Amazonia es patrimonio de la humanidad y un error, como aseguran los científicos, decir que nuestros bosques son el pulmón del mundo”, agregó el mandatario aludiendo a comentarios del presidente francés Emmanuel Macron.
Sostuvo que “apelando a esas falacias, en vez de ayudar, otro país se comportó en forma irrespetuosa, con espíritu colonialista. Cuestionaron lo que es más sagrado para nosotros: nuestra soberanía”.
Bolsonaro insistió en que “cualquier iniciativa de apoyo a la preservación de la selva debe ser tratada respetando plenamente la soberanía brasileña”.
Aseguró que su Gobierno «está solemnemente comprometido con la preservación del medio ambiente y el desarrollo sostenible».
Prueba de ello, enfatizó, es que la Amazonía brasileña, con una extensión similar a la de Europa Occidental, sigue «virtualmente virgen».
Así, atribuyó los recientes incendios, que han consumido millones de hectáreas de la Amazonia, a «un clima seco y vientos favorecidos por incendios tanto espontáneos como provocados», al tiempo que ha recordado que «las poblaciones indígenas y locales también usan el fuego como parte de su cultura».
Bolsonaro redujo el presupuesto destinado a la preservación del medio ambiente, lo que conspiró contra los esfuerzos por contener los feroces incendios que están destruyendo grandes extensiones de la selva amazónica, el bosque tropical más grande del mundo y vital para el equilibrio climático del planeta.
Ello le valió fuertes críticas internacionales, lo mismo que su defensa de las dictaduras militares de derecha, que hizo que la expresidenta de Chile Michelle Bachelet, actualmente Alta Comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, dijese que le “da pena por Brasil”.
Ecxelsior