CIUDAD DE MÉXICO, 2 de mayo.- Hace 150 años, en la madrugada del 5 de mayo de 1862, el general Ignacio Zaragoza supo que el ataque del ejército francés era eminente. Zaragoza se había apostado dos días antes en el cerro de Acueyametepec, en los fuertes de Guadalupe y Loreto, a las afueras de la ciudad de Puebla. Su intención era atacar al ejército francés el 6 de mayo pero la distancia que le separaba de los galos le obligó a prepararse para el ataque.
A las cuatro de la madrugada Zaragoza levantó a sus tropas –algunos llevaban días sin descansar alistando la fortificación que su general les había ordenado construir– y les arengó un discurso sobre el valor de la patria. Cauto y perspicaz esperó el momento del combate.
A las once de la mañana los franceses estaban a sólo cinco kilómetros de él. Dos horas más tarde comenzó una cruenta batalla que se prolongó hasta las 5:49 de la tarde cuando el general mexicano gritó al fin: “Las armas del Supremo Gobierno se han cubierto de gloria”. La batalla estaba ganada.
Paso a paso, hora por hora, recabando información de aquí y allá, el escritor Víctor Hugo Flores Solís (Ciudad de México, 1966) ha recreado de manera digital la historia de aquella tarde. El autor consultó más de veinte fuentes documentales: partes de guerra, testimonios, biografías, memorias tanto de los combatientes franceses como mexicanos, mapas; visitó la zona de batalla e hizo una interpretación de las tácticas militares utilizadas por un bando y otro.
Su intención primera, cuenta, era desentrañar cómo se ganó la batalla, después destruir los mitos que hay en torno a ella y contribuir a quitar “el ánimo detractor sobre esta batalla”, así como evitar el amarillismo histórico. Con la información recabada logró crear la primera animación digital de la Batalla del 5 de Mayo y explicar de manera detallada cómo las tropas de Ignacio Zaragoza se impusieron al ejército francés de Charles Ferdinand Latrille, Conde de Lorencez.
“Existen transcripciones de los partes de guerra, de generales mexicanos que combatieron como Zaragoza, Felipe Berriozábal, Porfirio Díaz, Tomás Segura, Miguel Negrete, hay testimonios de los franceses que vieron desde su perspectiva lo que pasó, están las memorias del coronel Georges Bibesco, las memorias del primer Congreso del Centenario de la Batalla de Puebla de 1962, información que tiene la Sedena”, dice.
Venciendo mitos
Flores se dio cuenta que existía una narración fragmentada de la batalla. Tomando datos de un testigo y otro comenzó a armar la historia. Visualizó geográficamente la escena y pudo comenzar a romper mitos. Uno de ellos dice que los franceses fueron derrotados debido a la lluvia que se desató a las tres de la tarde en pleno combate. “Se dice que la subida hizo muy difícil la tarea de los franceses que iban con uniforme y botas, pero subir es tan duro como bajar
–muchos mexicanos iban con huaraches o descalzos– pues es una loma muy empinada”, explica.
También afirma que el papel de los famosos zacapoaxtlas armados con machete fue menor al de otros combatientes. “En los informes se ve que fueron realmente 26 zacapoaxtlas y hay otro municipio que se llama Tetela de Ocampo (en el corazón de la Sierra Norte de Puebla) de donde salieron 116 pobladores que acaban enfrentándose en esa batalla de los machetes.”
Victoria no fue cosa de suerte
Desde el 27 de abril de 1862 Zaragoza y su ejercitó avanzan de las Cumbres de Acultzingo, Veracruz hacia Puebla a donde llega el 3 de mayo. “Llegando en la noche Zaragoza manda a picar piedra para subirla al cerro y empezar a levantar la fortificación, el 4 de mayo vigila a los franceses y aún están trabajando sin descanso, son soldados que no han comido, que no han descansado y han trabajado como locos”, dice Flores.
Según la reconstrucción de la batalla, señala el escritor, “la suerte no tiene que ver para nada. Zaragoza tiene capacidad para visualizar la batalla y después para manejarla”. Un día antes del combate llegan noticias de que tropas mexicanas que apoyan a los franceses se acercan, el general decide enviar dos mil de sus casi seis mil 600 hombres a hacerles frente en Atlixco “para que no lleguen a Puebla y lo impiden”.
“Zaragoza quiere atacar a Lorencez el día seis y pide hombres a la capital, le responden que salen dos mil hombres, pero vienen a pie, tardaran tres días y no llegan sino hasta el 7 de mayo”. Tras levantar a sus tropas a las cuatro de la mañana, “coloca a los generales en la salida de Puebla y en el cerro, y una reserva hacia Puebla, tiene unos cuatro mil 600 hombres, casi lo mismo que los que tiene Lorencez.”
El primer ataque se da a las 12 del día, durante una hora y cuarto la artillería francesa intenta dañar el Fuerte de Guadalupe. El lugar será clave para ganar la batalla: es elevado y desde ahí se domina la vista tanto de la ciudad de Puebla como del descampado. “Zaragoza se da cuenta que no van a atacar Puebla sino el cerro. Tras el primer bombardeo de más de una hora, Lorencez valora y ve que no pasa nada, suspende, acerca más los cañones y de nuevo bombardea, algunos partes dicen que los cañones estaban a dos kilómetros pero no es posible pues logran hacer mella en el fuerte”.
A las 13:45 viene un primer ataque francés en el cerro, México responde. Serán tres ataques franceses y tres contraataques mexicanos. En las afueras de la ciudad, Porfirio Díaz y otras tropas aguardan. En el barrio de Xonaca, Lamadrid protagoniza una lucha a bayoneta calada. En el fuerte, los mexicanos impiden tres veces que se coloque la bandera francesa y repelen el intento por dinamitar la entrada.
La lluvia comienza a las tres de la tarde, con el tercer contraataque mexicano “Zaragoza se da cuenta que los franceses empiezan a flaquear, para esa hora es una pesadilla, está plagado de muertos, Díaz tiene caballería pero da órdenes de no atacar. Los franceses comienzan a tirar los fusiles, porque son pesados, les estorban para salvar la vida, cuando lo ve Zaragoza pide a una parte de su caballería que ataque”.
Por el lado de la ciudad de Puebla, Díaz también recibe la orden de atacar, los franceses comienzan la retirada por la falda del cerro “porque si se van a campo abierto hubiera sido una cacería con la caballería. Díaz los encuentra y abre fuego contra los que vienen bajando y consigue romper el frente francés, se arrojó con los lanceros, Lorencez manda su último recurso para contener la retirada, son las 5: 49 de la tarde”.
Zaragoza los ve huir y declara el triunfo. “Se rompe el frente de combate y aquello se vuelve una cacería, la caballería mexicana matando a los que huyen, todavía se quieren defender y hasta las 7:40 de la noche los franceses aún tratan de defenderse”. Los franceses dejarán a sus heridos en la ambulancia. “Lorencez ve la catástrofe y se va llorando, se va avergonzado, es el hombre que había dicho que tenía superioridad de raza sobre México.”
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