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Opinión

La caída. Por Raúl Saucedo

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De edad y cosas peores

Las alertas se han encendido en el Partido Demócrata después del errático rendimiento del presidente de Estados Unidos, Joe Biden, durante su primer debate con su rival republicano Donald Trump. La participación de Biden en el debate ha provocado que este tenga agendadas familiarespara definir su futuro como candidato.

Tras la conclusión del debate, numerosos asesores electorales, así como legisladores del Partido Demócrata (todos bajo condición de anonimato), expresaron su preocupación con la falta de claridad de ideas del mandatario y la manera en la que Donald Trump explotó en su beneficio las constantes dudas sobre la capacidad de mando del presidente.

A tal punto llegó la situación después del debate que demócratas, lanzaron nombres concretos para sustituir a Biden en caso de emergencia, como los del progresista representante saliente por Nueva York, Jamaal Bowman, la gobernadora demócrata por Michigan, Gretchen Whitmer, o el gobernador de California, Gavin Newsom y la vicepresidenta Kamala Harris.

Joe Biden es prácticamente invulnerable salvo que se den un par de circunstancias excepcionales:

La primera circunstancia excepcional es que Biden anuncie su retirada de la carrera electoral y, con ella, la anulación del proceso entero de primarias. Biden ha conseguido durante estos últimos meses unos 3 mil 900 delegados, de sobra para garantizar la nominación al final.

Si esto llegara a ocurrir, la convención entraría en un modo de emergencia, con la convocatoria inmediata del pleno del Comité Nacional del Partido Demócrata, unos 500 miembros asignados para decidir un nuevo proceso de candidaturas.

Para que ocurriera este escenario, sin embargo, Bidendebería anunciar públicamente que se marcha y, como mínimo, para entonces el candidato saliente, ejercería una influencia extraordinaria en el proceso para elegir al nuevo candidato, teniendo en cuenta además que el actual presidente del Comité Nacional, Jaime Harrison, es un devoto aliado.

La otra posibilidad es que una mayoría de delegados retire a Biden su respaldo, en la apertura de un procedimiento marcado por la incertidumbre total, porque las reglas a este respecto solo se aplican en caso de que el candidato muera, dimita o quede incapacitado. Nada contempla un rechazo generalizado contra un candidato a la nominación y menos del calibre de Biden. En este caso, el proceso sería parecido al de la retirada voluntaria, pero en un escenario todavía más caótico en el que los superdelegados gozarían de más importancia, sobre todo teniendo en cuenta que solo están capacitados para votar.

Todo ello ocurre además a contrarreloj. La convención comienza el 19 de agosto, días después de que algunos estados del país den por cerrado el plazo de candidaturas a las presidenciales.

Por mucho que la política estadounidense se haya polarizado durante estos últimos cuatro años, la ausencia de un candidato presidencial es un fenómeno absolutamente impensable que además no beneficia en nada a alguno de los dos partidos, pero en esta situación representa un factor que podría desencadenar ciertas alteraciones en el calendario demócrata de nominaciones y obligar al partido a ratificar a Biden como su candidato.

Mientras los analistas políticos están a la expectativa del desenlace demócrata, en México se siguen nombrando las titularidades que abran de asumir las responsabilidades de trabajar con el crisol mexicano y los ecos de la democracia norteamericana.

Todo esto sucede mientras un café y el pasto verde de la cancha central de Wimbledon en TV me hace reflexionarsobre los ochenteros presidenciales, los presidenciales de los 80`s. de la edad y cosas peores…


@Raul_Saucedo

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Opinión

Duarte: de los bares de Chihuahua al Altiplano. Por Karen Torres

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En México y en la política, lo que parece pasado, siempre regresa para explicar el presente. Hay nombres que regresan una y otra vez como si fueran espectros empeñados en recordarnos las fracturas del sistema. Uno de ellos es César Horacio Duarte Jáquez, exgobernador de Chihuahua (2010-2016), figura central de uno de los expedientes de corrupción más voluminosos en la historia reciente del país.

Karen Torres A.

Y ahora, tras años de idas y venidas judiciales, vuelve a los titulares: la Fiscalía General de la República ordenó su recaptura y lo trasladó al penal de máxima seguridad del Altiplano.

Este episodio no ocurre en el vacío. Es parte de una historia que lleva casi una década escribiéndose entre detenciones, extradiciones, procesos fragmentados y una libertad condicional que muchos chihuahuenses vieron como una burla abierta.

Pero también es un movimiento político que envía un mensaje contundente: la nueva administración federal quiere que se entienda que, al menos en la Fiscalía, el viejo pacto de impunidad ya no opera “para algunos”. Y Duarte es la vívida señal, ojalá esto no se trate únicamente de justicia selectiva.

Duarte huyó de México en 2017, cuando la entonces Fiscalía de Chihuahua, bajo el gobierno de Javier Corral, integró al menos 21 órdenes de aprehensión en su contra. Los cargos eran amplios y concretos:

  • Peculado agravado por más de 1,200 millones de pesos,
  • Desvío de recursos públicos hacia campañas priistas,
  • Enriquecimiento ilícito,
  • Uso indebido de atribuciones y facultades
  • Y una red de empresas fantasma operadas desde su círculo íntimo.

Fue detenido en Miami el 8 de julio de 2020 en Estados Unidos. Ahí pasó 2 años mientras se resolvía un proceso de extradición. Finalmente, en junio de 2022, el gobierno estadounidense lo entregó a México bajo cargos de peculado agravado y asociación delictuosa.

Su llegada al país fue presentada por la Fiscalía como un triunfo institucional. Pero para Chihuahua comenzaba un capítulo distinto: la prisión preventiva en el Cereso de Aquiles Serdán, donde Duarte permaneció alrededor de 2 años más, entre audiencias diferidas, cambios de jueces y tácticas legales el caso se fue transformando en un rompecabezas jurídico que pocos lograron seguir con claridad.

Llegó la cuestionada libertad condicional de 2024: 

En agosto de 2024, en una audiencia sorpresiva, Duarte obtuvo libertad condicional bajo el argumento de que llevaba tiempo suficiente privado de la libertad y que su conducta había sido “adecuada”, sin haber recibido sentencia alguna.

La imagen era insólita: un político acusado de desviar más de mil millones de pesos, señalado de haber quebrado fondos públicos y endeudado al estado por generaciones…

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