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Opinión

La conexión con los ciudadanos es el propósito del trabajo público: Reyes Baeza

La tecnología sitúa ahora al ciudadano que tiene acceso a ella como receptor y generador de información, como agente capaz de expresar y reproducir sus opiniones que retroalimentan el actuar del Estado. Los nuevos ciudadanos luchan, en el día a día, por ganar un espacio de participación. En un contexto así, la comunicación cambia su orientación para adoptar un sentido de horizontalidad que encuentra un buen ejemplo en el uso del internet y de las redes sociales.

José Reyes Baeza Terrazas – Director General del ISSSTE

Según el Instituto Nacional de Estadística y Geografía, INEGI, hasta el segundo trimestre del año pasado, el 57.4 por ciento de la población de 6 años y más se declaraba usuaria del internet;  de ella, el 70.5 por ciento tenía 35 años o menos de edad, lo que indica que, de la población mexicana entre 6 y 35 años, el 40.5 por ciento navega cotidianamente por la red. Con estas cifras en perspectiva, podemos decir que la navegación de los mexicanos por las redes es un hecho innegable y que la conversación directa está marcando la comunicación de hoy.

Para el servidor público, esta situación se convierte en una responsabilidad pero, lo que es mejor, representa la oportunidad para establecer y ampliar nuevas conexiones: una comunicación atenta, estrecha, rápida –que no apresurada- que abona a la democratización de la Administración Pública, o al ejercicio de hacer público lo público.

La red nos abre espacios para comunicar el quehacer gubernamental, partiendo del principio de la rendición de cuentas; los servidores públicos habrán de ser personas cercanas a la gente con rostro, voz y nombres propios que encuentran ante sí nuevas habilidades para desarrollar, relativas a la inmediatez, la versatilidad y la potencia de la interlocución en redes que en otro momento pudo ser vista como innecesaria.

El discurso de antaño se renueva para escuchar un discurso de apertura o cercanía: -Yo entro a tu casa, tú entras a mi escritorio y juntos tomamos decisiones. – La conexión con los ciudadanos es el propósito del trabajo público. El derechohabiente ya no es una persona estática frente a la institución, sino que entra y sale de ella por el internet. Se reduce, por consiguiente, la brecha entre lo público y lo privado.

La conectividad nos brinda la posibilidad de conocer a nuestra audiencia, si es mujer u hombre, a qué hora se conecta, entre qué edad oscila y cuáles son sus gustos y preferencias; este acercamiento nos permite preparar y dirigir, con mayor precisión, el contenido y el lenguaje de nuestros mensajes, pero además el gobierno tiene mayores herramientas para realizar mejor su trabajo, teniendo en cuenta que el ciudadano es el centro del éxito en la implementación de toda política pública.

Entendiendo que la redes sociales constituyen nuevas y poderosas rutas de expresión y comunicación insoslayables, con todo lo que implica ello de peligroso cuando no se asume tal derecho con sus debidas responsabilidades, en el ISSSTE hemos buscado adaptarnos a los tiempos. Nuestra comunicación ahora contempla brindar atención a cada una de las solicitudes, quejas, dudas y comentarios de la comunidad cibernética del instituto, generando un folio para dar seguimiento a todos los casos; capacitamos a los trabajadores de las áreas de atención al público y presentamos información puntual, precisa, útil, de interés para los ciudadanos, respecto a sus prestaciones y beneficios. Recordando al inolvidable Umberto Eco cuando reconoció en estos nuevos puentes de comunicación extraordinarios y a la vez paradójicos hallazgos del desarrollo tecnológico, es indudable que la ruta está trazada y transitamos juntos por estas nuevas conexiones o formas de relacionarnos.

Facebook: @josereyesbaeza

Twitter: @ReyesBaeza

Página de internet: reyesbaeza.com

Opinión

La universidad. Por Raúl Saucedo

LA DEFENSA DEL CONOCIMIENTO

La reciente controversia en torno a la Universidad de Harvard y los recortes de fondos federales durante la actual administración Trump resalta un tema crucial: el papel de las instituciones académicas como baluartes del conocimiento y su resistencia frente a políticas gubernamentales adversas. La decisión de dicha administración de retener fondos, aparentemente motivada por sesgos políticos, no solo afectó la capacidad de Harvard para llevar a cabo investigaciones críticas, sino que también representó un ataque directo a la autonomía académica.

Las universidades, en su esencia, son centros de pensamiento crítico, investigación y debate. Son espacios donde las ideas se confrontan, se cuestionan y se refinan. La diversidad de perspectivas que albergan es fundamental para el progreso social y científico. Cuando un gobierno intenta silenciar estas voces, socava los cimientos de la democracia.

El caso de Harvard no es aislado. A lo largo de la historia, las universidades han desempeñado un papel vital en la resistencia contra la opresión y la injusticia. Desde las universidades europeas que desafiaron el poder de la Iglesia en la Edad Media, hasta las instituciones estadounidenses que impulsaron el movimiento por los derechos civiles en el siglo pasado, la academia ha sido un faro de esperanza y un motor de cambio.

La autonomía universitaria es un principio fundamental que protege la libertad de investigación y expresión. Permite a los académicos explorar temas controvertidos y desafiar el statu quo sin temor a represalias. Cuando esta autonomía se ve amenazada, la sociedad en su conjunto resulta perjudicada.

Las universidades son también cruciales para la formación de líderes informados y ciudadanos comprometidos. En un mundo cada vez más complejo, necesitamos personas capaces de analizar críticamente la información, evaluar políticas públicas y participar activamente en el debate democrático. Las universidades proporcionan el entorno intelectual necesario para cultivar estas habilidades.

En el contexto actual, donde la desinformación y la polarización amenazan la cohesión social, las universidades tienen una responsabilidad aún mayor: defender la verdad y promover el diálogo constructivo. Deben ser espacios donde se fomente el respeto por la evidencia y la razón, y donde se pueda debatir libremente sobre los desafíos que enfrenta la sociedad.

La resistencia de Harvard y otras universidades frente a los recortes y la interferencia política es un recordatorio de que la academia no es simplemente un apéndice del gobierno, sino un actor independiente con un papel vital en la defensa de la democracia. Las universidades deben seguir siendo espacios donde la búsqueda de la verdad y la defensa de la justicia sean valores fundamentales.

Mientras algunas universidades resisten los embates de los enemigos de la democracia, este humilde columnista celebra con introspección su nuevo grado de Máster por parte de su alma mater, la UACH, donde el conocimiento y la resistencia también son trincheras, tanto en sus aulas como en sus egresados.

@RaulSaucedo_

rsaucedo@uach.mx

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