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«La gemela perdida de Dua Lipa»; Alejandra Silva originaria de Nuevo León causa sensación en redes

Una chica de Nuevo León se volvió viral en redes sociales y saltó rápidamente a la fama luego que usuarios señalaran su parecido con la cantante Dua Lipa, por lo que muchos han acudido a su cuenta de Instagram para comparar su físico con el de la artista británica.

Se trata de la mexicana Alejandra Silva Cano, quien es originaria de Nuevo León, y quien se ha ganado el apodo de “la gemela perdida de Dua Lipa”, pues no han sido pocos quienes se percataron de su parecido luego de verla conduciendo en un programa local en el municipio de Cadereyta.

De hecho, los primeros reportes indican que Alejandra Silva se dedica a modelar y también se encuentra dando sus primeros pasos como influencer por lo que sus seguidores siguen aumentando en sus redes sociales.

Asimismo, entre piropos y comparaciones con la intérprete de “New rules”, la chica se va abriendo camino, lo que le ha permitido recibir mensajes donde le piden colaboraciones.

Aunado a ello, han sido varias las imágenes que la “gemela” de Dua Lipa de Nuevo León comparte con uniforme de color rojo y amarillo, el cual es distintivo de una famosa cadena de tiendas de conveniencia, sin embargo, ella jamás ha confirmado o negado que sea trabajadora de dicho negocio.

Mientras algunos le preguntan en qué sucursal trabaja para irla a buscar, o bromean diciendo que si ella está no les importa que la segunda caja no esté abierta, Alejandra Silva Cano guarda silencio y sigue compartiendo fotos.

Este no sería el primer uniforme que usa, pues también tiene una foto con el uniforme de una cadena de cines y de un restaurante de pollo.

Finalmente, Alejandra Silva Cano comenzó a publicar en Instagram en el año 2018, y hasta la fecha acumula más de 58 mil likes.

Fuente: reporteindigo.com

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Desaparece en Disneyland y aparece días después en un bote de basura en Mexicali: el misterioso caso de Annie Encino

Una adolescente estadounidense de 16 años fue localizada con vida dentro de un contenedor de basura en Mexicali, Baja California, días después de haber desaparecido en el parque Disney California Adventure, en Anaheim. El caso ha despertado preocupación e interrogantes en ambos lados de la frontera, especialmente por el silencio mediático en México y las lagunas que aún rodean su cruce hacia territorio nacional.

Annie Kathleen Encino desapareció el pasado 20 de abril tras una discusión con su familia dentro del parque temático. Fue vista por última vez alejándose sola, lo que activó una Alerta Amber en Estados Unidos. Sin embargo, esa alerta nunca cruzó a territorio mexicano, dejando a la opinión pública del país sin conocimiento de su desaparición… hasta que la historia dio un giro tan insólito como alarmante.

Días después, una llamada anónima al 911 alertó a la policía municipal de Mexicali sobre la presencia de una menor dentro de un bote de basura. Al llegar al sitio, los oficiales encontraron a la joven en condiciones que no han sido detalladas, pero confirmaron su identidad. El consulado de Estados Unidos fue notificado de inmediato y su madre viajó a la ciudad fronteriza para identificarla y llevarla de regreso.

Hasta ahora, las autoridades mexicanas no han informado cómo fue que Annie cruzó la frontera sin documentos, sin acompañantes y sin ser detectada. Tampoco han revelado si fue víctima de trata, secuestro, abuso o si viajó voluntariamente con ayuda de terceros. La Fiscalía de Baja California mantiene abierta una investigación para esclarecer los hechos.

Lo que sí queda claro es que algo falló en los mecanismos de cooperación fronteriza. Ni la alerta internacional funcionó, ni hubo un protocolo binacional que permitiera actuar a tiempo. La aparición de una menor estadounidense en un contenedor de basura, en una ciudad donde los casos de desapariciones no son novedad, pone una vez más bajo la lupa la crisis de seguridad y el flujo irregular entre ambos países.

Mientras se esperan más detalles oficiales, el caso de Annie Encino evidencia que incluso en un entorno supuestamente seguro como Disneyland, la vulnerabilidad de los menores puede terminar en una historia digna de una serie policiaca.

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