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Opinión

La gran nación. Por Raúl Saucedo

La esencia de lo que somos

En dias pasados tuve la oportunidad de ser anfitrión en Chihuahua de un grupo de amigos procedentes de diferentes partes del país, mismos que en su mayoría visitaban el estado grande por primera vez, el ser guía de turistas en esta ocasión en mi tierra lejos de Chapultepec y reforma fue gratificante, pero a la vez provocador al recordar los lugares históricos y emblemáticos.

En más de una ocasión entre pláticas y señalamientos a través de la ventana del carro me pregunte una vez mas ¿quées Chihuahua?

Chihuahua, el estado más grande de México en términos de extensión territorial, es un lugar de contrastes sorprendentes. Desde sus majestuosos paisajes montañosos hasta sus ciudades en constante desarrollo, Chihuahua es un microcosmos de la diversidad y los desafíos que caracterizan a la sociedad mexicana.

La historia política de Chihuahua es rica y variada. Desde la época de la independencia de México, el estado ha desempeñado un papel crucial en la configuración del país. Durante la Revolución Mexicana, Chihuahua fue escenario de importantes acontecimientos históricos y fue el lugar de nacimiento de líderes revolucionarios como Francisco Villa.(Porque Doroteo Arango nació en Durango)

La política de Chihuahua ha estado marcada por un fuerte espíritu de independencia y autonomía. A lo largo de los años, el estado ha tenido gobiernos de diferentes afiliaciones políticas, lo que refleja la pluralidad y diversidad de opiniones políticas en la región.

Chihuahua es un estado con una economía diversificada que abarca desde la agricultura y la ganadería hasta la industria manufacturera y la minería. La maquiladora, o la manufactura de productos destinados a la exportación, ha sido un motor económico importante para la región. Además, la minería, en particular la extracción de metales como el cobre y el plomo ha desempeñado un papel esencial en la economía del estado.

Chihuahua tiene una gran riqueza en términos de recursos naturales, una ubicación estratégica en la frontera con los Estados Unidos y una población diversa y emprendedora. Para aprovechar al máximo su potencial, Chihuahua debe seguir trabajando en la promoción de una economía diversificada, el acceso a la educación y la atención médica, y la mejora de la seguridad y la justicia. Además, el estado debe continuar fomentando la participación ciudadana y la transparencia en la gestión gubernamental.

Chihuahua es un estado de grandes desafíos y oportunidades. Su historia política rica y variada, su economía diversificada, su compromiso con la democracia y la justicia lo convierten en un lugar de importancia en la vida política de México. Con un enfoque en la resolución de problemas y la colaboración, Chihuahua puede mirar hacia un futuro más próspero y equitativo, donde los ciudadanos sean los protagonistas.

Todo esto es Chihuahua plasmado en informes, documentos y presentaciones en salas de juntas, pero sin lugar a dudaChihuahua para mi es el lugar donde el abrazo a mi madre cada vez es más reconfortante, donde el café se disfruta en sus frescas mañanas, donde siempre hay un amigo con quien tomar una Carta Blanca y prender el carbón, donde espera el encuentro con su belleza y las memorias.

Chihuahua es aquel lugar que llevo en mis entrañas y en donde de ves en cuando me libero o simplemente hago catarsis.

Opinión

La semilla. Por Raúl Saucedo

Libertad Dogmática

El 4 de diciembre de 1860 marcó un hito en la historia de México, un parteaguas en la relación entre el Estado Mexicano y la Iglesia. En medio de la de la “Guerra de Reforma», el gobierno liberal de Benito Juárez, refugiado en Veracruz, promulgó la Ley de Libertad de Cultos. Esta ley, piedra angular del Estado laico mexicano, estableció la libertad de conciencia y el derecho de cada individuo a practicar la religión de su elección sin interferencia del gobierno.

En aquel entonces, la Iglesia Católica ejercía un poder absoluto en la vida política y social del país. La Ley de Libertad de Cultos, junto con otras Leyes de Reforma, buscaba romper con ese dominio, arrebatándole privilegios y limitando su influencia en la esfera pública. No se trataba de un ataque a la religión en sí, sino de un esfuerzo por garantizar la libertad individual y la igualdad ante la ley, sin importar las creencias religiosas.
Esta ley pionera sentó las bases para la construcción de un México moderno y plural. Reconoció que la fe es un asunto privado y que el Estado no debe imponer una creencia particular. Se abrió así el camino para la tolerancia religiosa y la convivencia pacífica entre personas de diferentes confesiones.
El camino hacia la plena libertad religiosa en México ha sido largo y sinuoso. A pesar de los avances logrados en el lejano 1860, la Iglesia Católica mantuvo una fuerte influencia en la sociedad mexicana durante gran parte del siglo XX. Las tensiones entre el Estado y la Iglesia persistieron, y la aplicación de la Ley de Libertad de Cultos no siempre fue consistente.
Fue hasta la reforma constitucional de 1992 que se consolidó el Estado laico en México. Se reconoció plenamente la personalidad jurídica de las iglesias, se les otorgó el derecho a poseer bienes y se les permitió participar en la educación, aunque con ciertas restricciones. Estas modificaciones, lejos de debilitar la laicidad, la fortalecieron al establecer un marco legal claro para la relación entre el Estado y las iglesias.
Hoy en día, México es un país diverso en materia religiosa. Si bien la mayoría de la población se identifica como católica, existen importantes minorías que profesan otras religiones, como el protestantismo, el judaísmo, el islam y diversas creencias indígenas. La Ley de Libertad de Cultos, en su versión actual, garantiza el derecho de todos estos grupos a practicar su fe sin temor a la persecución o la discriminación.
No obstante, aún persisten desafíos en la construcción de una sociedad plenamente tolerante en materia religiosa. La discriminación y la intolerancia siguen presentes en algunos sectores de la sociedad, y es necesario seguir trabajando para garantizar que la libertad religiosa sea una realidad para todos los mexicanos.

La Ley de Libertad de Cultos de 1860 fue un paso fundamental en la construcción de un México más justo y libre. A 163 años de su promulgación, su legado sigue vigente y nos recuerda la importancia de defender la libertad de conciencia y la tolerancia religiosa como pilares de una sociedad democrática y plural.
Es importante recordar que la libertad religiosa no es un derecho absoluto. Existen límites establecidos por la ley para proteger los derechos de terceros y el orden público. Por ejemplo, ninguna religión puede promover la violencia, la discriminación o la comisión de delitos.
El deseo de escribir esta columna más allá de conmemorar la fecha, me viene a deseo dado que este último mes del año y sus fechas finales serán el marco de celebraciones espirituales en donde la mayoría de la población tendrá una fecha en particular, pero usted apreciable lector a sabiendas de esta ley en mención, sepa que es libre de conmemorar esa fecha a conciencia espiritual y Libertad Dogmática.

@Raul_Saucedo
rsaucedo@uach.mx

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