Llevar adelante una dieta equilibrada es una recomendación muy antigua, sin embargo, hoy en día, la selección de los alimentos saludables a partir de sus colores parece presentarse como una buena opción para asegurarse de que el organismo incorpore todo aquello que necesita para funcionar con normalidad y estar sanos. Una alimentación variada es una de las recomendaciones principales para conservar una buena salud entonces comer en colores no sólo puede ser divertido sino también saludable.

Para tener una dieta balanceada y sana además de incorporar hidratos de carbono, proteínas y grasas, debemos incluir a los micronutrientes:

Minerales: son nutrientes inorgánicos que ostentan funciones muy específicas dentro del organismo. De acuerdo a la cantidad que el organismo requiere, pueden clasificarse en:

– Macrominerales: calcio, fósforo, sodio, potasio, cloro, magnesio, azufre.

– Oligoelementos: hierro, cobre, zinc, manganeso, yodo, selenio, flúor.

Vitaminas: son nutrientes orgánicos indispensables para el funcionamiento normal del organismo. Se dividen en dos grupos:
– Liposolubles: aquellas que se disuelven en grasas. (A, D, E, K)

– Hidrosolubles: aquellas que se disuelven en agua. (Complejo B, C)

De esta clasificación va a depender su presencia en los alimentos y el almacenamiento en los tejidos corporales. El organismo puede almacenar vitaminas liposolubles, pero no las hidrosolubles, es por ello que deben incorporarse diariamente porque no tenemos reservas. Cada una de las vitaminas tiene una función específica en el cuerpo y la ingesta diaria es fundamental. Si bien algunas de ellas no son estrictamente esenciales porque el cuerpo puede sintetizarlas (D, K, biotina, folatos y B12) las vitaminas forman parte importante de enzimas y coenzimas que llevan adelante distintas reacciones químicas del metabolismo.

Los colores de los vegetales y frutas se deben a la presencia de pigmentos (poderosos antioxidantes) y fitoquímicos (sustancias presentes en vegetales y frutas que son responsables del color y sabor). Estos últimos son aún más importantes por su capacidad para regenerar células, combatir los radicales libres y brindar protección contra distintas enfermedades.