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La NASA ofrece 1 millón de dolares a quien convierta el dióxido de carbono en azúcar

El dióxido de carbono es el gas que más domina en la delgada atmósfera de Marte, así que se busca la forma de poder aprovechar este elemento y convertirlo en azúcar para realizar misiones espaciales que colonicen el planeta rojo.

La NASA premiará con un millón de dólares a la persona o grupo de personas que logren desarrollar un sistema para convertir el CO2 (dióxido de carbono) en glucosa.

La glucosa es rica en energía y sería un útil combustible para «bioreactores» que podrían ayudar a fabricar un buen número de objetos para los futuros colonizadores del planeta rojo.

Monsi Roman, responsable del programa llamado Centennial Challenges explica:

Habilitar la vida humana de forma sostenida en otro planeta hará necesario un gran conjunto de recursos, y no podremos llevar a esos planetas todo lo que necesitamos. Tendremos que ser creativos
En el anunció oficial de la iniciativa Roman menciona:

Si podemos transformar recursos cuantiosos y existentes como el dióxido de carbono en una variedad de productos útiles, las aplicaciones espaciales (y terrestres) serían ilimitadas
En la primera fase para este particular concurso, los participantes deberán enviar los detalles de sus proyectos antes abril de 2019, y habrá cinco finalistas que pasen el primer filtro y ganarán un premio de 50,000 dólares.

En la segunda fase se deberá construir y demostrar el sistema de conversión, y el ganador tendrá como recompensa 750,000 dólares restantes del premio.

El concurso está abierto a los ciudadanos y residentes de los Estados Unidos, pero otros investigadores extranjeros pueden participar también como miembros de un equipo de Estados Unidos, tal como indicia en las normas del concurso.

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Desaparece en Disneyland y aparece días después en un bote de basura en Mexicali: el misterioso caso de Annie Encino

Una adolescente estadounidense de 16 años fue localizada con vida dentro de un contenedor de basura en Mexicali, Baja California, días después de haber desaparecido en el parque Disney California Adventure, en Anaheim. El caso ha despertado preocupación e interrogantes en ambos lados de la frontera, especialmente por el silencio mediático en México y las lagunas que aún rodean su cruce hacia territorio nacional.

Annie Kathleen Encino desapareció el pasado 20 de abril tras una discusión con su familia dentro del parque temático. Fue vista por última vez alejándose sola, lo que activó una Alerta Amber en Estados Unidos. Sin embargo, esa alerta nunca cruzó a territorio mexicano, dejando a la opinión pública del país sin conocimiento de su desaparición… hasta que la historia dio un giro tan insólito como alarmante.

Días después, una llamada anónima al 911 alertó a la policía municipal de Mexicali sobre la presencia de una menor dentro de un bote de basura. Al llegar al sitio, los oficiales encontraron a la joven en condiciones que no han sido detalladas, pero confirmaron su identidad. El consulado de Estados Unidos fue notificado de inmediato y su madre viajó a la ciudad fronteriza para identificarla y llevarla de regreso.

Hasta ahora, las autoridades mexicanas no han informado cómo fue que Annie cruzó la frontera sin documentos, sin acompañantes y sin ser detectada. Tampoco han revelado si fue víctima de trata, secuestro, abuso o si viajó voluntariamente con ayuda de terceros. La Fiscalía de Baja California mantiene abierta una investigación para esclarecer los hechos.

Lo que sí queda claro es que algo falló en los mecanismos de cooperación fronteriza. Ni la alerta internacional funcionó, ni hubo un protocolo binacional que permitiera actuar a tiempo. La aparición de una menor estadounidense en un contenedor de basura, en una ciudad donde los casos de desapariciones no son novedad, pone una vez más bajo la lupa la crisis de seguridad y el flujo irregular entre ambos países.

Mientras se esperan más detalles oficiales, el caso de Annie Encino evidencia que incluso en un entorno supuestamente seguro como Disneyland, la vulnerabilidad de los menores puede terminar en una historia digna de una serie policiaca.

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