El nombre de Elon Musk suele asociarse con cohetes espaciales, autos eléctricos y grandes apuestas tecnológicas. Sin embargo, detrás de su imagen pública de empresario visionario se esconde una historia familiar marcada por acusaciones graves contra su padre, Errol Musk, que han perseguido a la familia durante más de tres décadas.
De acuerdo con una investigación del New York Times, Errol Musk, hoy de 79 años, ha sido acusado desde 1993 de abusar sexualmente de al menos cinco de sus hijos y entenados, tanto en Sudáfrica como en California. Pese a la apertura de tres investigaciones policiales, nunca ha sido condenado. Los señalamientos incluyen desde tocamientos indebidos a una hijastra de cuatro años en Pretoria, hasta episodios ocurridos en 2002 en Malibú, cuando otra adolescente denunció haber sorprendido a su padrastro oliendo su ropa interior. En 2023, un niño de apenas cinco años también señaló a Errol de haberlo manoseado, lo que reactivó las tensiones familiares.
Las denuncias han provocado una fractura interna que ha arrastrado a Elon Musk, hijo mayor de Errol, a un dilema constante. Aunque el magnate no participó en los procesos legales en Sudáfrica, familiares lo han buscado repetidamente para que interceda. Correos y cartas revisados por el Times muestran súplicas de apoyo e incluso advertencias sobre el sufrimiento de los menores. Elon, en respuesta indirecta, ha financiado tratamientos de rehabilitación, colegiaturas y manutención para medio hermanos y exmiembros políticos de la familia, además de pagar hasta 30 mil rand mensuales (unos 1,700 dólares) en apoyo económico.
La figura de Errol Musk, un ingeniero sudafricano que en su juventud llegó a ocupar un asiento en el consejo municipal de Pretoria, está marcada por episodios de violencia verbal y física, según lo relatado por su primera esposa, Maye Musk, y por el propio Elon en entrevistas y biografías autorizadas. Elon lo describió como un hombre capaz de “casi todo lo malvado que se pueda imaginar”, y aseguró en 2023 que no mantiene comunicación con él.
Los testimonios de familiares dibujan un patrón de manipulación y control. Una de sus hijastras, quien lo acusó desde niña, terminó teniendo un hijo con él en su adultez, situación que incrementó el dolor y la controversia en el entorno familiar. Errol, por su parte, ha desestimado todas las acusaciones como “falsas y absurdas”, atribuyéndolas a intentos de obtener dinero de su hijo famoso.
La tensión no solo ha sido privada. Mientras Elon Musk levantaba empresas como Tesla y SpaceX, su padre anunciaba proyectos con su apellido —desde una criptomoneda hasta la idea de construir una torre en Dubái—, lo que causó malestar en otros familiares que lo acusan de querer lucrar con la fama del multimillonario.
Hoy, la historia de los Musk se presenta como una saga intergeneracional marcada por acusaciones, silencios y contradicciones. Para Elon, el costo ha sido inevitable: mantener a raya a un padre del que reniega públicamente, pero al mismo tiempo seguir sosteniendo económicamente a quienes, víctimas de ese mismo hombre, forman parte inseparable de su historia.
