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La restricción a un tipo de pescado siembra de dudas el plan de Japón para verter al mar las aguas radiactivas de Fukushima

El Gobierno de Japón anunció la semana pasada una restricción a la venta de una especie local de pescado de roca cuando se capture en aguas cercanas a la prefectura de Fukushima, donde se encuentra la central nuclear que resultó gravemente afectada por el terremoto de 2011.

El pez en cuestión, conocido en el mercado local como ‘kurosoi’, ha servido en varias ocasiones como indicador de los niveles de contaminación de las aguas del Pacífico y en la última medición se detectó un exceso de cesio radiactivo casi tres veces superior al límite establecido. En un ejemplar capturado el 1 de abril frente a la ciudad de Minamisoma, a aproximadamente 13 kilómetros de la costa, se detectaron 270 bequerelios de actividad radiactiva por kilo de peso.

En opinión de expertos chinos citados por el periódico Global Times, este nuevo veto a la comercialización de esta especie demuestra que las autoridades japonesas «mintieron en relación al nivel de contaminación nuclear del agua» que la operadora de la central, la empresa TEPCO, quiere verter al océano. Los expertos instan al Gobierno japonés a prestar atención a los datos científicos «en vez de confundir al público con pseudociencia» y dañar «aún más la cadena alimentaria humana y marina».

Contaminación variable

Que repetidamente se hayan capturado peces con contaminación excesiva es una situación preocupante, y la decisión del Gobierno japonés de restringir la pesca «ha empeorado aún más las cosas» para los pescadores de Fukushima, comentó en declaraciones al medio Shaun Burnie, experto de la ONG Greenpeace East Asia.

Por su parte, Shang Qi, investigador de Salud Ambiental, no duda en calificar de «mentira» el plan de Japón de diluir las sustancias peligrosas hasta dejarlas en una séptima parte para luego verterlas al mar. Según sostiene, la dilución no tiene sentido para cantidades totales de emisiones de la radiación, ya que lo que puede degradarse es la materia orgánica, no los materiales nucleares.

Además, Shang explicó que las sustancias radiactivas halladas dentro de los peces se originan en otras especies marinas también contaminadas, y no solo en el agua contaminada. En este sentido, el experto conjetura que si la vida marina en la cadena alimentaria inferior contiene sustancias radiactivas y luego es consumida por los eslabones superiores, la densidad radiactiva acumulada en ese tope podría ser decenas de miles de veces mayor que la del agua contaminada vertida al mar.

Intereses de pesca contra la desconfianza de los consumidores

Desde la Asociación Cooperativa de Pesca de Fukushima indicaron al medio chino que la nueva prohibición es un caso aislado y que es probable que ninguna otra especie marina que vive en las aguas de Fukushima contenga material radiactivo, algo que ponen a prueba los pertinentes exámenes que llevan a cabo con regularidad.

Sin embargo, el exvicepresidente de la Universidad Oceánica de Guangdong, Zhu Jianzhen, recuerda en declaraciones a Global Times que ese gremio nipón aboga por los intereses de la industria. Reconocer abiertamente que, posiblemente, otros organismos marinos contienen materiales radiactivos sería un golpe para la pesca en Fukushima y aumentaría aún más la desconfianza de los consumidores hacia el pescado y los mariscos producidos en el departamento.

En el primer año posterior a la tragedia de Fukushima, los niveles de emisión radiactiva registrados en los peces de la región por la operadora TEPCO eran mucho mayores, de hasta los 38.000 becquereles por kilo, precisamente en un espécimen del pescado de roca negro que capturaron en agosto de 2012 a 25 kilómetros de la central nuclear.

Resto del mundo

Cofece multa a Walmart por prácticas monopólicas: la batalla legal apenas comienza

La Comisión Federal de Competencia Económica (Cofece) asestó un golpe histórico al multar a Walmart de México con 93.4 millones de pesos tras concluir una investigación que se extendió por más de cuatro años. La razón: prácticas monopólicas relativas, particularmente en el trato con sus distribuidores.

Según el dictamen de la Cofece, Walmart aprovechó su posición dominante en el mercado para imponer condiciones desfavorables a los proveedores, afectando la competencia en el sector. Aunque no se han revelado todos los detalles de las “contribuciones” impuestas a los distribuidores, el veredicto destaca cómo estas prácticas distorsionan el acceso al mercado y perjudican a competidores más pequeños.

En respuesta, Walmart no tardó en reaccionar. La empresa anunció que impugnará la decisión y enfatizó su compromiso con el cumplimiento de las leyes mexicanas. En su comunicación oficial, destacó que la sanción carece de fundamento y que está basada en interpretaciones erróneas. Este movimiento era predecible: para una empresa de este tamaño, 93 millones de pesos no solo representan una cifra considerable, sino también una amenaza a su reputación.

Por otro lado, la Cofece también se juega mucho. Este caso es una muestra clara de su intención de reforzar la vigilancia sobre los gigantes corporativos. Sin embargo, una batalla legal prolongada podría poner a prueba su capacidad de defender sus resoluciones en tribunales.

Más allá de la multa, el caso de Walmart pone el reflector sobre una problemática común en el comercio minorista: el desbalance de poder entre grandes cadenas y pequeños distribuidores. Si bien el desenlace de este litigio aún está por definirse, el mensaje es claro: los días de actuar sin consecuencias podrían estar contados. La industria y los consumidores estarán atentos a cada movimiento en esta batalla judicial.

 

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