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Opinión

La semilla. Por Raúl Saucedo

Libertad Dogmática

El 4 de diciembre de 1860 marcó un hito en la historia de México, un parteaguas en la relación entre el Estado Mexicano y la Iglesia. En medio de la de la “Guerra de Reforma», el gobierno liberal de Benito Juárez, refugiado en Veracruz, promulgó la Ley de Libertad de Cultos. Esta ley, piedra angular del Estado laico mexicano, estableció la libertad de conciencia y el derecho de cada individuo a practicar la religión de su elección sin interferencia del gobierno.

En aquel entonces, la Iglesia Católica ejercía un poder absoluto en la vida política y social del país. La Ley de Libertad de Cultos, junto con otras Leyes de Reforma, buscaba romper con ese dominio, arrebatándole privilegios y limitando su influencia en la esfera pública. No se trataba de un ataque a la religión en sí, sino de un esfuerzo por garantizar la libertad individual y la igualdad ante la ley, sin importar las creencias religiosas.
Esta ley pionera sentó las bases para la construcción de un México moderno y plural. Reconoció que la fe es un asunto privado y que el Estado no debe imponer una creencia particular. Se abrió así el camino para la tolerancia religiosa y la convivencia pacífica entre personas de diferentes confesiones.
El camino hacia la plena libertad religiosa en México ha sido largo y sinuoso. A pesar de los avances logrados en el lejano 1860, la Iglesia Católica mantuvo una fuerte influencia en la sociedad mexicana durante gran parte del siglo XX. Las tensiones entre el Estado y la Iglesia persistieron, y la aplicación de la Ley de Libertad de Cultos no siempre fue consistente.
Fue hasta la reforma constitucional de 1992 que se consolidó el Estado laico en México. Se reconoció plenamente la personalidad jurídica de las iglesias, se les otorgó el derecho a poseer bienes y se les permitió participar en la educación, aunque con ciertas restricciones. Estas modificaciones, lejos de debilitar la laicidad, la fortalecieron al establecer un marco legal claro para la relación entre el Estado y las iglesias.
Hoy en día, México es un país diverso en materia religiosa. Si bien la mayoría de la población se identifica como católica, existen importantes minorías que profesan otras religiones, como el protestantismo, el judaísmo, el islam y diversas creencias indígenas. La Ley de Libertad de Cultos, en su versión actual, garantiza el derecho de todos estos grupos a practicar su fe sin temor a la persecución o la discriminación.
No obstante, aún persisten desafíos en la construcción de una sociedad plenamente tolerante en materia religiosa. La discriminación y la intolerancia siguen presentes en algunos sectores de la sociedad, y es necesario seguir trabajando para garantizar que la libertad religiosa sea una realidad para todos los mexicanos.

La Ley de Libertad de Cultos de 1860 fue un paso fundamental en la construcción de un México más justo y libre. A 163 años de su promulgación, su legado sigue vigente y nos recuerda la importancia de defender la libertad de conciencia y la tolerancia religiosa como pilares de una sociedad democrática y plural.
Es importante recordar que la libertad religiosa no es un derecho absoluto. Existen límites establecidos por la ley para proteger los derechos de terceros y el orden público. Por ejemplo, ninguna religión puede promover la violencia, la discriminación o la comisión de delitos.
El deseo de escribir esta columna más allá de conmemorar la fecha, me viene a deseo dado que este último mes del año y sus fechas finales serán el marco de celebraciones espirituales en donde la mayoría de la población tendrá una fecha en particular, pero usted apreciable lector a sabiendas de esta ley en mención, sepa que es libre de conmemorar esa fecha a conciencia espiritual y Libertad Dogmática.

@Raul_Saucedo
rsaucedo@uach.mx

Opinión

DTmF: Identidad, Gentrificación y Nostalgia. Por Isaías León

 

El reciente álbum de Benito Antonio Martínez Ocasiocausó un gran revuelo en muchos lugares del mundo. Llama la atención la respuesta que hubo en Europa, donde la recepción inicial del nuevo material no fue lo que el continente occidental esperaba. Desde varios sitios hubo críticas al ritmo musical, alegando que no era lo que se anticipaba. La expectativa en esa región del globo era un disco lleno de reggaetón similar a YHLQMDLG, desestimando los ritmos latinos del más reciente álbum.

Es comprensible, creo, juzgar lo que no conocemos. Sin embargo, más allá de si gusta o no el artista y su música, este álbum tiene un contenido de crítica social y política significativa. Martínez Ocasio nos presenta una profunda visión de la identidad puertorriqueña y su crítica a todo lo que está ocurriendo en torno a la isla. A través de géneros a los que no estábamos acostumbrados a escuchar de Band Bunny, como la salsa y el jíbaro, el artista ofrece al mundo un manifiesto cultural y político fácil de digerir, que tal vez para algunos puristas del análisis político pueda parecer superficial.

Al respecto, destaca Lo que paso en Hawái, una canción que refleja la preocupación de muchos sobre lo que sucede en Puerto Rico, lugar que vive un proceso de invasión silenciosa, principalmente por el turismo norteamericano, mismo que se lleva sus recursos, identidad, cultura y tierras.

Este sentimiento es compartido desde un contexto como el mexicano, particularmente en la Ciudad de México, donde se vive un proceso muy fuerte de gentrificación. La pérdida de la identidad cultural y el hecho de que las comunidadeslocales se vean forzadas a desplazarse porque “ya no alcanza” es un tema presente en la conversación diaria. En el caso de México, esto se observa en la promoción que hacenlos desarrollos inmobiliarios con lemas como: “Spend in Pesos, Earn in Dollars” (“gana en dólares, gasta en pesos) o en restaurantes de la Roma-Condesa que optan por cambiar sus menús al idioma inglés.

Exponer Puerto Rico al mundo fue algo relativamente fácil para un artista con millones de oyentes en plataformas de streaming, pero hacerlo manteniendo un gran respeto por la identidad cultural del álbum fue fundamental. Es sobresaliente que el material fue grabado en la isla, usando y combinando muchos de sus ritmos musicales en canciones como Baile Inolvidable, La Mudanza y Café con Ron. Además, Bad Bunny ha anunciado recientemente conciertos de «residencia«, dirigidos especialmente a su gente durante varias fechas continuas. Es decir, la conexión que el artista busca fortalecer con la isla es crucial, llevando en sus letras la voz de muchos que sufren a diario los efectos del despojo y se curan con música y jíbaro.

Debí Tirar Más Fotos, con una portada que incluye dos sillas de plástico (esas que todos alguna vez hemos usado en una reunión o fiesta) y un fondo verde, intenta conectar con todo el pueblo latino. Es una imagen sencilla, común en muchas comunidades, muchas alejadas de las grandes ciudades, donde la calma y el aire fresco son los mayores tesoros:pequeños pueblos, donde muchos crecieron y tuvieron que salir en busca de una vida mejor.

Comprender el mundo actual de la música sin la presencia de un latino tan influyente como lo es la figura de Benito sería imposible, poniendo a los norteamericanos a aprender español, cambiando la pronunciación de la “l” por la “r”, y aun así criticando sus prácticas imperialistas.

Finalmente, después de entender lo que este disco nos quiere transmitir, más allá de bailar la música que para algunos era «de otra época» o descubrir la crítica social que lleva implícita, quiero interpretar DTmF (la canción en sí) como un recordatorio de la importancia de preservar los recuerdos de los momentos que realmente importan, con las personas que queremos, con nuestra gente. Esos momentos que nos obligan a extrañarlos cuando ya no estén, porque nadie sabe lo que va a pasar mañana.

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