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La UNAM regresa al top 100 de mejores universidades del mundo

La Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) se colocó dentro de las 100 mejores universidades del mundo, de acuerdo con el prestigiado estudio inglés QS World University Rankings 2021. Para esta edición, se evaluaron cinco mil 500 universidades y la UNAM se posicionó en el lugar 100.

En su más reciente clasificación mundial, el ranking ubicó a la UNAM como una de las dos mejores universidades de Iberoamérica, junto con la Universidad de Buenos Aires, y superó no solo a todas las escuelas de nivel superior latinoamericanas, sino que también a las de España y Portugal.

La UNAM avanzó tres sitios en esta clasificación, y pasó del lugar 103 al 100 durante el último año, con lo que se coloca como la institución educativa iberoamericana que goza de mejor prestigio académico, de acuerdo con el citado ranking.

A través de su cuenta oficial, la UNAM anunció su aparición en el “selecto grupo de las 100 mejores universidades del mundo”.

¿Cómo calificó la UNAM para volver al top 100 de las mejores universidades del mundo?
El conteo internacional señaló que la UNAM obtuvo 93.3 de 100 puntos posibles en el indicador Reputación Académica, construido con base en las opiniones de 94 mil académicos de las mejores instituciones del planeta en investigación.

Desde 2016, la UNAM, considerada la máxima casa de estudios del país, ha mostrado un ascenso sostenido en el ranking, al avanzar 75 posiciones.

Las tres mejores universidades del mundo
La clasificación mundial es liderada por el Massachusetts Institute of Technology (MIT), seguido por la Universidad de Stanford y la Universidad de Harvard, las tres de Estados Unidos.

Opinión

Emilia Pérez: Una Mirada Cuestionada sobre México Por: Sigrid Moctezuma

En un mundo donde el cine es tanto un arte como una poderosa herramienta de representación cultural, las películas que abordan la identidad de un país llevan consigo una gran responsabilidad. Tal es el caso de Emilia Pérez, una cinta que, aunque prometía ser un relato innovador, ha generado un torrente de críticas por su visión estereotipada y su superficialidad al retratar la cultura nacional.

Descrita por sus creadores como un “narco-musical”, Emilia Pérez sorprendió al ganar cuatro Globos de Oro, lo que dejó en evidencia una desconexión entre las audiencias internacionales y la percepción mexicana. Mientras en el extranjero se celebra como un experimento cinematográfico audaz, aquí ha sido criticada por perpetuar clichés culturales que parecen sacados de una postal turística, ignorando las complejidades del México actual. Aunque su mezcla de comedia, drama y música despertó curiosidad inicial, para muchos terminó siendo un recordatorio de cómo los estereotipos siguen dominando la narrativa global.

Uno de los puntos de mayor desagrado ha sido la manera en que la película aborda temas sensibles como la identidad de género y la narcocultura. Si bien es positivo que estas cuestiones tengan espacio en la narrativa cinematográfica, en Emilia Pérez se sienten tratadas con una ligereza que no honra su trascendencia. Los personajes, en lugar de reflejar matices reales, se convierten en caricaturas que difícilmente conectan con el público.

Las críticas no solo vienen de los espectadores, sino también de sectores especializados en cine y cultura. Se ha señalado que la película parece diseñada para un público extranjero que consume el «México pintoresco», mientras ignora las voces y experiencias auténticas que definen al país. Lo que representa una oportunidad desperdiciada para proyectar un discurso que sea fiel a nuestra riqueza cultural y social.

Este fenómeno no es nuevo en el cine. Muchas producciones internacionales han intentado capturar supuestamente nuestra esencia, pero terminan cayendo en la trampa: el mariachi omnipresente, las cantinas llenas de tequila y la violencia gratuita. Emilia Pérez, desafortunadamente, parece sumar su nombre a esta lista.

No obstante, este tipo de reacciones también abre un espacio importante para la reflexión. La discusión que surge de estas películas pone sobre la mesa la necesidad de que seamos nosotros quienes contemos nuestras propias historias, desde múltiples perspectivas. Es imperativo que el relato cinematográfico internacional comience a escuchar más atentamente las voces locales y trabajen en colaboración para evitar simplificaciones que diluyan nuestra esencia.

En un mundo donde las plataformas digitales hacen que el cine viaje más rápido que nunca, la responsabilidad de representar adecuadamente a un país se vuelve aún más crucial. La recepción de Emilia Pérez debería servir como un recordatorio de que no somos un concepto único y fácil de definir, sino una amalgama compleja de historias, tradiciones y modernidades.

Quizá, en el futuro, podamos ver más producciones que tomen este desafío en serio, dejando de lado las visiones simplistas. Porque México, con todas sus luces y sombras, merece ser contado con verdad y profundidad.

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