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Salud y Bienestar

Las infecciones sexuales aumentan 30 % en febrero

En febrero aumentan en 30 por ciento las enfermedades de transmisión sexual, debido a que en ese mes el deseo e intercambio sexual se incrementa al celebrar el Día del Amor y la Amistad, sostuvo el experto José Manuel Díaz González.
El integrante de la Fundación Mexicana de Dermatología (FMD), explicó que al menos 30 por ciento de los mexicanos que tienen una vida sexual activa padecen o han padecido una infección de transmisión sexual y, como consecuencia, la piel presenta diversas alteraciones.

En ese sentido y desde su experiencia clínica, el dermatólogo indicó que al finalizar el segundo mes del año comienzan a detectarse más casos con algún tipo de infección de transmisión sexual, pues es cuando inicia el periodo de incubación, tanto en hombres como mujeres.

Díaz González puntualizó que la sífilis, gonorrea y los virus del Papiloma Humano (VPH) y de Inmunodeficiencia Humana (VIH) son las enfermedades más frecuentes entre hombres y mujeres de entre 18 y 30 años.

De acuerdo con un estudio realizado en 2010, el especialista subrayó que entre los factores de riesgo se encuentra la ignorancia derivada del desconocimiento de esas infecciones y, por tanto, las personas no se protegen en sus relaciones sexuales.

Otro aspectos es la clase social, es decir, quienes tienen menos preparación académica son más vulnerables a contagiarse. El dermato oncólogo añadió que además es constante el sexo sin protección, las relaciones a temprana edad, el machismo y la promiscuidad.

Díaz González puntualizó que las infecciones de transmisión sexual están entre las 10 primeras causas de morbilidad, lo que significa que una de cada 10 consultas realizadas en un hospital general o centro de salud, por ejemplo, son por enfermedades de este tipo.

En México son registrados cada año 220 mil casos en instituciones de salud pública, pues los consultorios u hospitales particulares no reportan a la dependencia gubernamental correspondiente.

El experto aseguró que esas enfermedades representan un riesgo y un problema de salud pública, ya que aumentan las posibilidades de contraer VIH, en cuya afección hay varias manifestaciones dermatológicas como verrugas y herpes en el área genital y anal.

También prevalece la presencia de lesiones generadas por el poxvirus que, a su vez, conduce a desarrollar molusco contagioso caracterizado por pápulas pequeñas e indoloras que crecen hasta convertirse en nódulos del color de la piel y apariencia de perla.

De acuerdo con un reporte de vigilancia epidemiológica de la Secretaría de Salud, la cifra preliminar muestra que la incidencia de casos nuevos de VIH notificados a nivel nacional fue de tres mil 867 en 2015.

Díaz González enfatizó que cada una de las manifestaciones dermatológicas de las infecciones de transmisión sexual deben tratatse de forma individual.

“Hay pacientes que no presentan señales en su piel, pero en otros los síntomas son muy claros y en ciertos casos severos, por tanto, la revisión de la piel es esencial cuando se tiene una vida sexual activa”, destacó.

Datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS) indican que cada día se contagian un millón de personas de alguna infección de transmisión sexual y se estima que por lo menos 357 millones contraen sifilis y/o gonorrea.

Notimex

Revista

La grasa abdominal profunda: el enemigo silencioso que envejece tu cuerpo y tu mente

Oculta bajo la piel y rodeando órganos vitales como el corazón, el hígado y los riñones, la grasa visceral representa una de las amenazas más serias para la salud metabólica y cerebral, incluso en personas delgadas. Más que un problema estético, esta grasa activa procesos inflamatorios que pueden desencadenar enfermedades como la diabetes tipo 2, el hígado graso, problemas cardiovasculares y, a largo plazo, deterioro cognitivo.

De acuerdo con el Dr. Andrew Freeman, especialista en prevención cardiovascular, la grasa visceral es un marcador de múltiples riesgos de salud, aun en quienes aparentan estar en forma. El fenómeno conocido como “skinny fat” —personas con peso normal pero con alta proporción de grasa interna— evidencia que la salud no siempre se refleja en el espejo.

El impacto va más allá del metabolismo. La neuróloga preventiva Kellyann Niotis advierte que este tipo de grasa libera compuestos inflamatorios que aceleran la atrofia cerebral y favorecen la aparición de placas beta-amiloides y ovillos de tau, señales asociadas con la enfermedad de Alzheimer, incluso desde los 40 o 50 años.

¿Cómo saber si la grasa visceral está fuera de control? La medida de la cintura es un primer indicio: más de 88.9 cm en mujeres y 101.6 cm en hombres eleva el riesgo, según los CDC. La masa muscular también importa: quienes tienen más grasa que músculo tienden a acumular esta grasa profunda. Estudios como la DEXA o básculas con medición de grasa corporal pueden ayudar a evaluar estos indicadores.

La buena noticia: es reversible. Freeman insiste en un enfoque integral con ejercicio cardiovascular diario (como caminatas rápidas de al menos 30 minutos) y entrenamiento de fuerza con resistencia. Ejercicios como desplantes, sentadillas, lagartijas y peso muerto movilizan grandes grupos musculares, aceleran el metabolismo y estimulan hormonas que mejoran la composición corporal.

Una alimentación basada en plantas, como la dieta mediterránea, también es clave. Rica en frutas, vegetales, granos enteros, aceite de oliva y pescado, esta dieta ha demostrado reducir la grasa abdominal y el riesgo de muerte por enfermedades crónicas, especialmente en mujeres.

El ayuno intermitente —comer solo durante una ventana de seis horas al día— puede ser un complemento efectivo, aunque no es apto para todos. La combinación de alimentación natural, entrenamiento funcional y periodos de ayuno puede “hacer magia” en la reducción de grasa visceral, señala Freeman.

En resumen, mantener el músculo, eliminar alimentos ultraprocesados, moverse cada día y reorganizar los horarios de comida no solo combate la grasa abdominal profunda, sino que extiende la salud física y mental hacia el futuro. Porque el verdadero “elixir de la juventud” no se compra: se construye con hábitos.

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