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Las mejores jugadas y estrategias del Handball

El handball es una actividad deportiva que reúne rapidez, exigencia y estrategia en cada jugada. Desde la creación de espacios hasta la ejecución de fintas y lanzamientos efectivos, dominar buenas tácticas puede hacer la diferencia entre la victoria y la derrota. Equipos de todo el mundo perfeccionan sus movimientos para superar defensas sólidas y aprovechar cada oportunidad de gol.

En el siguiente contenido, te mostraremos qué estrategias son las más efectivas y utilizadas por jugadores y entrenadores de élite, desglosando cómo mejorar el rendimiento en la cancha. Además, analizaremos cómo la táctica influye en el desarrollo del juego y qué técnicas pueden aplicarse tanto a nivel profesional como amateur. Mantente atento a cada detalle, porque cada movimiento bien ejecutado puede definir el resultado de un partido.

Para los amantes del deporte y la estrategia, plataformas especializadas como Focus Gaming News destacan cómo la planificación y el análisis táctico han llevado a algunos equipos a la cima del éxito.

Fundamentos clave para una estrategia efectiva

Antes de hablar de jugadas específicas, es crucial entender los principios básicos que hacen que una estrategia en handball sea efectiva:

  • Movilidad constante: Los jugadores deben estar en continuo movimiento para generar opciones de pase y confundir a la defensa.
  • Lectura del juego: Anticipar los movimientos del rival permite ajustar la táctica de manera inmediata.
  • Colaboración en equipo: Sincronizarse es crucial para ejecutar cualquier jugada con éxito.
  • Toma de decisiones rápidas: Cada segundo cuenta; saber cuándo lanzar, pasar o fintar marca la diferencia.

La importancia de conocer las reglas y adaptar la estrategia

Más allá de las jugadas y tácticas, entender cómo se juega el handball es esencial para aplicar estrategias efectivas. Conocer las reglas permite tomar mejores decisiones en el campo, aprovechar situaciones favorables y evitar errores que puedan costar goles o exclusiones.

Además, cada equipo debe adaptar su habilidad según sus jugadores y el rival al que se enfrente. Lo que funciona contra un oponente con una defensa cerrada puede no ser igual de efectivo ante un rival con atletas rápidos y agresivos.

Las jugadas más efectivas en Handball

Cruce entre jugadores: Dos atacantes intercambian posiciones para confundir a la defensa y generar espacios para lanzar o asistir.

Fintas y uno contra uno: Amagos de lanzamiento o pase para engañar al defensor y ganar ventaja en el ataque.

Juego con el pivote: El pivote recibe el balón cerca del área, gira y lanza antes de que la defensa reaccione.

Contraataque rápido: Transición veloz tras recuperar el balón, aprovechando la desorganización del rival para anotar en pocos segundos.

Estrategias defensivas para frenar al rival

Tan importante como marcar goles es evitar que el equipo contrario anote. Estas son algunas de las estrategias defensivas más utilizadas en handball:

Defensa 6-0: El muro infranqueable

La defensa 6-0 es la más común en handball, ya que coloca a todos los jugadores de campo alineados cerca del área, formando una barrera compacta para bloquear tiros de media y larga distancia.

Para que esta táctica funcione, los defensores deben mantener una comunicación constante, salir a presionar cuando el rival intente lanzar desde lejos, y controlar al pivote para que no reciba pases con facilidad.

Defensa 5-1: Presión alta y anticipación

A diferencia de la 6-0, la defensa 5-1 deja a un jugador adelantado con el objetivo de interceptar pases y presionar al central del equipo contrario.

Esta táctica es ideal para equipos que quieren forzar errores y recuperar el balón rápidamente, aunque deja más espacios en la línea defensiva, por lo que requiere jugadores con gran movilidad.

Defensa mixta: Personal sobre la estrella rival

Cuando un equipo depende demasiado de un jugador estrella, una defensa mixta puede ser la mejor opción. En este esquema, un defensor marca de manera individual a ese jugador mientras el resto del equipo mantiene una formación zonal. Esto obliga al rival a buscar otras opciones ofensivas, lo que puede desarticular su juego si no cuenta con suficientes alternativas.

Si buscas mejorar tu rendimiento en la cancha, estudiar las mejores jugadas y estrategias del handball es un excelente punto de partida.

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Con polémica incluida, Real Madrid vence al Atlético de Madrid en penales y avanza

Nivelada la eliminatoria por el Atlético de Madrid a los 27 segundos, con ocasiones suficientes para la remontada total contra Thibaut Courtois, y fallada una pena máxima por Vinicius Júnior ya en la segunda parte, la tanda de penaltis culminó la supervivencia del Real Madrid en el Metropolitano, agarrado a un resbalón de Julián Alvarez y lanzado a los cuartos de final de la Liga de Campeones para enfrentarse contra el Arsenal.

La apoteosis del Real Madrid, la desolación del Atlético, que lo intentó de todas las maneras posibles, se desfondó hasta el final y cayó en la tanda final, en la agonía del partido.

Superadas ya las once y media de la noche en el Metropolitano, exhaustos todos y cada uno de los futbolistas, abrazados en la banda y en el terreno de juego (Simeone caminando de un lado para otro), entre la tensión desbordante, el Real Madrid inició los lanzamientos. Primero Kylian Mbappé. Gol. Segundo, Sorloth. También gol. Igual que Bellingham después. No Julián Alvarez. Se resbaló, tocó dos veces el balón. Marcó pero no valió. Frustración.

No falló Valverde después para aumentar la ventaja, con el 1-3. Correa resistió con el 2-3, apareció Oblak para repeler el tiro de Lucas Vázquez. Y la escuadra escupió el derechazo de Marcos Llorente. El gol decisivo, el final, fue de Rudiger. El Real Madrid siempre sobrevive.

27 segundos. Una jugada. Como un relámpago, el Atlético reequilibró la eliminatoria. Tan pronto, el Real Madrid sintió perdido todo lo ganado en la ida, tan crucial en un duelo como este. El segundo gol más rápido recibido por el club blanco en su historia en la Champions. Un nuevo duelo, un nuevo plan, un nuevo objetivo, una nueva responsabilidad. Ni medio minuto del saque inicial al gol. Sólo Roy Maakay, en 11 segundos en 2007, lo marcó antes. 

Un pelotazo de Lenglet, la segunda jugada, un mal despeje de Asencio… Y todo activo. El rechace lo ganó Griezmann. No acudió nadie del Real Madrid. La acción la continuó primero Gallagher -una de las novedades del once de Simeone, junto a Reinildo-, después Julian Alvarez y más allá, ya en la banda derecha, De Paul para poner el centro raso que tocó de tacón Giuliano y que remachó con el alma, imparable, lanzado, el propio Gallagher. 

Estalló, volcánico, el Metropolitano. El mejor inicio para el Atlético, el peor comienzo para el Real Madrid. Todos los condicionantes desaparecieron en un instante; la obligación del gol del equipo rojiblanco, las posibilidades de especulación del conjunto blanco. La partida giró. El Atlético optó por el repliegue, por resguardar el gol y el contragolpe. El juego previsto del Real Madrid, que, en cambio, se apropió de la posesión: aceptó la invitación de su rival.

Desde el empuje el 1-0, desde la ventaja, frente al control de balón con el que maniobró el Real Madrid de un lado a otro a la espera de un pase, de un espacio, de una vía para probar a Oblak (no lo hizo hasta el minuto 29 por medio de Rodrygo, flojo a las manos del guardameta desde una posición nada prometedora), el equipo local se compactó en 30 metros en torno a sus bienes más preciados: la portería y la igualdad de la eliminatoria.

El partido estaba entonces donde quería el Atlético. Protegido en su defensa, en la red de ayudas tejida en la pizarra de Simeone (Vinicius frente a Llorente y Giuliano; Rodrygo ante Reinildo y Gallagher), sin una sola ocasión clara del conjunto blanco, sus ráfagas de respuesta y las segundas jugadas ganadas en cada envío en largo contra los centrales madridistas lo reafirmaron en el éxito del plan, más aún el latigazo que soltó Julián Alvarez. 

Expresivo Courtois en la estirada de respuesta, el Real Madrid también entendió el riesgo -alertado por otra jugada de Griezmann y por un cabezazo fallido de Lenglet- sin haber saboreado aún nada más que una cantidad improductiva de pases horizontales, revelado como una estructura inestable y salvado otra vez por su portero. Otra vez, a Julián Alvarez.

El remate de Bellingham contra Tchouameni, entre las explicaciones reclamadas por el inglés, relató la confusión por la que se movía el juego blanco, tan aparente como inofensivo, cuando enfiló el descanso sin exigir una sola parada de mérito a Oblak. Descriptivo del primer tiempo. Del partido del Atlético y de la inocua respuesta del Madrid.

Antes del primer minuto de la segunda parte, Julián Alvarez advirtió de nuevo a Courtois, seguro desde el suelo. Hasta el quinto minuto de la reanudación, el Real Madrid no volvió a combinar tres pases. Era el mismo partido de antes, el que quería el Atlético, entre un centro chut de Marcos Llorente y un buen susto para Courtois. Respiró cuando lo vio fuera. Igual que lo hizo luego Oblak cuando Bellingham no remató un centro de Rodrygo. 

Insustancial Vinicius, desparecido Mbappé (finalmente titular tras la duda de las últimas horas por un golpe en el tobillo), con poco peso decisivo Luka Modric, demasiado lejos Fede Valverde, intermitente Bellingham, Rodrygo era la opción más nítida del Real Madrid, atascado ante la resistencia del Atlético, que no se quedó solo ahí: su amenaza era tanto o más potente que la de su adversario. El testarazo de Giménez lo atestiguó de nuevo. 

El encuentro estaba ahí. En un detalle. En un acierto. En un pase filtrado del Real Madrid o en un contraataque del Atlético. Un filo tan fino, tan estresante, tan inquietante, para determinar toda una clasificación para los cuartos de final de la Liga de Campeones, en vilo para los dos, por más que la sensación local era más prometedora que la visitante. Sólo eso.

Porque el Real Madrid tiene unos atacantes extraordinarios. En cuanto corren, en cuanto perciben el espacio, se transforman en unos cohetes incontenibles, como Mbappé en el contragolpe que pudo transformarlo todo ya superada la hora de encuentro. El paso en falso puso en evidencia a Giménez, facilitó el quiebro al atacante francés. A Lenglet, justo detrás, no le quedó otra que derribarle. El penalti lo pidió Vinicius. Lo lanzó fuera. 

A un metro de altura del larguero, a las nubes, pateó el atacante brasileño la mejor ocasión del Real Madrid hasta entonces. Casi la única. Era ya el minuto 69. La contra surgió en una mala decisión de Griezmann en el otro área. Instantes después reincidió, salvado el Atlético por el cruce providencial de Reinildo cuando Rodrygo enfilaba la recta del gol ante Oblak. 

Un síntoma del descontrol que, por primera vez en todo el partido, padeció el Atlético, personificado en cada intervención de Griezmann. Futbolista formidable en la historia del equipo rojiblanco, no está en su mejor tiempo, desgastado, impreciso, lejos de su mejor versión en los últimos choques, también en el emocionante derbi de Champions.

A diez minutos del final, sin un solo cambio de Simeone, cuando su equipo lo desprendía de manera evidente hasta el minuto 85 (un notable Gallagher dio paso al imprevisible Lino), era el momento del Real Madrid en el partido. No lo aprovechó entonces. Ni una sola oportunidad. Es más, Correa, a la media vuelta, apuntó al 2-0. No lo logró. La prórroga. No llegó De Paul a ella, desfondado y acalambrado, como Mendy minutos antes en el otro lado. 

La novena prórroga ya entre ambos equipos en la era Simeone, que pedía calma cuando Correa iba a toda velocidad a sacar un córner, tras una nueva oportunidad del Atlético, ya por las siete ocasiones en hora y media por una tan solo del Real Madrid, que reapareció con otro tímido tiro de Brahim. También un cabezazo de Sorloth. Sólo cuatro minutos del tiempo extra, más roto el encuentro, sin tanto físico, sin tanto tino. También se fue exhausto Reinildo, reivindicado con un gran partido defensivo. No aguantó ya más.

Todo siguió igual. El primer tiempo de la prórroga. Aún 1-0. La segunda parte, sin ocasiones, sin goles, a los penaltis. Más de tres horas y media de tensión reducidas a once metros, a nueve lanzamientos, al resbalón desgraciado de Julián Alvarez a la victoria agónica del Real Madrid, el vigente campeón de la Liga de Campeones, superviviente en el Metropolitano.

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