Una preciosa camioneta Hummer y una Lobo Raptor, ambas de lujo, fueron arrastradas por la corriente repentina de agua que se formó durante la primera de las últimas dos “trombas”, pero esas imágenes no eran, ni de lejos, las de una tragedia, porque los automotores estaban asegurados.
La tragedia se vivió tres días después, y no en un lujoso fraccionamiento como el San Francisco Country, sino en las colonias humildes que se encuentran en las faldas del Cerro Grande y en las cercanías, a saber, en La Noria, Vistas del Cerro Grande, Los Llanos, Las Cruces, La Soledad, Valle Grande, y otras 25 más.
Las fuertes tormentas que azotaron a la capital de Chihuahua el pasado sábado 4 de julio y el martes 7, causaron que familias pobres perdieran lo poco que tenían, y que sus endebles casas no soportaran el golpe de lluvia, granizo y viento que las azotó. Las víctimas confirmaron que, a pesar de haber llamado a Protección Civil esa misma noche del 7 de julio, nadie los auxilió. Se les mojaron los colchones, la ropa de cama, la misma ropa de las personas, los muebles, perdieron documentos valiosos, se les levantaron las láminas o los hules de sus techos, el agua se les coló por todos los agujeros existentes, algunos muros de block se vinieron abajo al socavar el agua los cimientos.
Las personas no durmieron esa noche, tratando de salvar sus pertenencias, intentando resguardarse bajo cualquier tabla, y tratando de que la corriente no se llevara a los niños más pequeños.
El rostro de la tragedia se pudo ver descarnado, como el de la propia muerte, la noche del martes 7 de julio.
En la colonia La Noria, de reciente formación, se puede comprobar, echando un vistazo, que las casas quedaron destrozadas, que carecen de impermeabilización y que muchas sufrieron daños en sus endebles materiales: techos de láminas, paredes de cartón, de láminas y de diferentes desperdicios, por lo que vecinos deben usar plásticos para evitar que les llueva por dentro. Hay un problema peor, que es el hacinamiento (los cuartos son de 4×4 o de 6×4 metros), que causa que niños, adultos, jóvenes, y adultos mayores en cantidades de hasta diez moradores por cuarto, tengan que vivir en verdaderos cuchitriles, obligados a amontonarse de cualquier manera.
La ciudad misma se vio afectada, pues la lluvia simplemente desbordó la capacidad de la infraestructura hidráulica, muchas calles principales volvieron a tener baches de gran tamaño: muchos viejos que habían sido rellenados con tierra o con materiales corrientes, y muchos baches nuevos que brotaron de las calles pésimamente pavimentadas.
Y la población está ahora tomando medidas extraordinarias ante la amenaza de más lluvias.
Más lluvias fueron anunciadas en el estado por el Servicio Meteorológico Nacional, con lo que se ha generado una ola de preocupación entre la gente, e incluso ha llevado a algunas familias a tomar medidas extremas, como la de colocar costales de arena para evitar que la corriente les llegue a sus casas.
El agua es una bendición en estas tierras, pero cuando es demasiada y no hay infraestructura suficiente, simplemente se convierte en una pesadilla y ocasiona muchos daños, y salen más perjudicados los de siempre, los que menos tienen.