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Opinión

Los anuncios reflejan. Por Itali Heide

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Itali Heide

Cada vez que me aparece un anuncio en redes o páginas, me pregunto «¿por qué pensarán que me gustaría esto?». A veces la respuesta es obvia. Entiendo un anuncio de cubrebocas después de buscar síntomas del COVID apanicada porque tosí y me dolió el pecho (falsa alarma), o la aparición de un anuncio de OXXO tras tuitear que la carne seca con limoncito y valentina es el amor de mi vida.

Otras veces, empiezo a dudar. Empiezo a dudar porque me gusta creer que la publicidad que me aparece es un reflejo directo de mí misma. Como la mayoría de las personas, paso horas escribiendo tonterías y desplazándome por red tras red en mi teléfono sin pensar.

Notas, viajes a la tienda de la esquina, búsquedas en Google, comentarios, interacciones con publicaciones, conversaciones escuchadas, todo apunta hacia mí: la yo auténtica que soy cuando soy yo en mi teléfono, sin pensarlo.

Esto me hizo pensar: a una edad en la que estoy «descubriéndome», como dicen los chicos de hoy, no siempre sé quién soy. ¿Podrán los anuncios decirme cosas que no sé sobre mí misma?

Una vez que empecé a ver los anuncios como extensiones de mis deseos, miedos y necesidades, todo empezó a conectarse.

Se desbloqueó una inseguridad: una señora mencionó hace un tiempo que debería de usar más productos para el cuidado de la piel, así que ahora todos los anuncios antienvejecimiento después de mi crisis mental sobre estar envejeciendo, tenían sentido. Todas mis inseguridades salieron a la luz anuncio tras anuncio. El peso, la piel seca, la celulitis, los granos, el pelo delgado: para todas y cada una de las imperfecciones había una respuesta jurada a las normalidades físicas del cuerpo humano que las empresas convierten en armas para vender más.

Otro secreto descubierto: anuncios de software y aplicaciones de finanzas porque aparentemente mi celular piensa que gasto a lo tonto… no me sorprende, probablemente tenga razón. Más veces sí que no, mi impulsividad ha ganado la batalla cuando veo algo que técnicamente no necesito tener, pero por razones personales sí necesito tener.

También me aparecen muchos anuncios de aplicaciones terapéuticas y de meditación. Parece que saben que es tiempo de que deje algunas cosas en el pasado y viva en el presente, y es cierto. Ver un anuncio desde mi reflejo sólo lo confirma. Realmente insisten mucho en que estoy estresada o ansiosa, así que si mi agente del FBI está por ahí leyéndome: en realidad estoy estresada y también ansiosa.

Los anuncios también apuntan a cambios en mi vida. ¿Por qué me aparece un anuncio de actividades chidas al aire libre? Seguramente porque conozco a alguien chido con quien quiero hacer actividades chidas al aire libre. Me aparecen anuncios de pulseras que jamás usaría yo porque busco un regalo del día de Madres. De repente llego a ver anuncios de viajes por todos los que planeo con los que quiero.

Los anuncios también me hablan de mi futuro: saben quién quiero llegar a ser. Enfrento  una difícil montaña para llegar a la cima con anuncios de senderismo. Anuncios de esterillas de yoga porque me esfuerzo por conseguir la paz mental. Muchos conciertos porque saben que me faltan muchos por vivir. Comida exótica porque quiero probar comida en el mundo entero. Ofertas de trabajo porque siempre busco ampliar mis horizontes.

Si el mundo del big data hará que los anuncios se aprovechen de mí, yo también me aprovecharé de ellos. Los utilizaré para mostrarme las partes de mí misma en las que no pienso, las inseguridades ocultas, los planes de futuro y, sobre todo, aprender a usar la analización de la publicidad como herramienta de superación personal.

Caleb Ordoñez 

Opinión

Duarte: de los bares de Chihuahua al Altiplano. Por Karen Torres

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En México y en la política, lo que parece pasado, siempre regresa para explicar el presente. Hay nombres que regresan una y otra vez como si fueran espectros empeñados en recordarnos las fracturas del sistema. Uno de ellos es César Horacio Duarte Jáquez, exgobernador de Chihuahua (2010-2016), figura central de uno de los expedientes de corrupción más voluminosos en la historia reciente del país.

Karen Torres A.

Y ahora, tras años de idas y venidas judiciales, vuelve a los titulares: la Fiscalía General de la República ordenó su recaptura y lo trasladó al penal de máxima seguridad del Altiplano.

Este episodio no ocurre en el vacío. Es parte de una historia que lleva casi una década escribiéndose entre detenciones, extradiciones, procesos fragmentados y una libertad condicional que muchos chihuahuenses vieron como una burla abierta.

Pero también es un movimiento político que envía un mensaje contundente: la nueva administración federal quiere que se entienda que, al menos en la Fiscalía, el viejo pacto de impunidad ya no opera “para algunos”. Y Duarte es la vívida señal, ojalá esto no se trate únicamente de justicia selectiva.

Duarte huyó de México en 2017, cuando la entonces Fiscalía de Chihuahua, bajo el gobierno de Javier Corral, integró al menos 21 órdenes de aprehensión en su contra. Los cargos eran amplios y concretos:

  • Peculado agravado por más de 1,200 millones de pesos,
  • Desvío de recursos públicos hacia campañas priistas,
  • Enriquecimiento ilícito,
  • Uso indebido de atribuciones y facultades
  • Y una red de empresas fantasma operadas desde su círculo íntimo.

Fue detenido en Miami el 8 de julio de 2020 en Estados Unidos. Ahí pasó 2 años mientras se resolvía un proceso de extradición. Finalmente, en junio de 2022, el gobierno estadounidense lo entregó a México bajo cargos de peculado agravado y asociación delictuosa.

Su llegada al país fue presentada por la Fiscalía como un triunfo institucional. Pero para Chihuahua comenzaba un capítulo distinto: la prisión preventiva en el Cereso de Aquiles Serdán, donde Duarte permaneció alrededor de 2 años más, entre audiencias diferidas, cambios de jueces y tácticas legales el caso se fue transformando en un rompecabezas jurídico que pocos lograron seguir con claridad.

Llegó la cuestionada libertad condicional de 2024: 

En agosto de 2024, en una audiencia sorpresiva, Duarte obtuvo libertad condicional bajo el argumento de que llevaba tiempo suficiente privado de la libertad y que su conducta había sido “adecuada”, sin haber recibido sentencia alguna.

La imagen era insólita: un político acusado de desviar más de mil millones de pesos, señalado de haber quebrado fondos públicos y endeudado al estado por generaciones…

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