«No cargues mucho al bebé, ponlo en el cargador, que se malcría, se te va a engreír». Esa solía ser la recomendación número uno para la crianza. Sin embargo, investigaciones recientes reportan que esta recomendación es contraproducente para el desarrollo de los niños.
Los bebés que pasan más tiempo cargados y menos tiempo en cargadores, coches de bebés o asientos para automóviles, desarrollan mejor el cráneo, la espina dorsal y las caderas; además,sufren de menos infecciones de oído y menos síntomas de reflujo.
Debido al movimiento de la madre mientras carga al bebé al caminar o hacer los quehaceres del hogar, el bebé desarrolla mejor y más temprano las destrezas asociadas al sistema vestibular, como el tono muscular, el desarrollo motor y el balance. La posición vertical provee para que estén más alertas, por lo cual procesan más información sensorial como olores, tacto (contacto con la piel de su mamá), visual, propiocepción (al sentir la presión del cuerpo de su mamá contra su cuerpo) y las destrezas auditivas.
Estas últimas son necesarias para el desarrollo del lenguaje, ya que escucha todo el tiempo la voz de quien los carga. Los bebés cargados tienen la oportunidad de practicar movimientos compensatorios que los ayudan a desarrollar la fuerza muscular y poder sostener la cabeza por sí mismos. La estimulación sensorial del bebé que no es cargado es mínima.
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