Las Crujías de la historia
En días pasados a invitación sorpresa, pero con ansias históricas y personales conocí la ex prisión de Lecumberri, también conocida como «El Palacio Negro”. Su construcción por mandato de Porfirio Diaz se terminó en el año 1900, el objetivo y la visión de la construcción de está, era el de modernizar el sistema penitenciario en México, siendo está la más moderna prisión en México y Latinoamérica. Durante el desarrollo de las décadas del siglo XX en México se utilizó como cárcel para todos aquellos incómodos a la política dictada de manera oficial.
«El Palacio Negro» es un lugar impregnado de historia y entre sus muros resonaron las presencias de figuras tan diversas como…Pancho Villa fue encarcelado allí, donde aprendió a leer y escribir gracias a un soldado Zapatista, ahí quizá inicio la verdadera revolución de Villa. Décadas más tarde, el muralista David Alfaro Siqueiros también conoció la frialdad de Lecumberri, encarcelado por sus actividades políticas, se dice que el mural (Sin nombre) que se encuentra al costado de la cocina es autoría de él y basta verlo para sentir su injerencia o pincelada en tan semejante obra. Durante la Decena Trágica, la prisión de Lecumberri se convirtió en el escenario final para el presidente Francisco I. Madero y el vicepresidente José María Pino Suárez. Tras ser destituidos en un golpe de Estado orquestado por Huerta, ambos líderes fueron encarcelados en Lecumberri, mientras eran trasladados supuestamente a otra prisión, Madero y Pino Suárez fueron asesinados en la barda perimetral. Así mismo José Revueltas, el escritor y activista político, fue otro de los ilustres reclusos de Lecumberri, y durante su encarcelamiento escribió la novela «Los muros de agua«.
En gran parte los inquilinos en este “palacio” fueron políticos y activistas, que visionarios o influenciados por los movimientos sociales en el mundo llegaban a las crujías del panóptico. Fue durante la Guerra Sucia de las décadas de los 60´s y 70´s que Lecumberri se convirtió en un símbolo de la represión y la lucha por los derechos humanos. Posterior al 2 de octubre de 1968 cientos de jóvenes que participaron en el movimiento fueron detenidos y encarcelados donde enfrentaron condiciones inhumanas, tortura y tratos degradantes. Lecumberri se llenó de estudiantes, profesores y activistas, los cuales permanecieron allí durante años, sin juicios justos y bajo constantes intimidaciones. Este encarcelamiento masivo subrayó la oscura reputación de Lecumberri, recordándonos el costo humano de la represión y la lucha constante por la libertad y la justicia.
Al observar Lecumberri desde una perspectiva histórica y filosófica, encontramos en sus muros un espacio de reflexión sobre el poder y la resistencia humana.
El diseño arquitectónico de Lecumberri no es meramente una curiosidad histórica, sino una manifestación tangible de la filosofía de control y vigilancia que imperaba en su época. El panóptico como una estructura que permitía a una sola persona observar a todos los prisioneros sin ser vista, generando así una autorregulación entre los observados.
Este diseño no solo maximizaba la vigilancia, sino que también simbolizaba el control del sistema con los ahí presentes. La existencia misma de Lecumberri y su estructura arquitectónica reflejaba una visión del poder que se basaba en la constante observación y el control del cuerpo y la mente.
Desde la perspectiva filosófica, el paso de los presos en Lecumberri nos confronta con cuestiones fundamentales sobre la justicia, la libertad y el castigo. Los relatos de los sobrevivientes, quienes a pesar de las fatalidades encontraron formas de resistencia humana, nos ofrecen una visión del recato humano.
Pareciera irrisorio que actualmente lo antes descrito aguarda después de pasillos con documentos y actas que nos dan identidad como nación, resguardados por el creciente Archivo General de la Nación. Y mientras lo estrambótico de la situación sigue recibiendo a curiosos, investigadores y retumbos familiares de los incomodos yo observo el remache que paciente me esperaba en la entrada del palacio negro recordándome que la justicia no es satisfacción, sino destino.
@Raul_Saucedo
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