Historias extraordinarias de personas extraordinarias
Los sueños nunca caducan si tienes Decisión y Esperanza
La vida a muy corta edad le enseno que no es nada sencilla, pero que si se tiene fe y esperanza, se pueden lograr los sueños a cualquier edad.
Esta es la historia extraordinaria de la señora Monserrat Torres Castillo de 76 años de edad, que acaba de recibir su certificado por haber concluido su educación primaria.
Pero muchos se preguntaran para que a esa edad seguir con la ilusión de aprender a leer y a escribir si durante toda su vida nunca lo hizo.
Es así que comienza esta historia: De niña la señora “Montse” quedo huérfana de madre a la temprana edad de 2 años una lección de vida que le cambiaría su vida por completo, ya que a pesar de tener aún a su papa, el de inmediato se consiguió a otra esposa, dejando a un lado el cariño y apoyo hacia ella para que pudiera desarrollarse como cualquier pequeña de su edad.
Al contrario relata “Al casarse mi padre de nueva cuenta, quede yo siempre a un lado, ya que tuvieron hijos y ellos recibieron estudios y yo simplemente miraba con la impotencia y el deseo también de aprender”.
Sin embargo a mí solo me decían tienes que tenía que hacer el negocio, o sea de vender animales, barrer, trapear en fin como una sirvienta, además de tener que cuidar a mis otros hermanos, sin tener oportunidad de nada”.
Por lo cual mi infancia fue triste porque yo era la menos en todo, no me querían y fue la razón de que me salí muy temprano de mi casa, pero gracias a dios toque buena suerte, señala la señora Montse.
Yo vivía en la sierra con mi marido, pasamos muchas dificultades económicas pero aún más cuando me embarace, ya que tuve en total tuve 6 hijos, que a duras penas lográbamos salir adelante.
Pero lo que hice fue siempre darles estudio, porque yo tenía ese deseo que ellos al menos supiera leer y escribir, y no como yo que siempre anduve por la vida sin saber ni lo mas mínimo ni siquiera poder escribir mi nombre.
Caminábamos 2 horas para llegar a la escuela, pero sé que el sacrificio valió la pena, ya que a pesar de que mis hijos no son licenciados, se saben defender en la vida y todos trabajan y me ayudan.
Y así pasaron los años y yo seguía sin saber leer y escribir, hasta que un día me decidí y acudí al centro comunitario Diego Lucero, a escondidas de mi esposo, ya que él no quería que estudiara, me decía ya para qué, pero yo nunca desistí y acudí con el firme propósito de aprender y saber que decía en todas partes.
Y fue hasta los 76 años que pude terminar mi primaria, pero lo
más emocionante es que pude leer y sobre todo escribir mi nombre, ahora me siento orgullosa de mi misma, y ahora que llega un papel ya se lo que dice, no que antes tenía que andar preguntando o simplemente me quedaba callada por vergüenza a que supieran que no sabía ni lo más elemental que era leer.
Sin duda lo que no fue en mi infancia ahora lo estoy haciendo y me siento muy feliz por ello, e invito a todas las personas mayores que no sepan leer y escribir a que se animen a estudiar, ya que nunca es tarde para aprender, ahora mi objetivo es terminar la secundaria, con el orgullo de que la edad no debe ser impedimento para lograr tus sueños.
Redacción: Corina Muruato
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