Ante el sensible fallecimiento de Don Erasmo Palma Fernández, la titular de la Comisión Estatal para los Pueblos Indígenas, María Teresa Guerrero Olivares, lamentó profundamente la pérdida de tan prestigiado promotor de las costumbres y tradiciones de los pueblos originarios de la Sierra Tarahumara del Estado de Chihuahua.
Don Erasmo Palma Fernández, nació el de 10 de agosto de 1928 en el poblado de Basigochi, municipio de Guachochi, Chihuahua, fue el menor de los siete hijos de Librado Fernández y Rita Palma. Desde la infancia tocaba diferentes instrumentos, entre ellos el violín y la guitarra; a los trece años aprendió el español y a los 20 años comenzó a componer canciones y a escribir relatos en idioma tarahumara.
Reconocido entre otras cosas por promover la cultura de su pueblo a nivel nacional e internacional y por haber sido galardonado con el Premio Nacional de Ciencias y Arte en el área de Artes y Tradiciones Populares en el año 2002, máximo reconocimiento otorgado a un artista por el Gobierno de México.
Por su obra recibió diversos reconocimientos, en el año 2008 la presea «Gawí Tónara» (Pilares del Mundo) de parte del Gobierno del estado de Chihuahua y en el 2013 «por su destacada trayectoria como músico, compositor, pintor, escritor y filósofo» en el marco del XXXII Festival Nacional de Arte y Cultura de los Institutos Tecnológicos.
En el 2014 fue distinguido con la Medalla al Mérito Cultural del estado de Chihuahua denominada «Medalla Víctor Hugo Rascón Banda», que es concedida anualmente por el H. Congreso del estado.
En 2009, se realizó un documental financiado por el Programa para el Desarrollo Integral de las Culturas de los Pueblos y Comunidades Indígenas producido por Ángel Estrada, titulado "El Ladrón de Violines" que narra la vida y trayectoria de Don Erasmo Palma Fernández y que fue presentado en diversos festivales, entre ellos el Festival Internacional de Cine de la Universidad Nacional Autónoma de México.
La pérdida irreparable de Don Erasmo Palma Fernández será sin duda alguna de las más sentidas en las últimas décadas, señaló en su comentario, Guerrero Olivares, quien a su vez dijo haberlo conocido desde hace mucho tiempo, convirtiéndose en un gran amigo y aliado de muchas batallas en favor de los hermanos rarámuris, en especial en la defensa y promoción de la cultura indígena.
Sin lugar a dudas todo el pueblo, no sólo el indígena, sino la población en general, resentirán la pérdida de tan talentoso hombre que dio gloria a su comunidad rarámuri y por tanto se hacen extensivas las condolencias por su fallecimiento a toda la familia y a quienes lo conocieron como siempre fue: un hombre de principios, de ideas basadas en el cariño a su origen indígena y sobre todo por el amor al prójimo.