En abril de 1995, el señor Porfirio Díaz Hernández decidió construir una cisterna en su casa, ubicada en la calle Cedro, dentro de la colonia Ejidos de San Cristóbal, en el municipio de Ecatepec de Morelos.
Sabía de la carencia de agua en el territorio, o tal vez la auguraba. Por ello, en una habitación de 3 por 3 metros comenzó con su trabajo en soledad. El resto de la casa ya estaba completa, aunque en obra negra, como muchos de los inmuebles en el municipio mexiquense.
Con cada palada que daba, la tierra se removía algunos milímetros. Poco a poco veía cómo el nivel del suelo disminuía y dejaba ver nuevos colores y texturas que la superficie no permitía apreciar Sin embargo su sorpresa fue mayor cuando un objeto extraño, duro y de un color grisáceo chocó con sus herramientas.
Unos enormes huesos vieron la luz por primera vez en miles de años. No eran humanos, pues su tamaño no coincidía ni siquiera con la persona más alta del mundo. Seguramente algún animal murió ahí. Un perro, un caballo, quizá algo más grande.
Son huesos de un mamut. Probablemente esas fueron las primeras palabras que el arqueológico Luis Córdoba Barradas le dijo al señor Porfirio Díaz cuando llegó a su casa y vio los restos óseos, luego de que se reportara el hallazgo a la Dirección de Salvamento Arqueológico y al Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH).
La excavación duró cerca de tres meses, de mayo a julio de 1995 (Foto: INAH)
No era raro encontrar este tipo de huesos, pues en varios pueblos de Ecatepec hay registros y evidencias. Por ejemplo en Santa María Tulpetlac, Santa Clara Coatitla, San Pedro Xalostoc, Guadalupe Victoria, San Isidro Atlautenco. No como parte de excavaciones oficiales, sino en construcciones esporádicas de los pobladores.
El hecho que más le llamó la atención a Córdoba Barradas, quien también se ha encargado de excavar los mamuts encontrados en Tultepec, Tecámac y Coacalco, fue la cantidad de huesos. No era el mamut más grande, pero sí el más completo.
De esta manera el INAH tomó el control de esta exploración subterránea. Don Porfirio sólo había llegado a unos 50 o 60 centímetros, suficientes para vislumbrar el tesoro prehistórico.
Las autoridades municipales, de la mano del Comisariado Ejidal de San Cristóbal, colaboraron con el pago de dos arqueólogos del INAH por 10 días. Posteriormente el municipio, encabezado por el alcalde José Alfredo Torres Martínez, también se interesó y asignó a dos trabajadores durante 3 meses, lapso que duró la excavación.
Así del 4 de mayo de 1995 al 28 de julio de ese mismo año, decenas de personas se encargaron de paliar, picar, limpiar y remover cada gramo de tierra. También hubo algunos voluntarios, entre quienes se encontraba Angélica Rivero, cronista municipal de Ecatepec, quien en ese momento tenía 25 años y estaba haciendo la tesis de licenciatura.
El Mamut de Ecatepec fue descubierto durante la construcción de una cisterna (Foto: Juan Vicente Manrique / Infobae México)
“Ya tenía el cascarón de la casa. Yo creo que de último momento decidieron hacer la cisterna. Hicieron la excavación y ahí fue donde dieron con los primeros restos óseos del Mamut”, declaró para Infobae México.
“Lo que pasa es que el lugar tampoco se prestaba para hacer una excavación extensa, por lo mismo de que ya estaba el cascarón de la casa, no podía extenderse más, pero afortunadamente donde se excavó estaba íntegro el mamut”, ahondó Rivero.
Tras casi 90 días de trabajo, siete capas estratigráficas y dos metros de profundidad, los huesos salieron por completo. La impresionante cantidad de 120 restos en perfecto estado provocaron la alegría de propios y extraños, de quienes vieron la excavación desde el inicio y de aquellos que se enteraron después.
Un mamut adulto-joven macho de la especie Mammuthus columbi, con unas medidas aproximadas de 4 metros de alto, 6 metros de largo y 2 metros de ancho y una edad cercana a los 10,500 años, fue encontrado 85% completo. Resurgió para ser admirado en Ecatepec y el resto de México.
¿Dónde estaba el resto del cuerpo?, se preguntaron algunos. De acuerdo con el reporte técnico, sólo faltaban las patas delanteras, específicamente la tibia, el fémur, húmero y el radio. Esta carencia es un patrón, según Luis Córdoba Barradas, quien explicó que la mayoría de las osamentas de mamuts halladas así es a causa de los cazadores recolectores las cortaban y se las llevaban a sus campamentos para comerlas y usar los restos, ya que había animales carroñeros que los podían atacar si se quedaban en un mismo sitio.
Todos los huesos fueron tratados dentro de Ecatepec (Foto: Guillermo Escobar)
“Aquí se trabajaron los 132 huesos”, aseguró la cronista municipal, quien detalló que la Academia de Historia y Cultura de Ecatepec se encargó de la limpieza, restauración y consolidación de los huesos dentro del Museo Casa de Morelos.
Los años pasaron y la restauración siguió. Dejar en óptimas condiciones los restos era la misión de todos los participantes, pues fue un descubrimiento que debía mostrarse al mundo, iniciando por el municipio.
Llegó el día. Casi entrando a la década del 2010, cada uno de los huesos fue colocado en vitrinas transparentes para ser exhibido, pero no era suficiente. La magnificencia y pulcritud del mamut tendría que ser visualizada completamente, erguida, imponente.
Poco antes del 2010 se terminó de armar. Los directivos de la Casa de Morelos le hicieron un espacio entre las carretas virreinales para que la gente lo visitara. El mamut de Ecatepec había cobrado vida al fin.
Todo parecía ir excelente, pero las condiciones de su resguardo no eran las óptimas, por ello varios estados de la República lo solicitaron para mostrarlo mientras el municipio pensaba cómo solventar ese problema y así poder tenerlo en su poder siempre.
Guanajuato, con motivo de la celebración del Bicentenario del inicio de la independencia, fue el primer territorio que pisó este imponente animal sin pelaje que llegaba a vivir hasta 80 años. Más adelante llegó a Querétaro, Sinaloa, Baja California Sur, Guerrero, entre otros, donde siempre se mostró como “El Mamut de Ecatepec”.
“Siempre se enfatizó que provenía de Ecatepec. Se trata de cambiar, y esa parte de ponerle ‘El Mamut de Ecatepec’ por lo menos hacía que ya nos ubicaran en el espacio”, dijo Angélica Rivero, quien conoce más que nadie el discurso entorno al quinto municipio más poblado de México y donde la violencia impera, motivo por el cual la gente extranjera, hasta del mismo país, no se acerca prácticamente ni por error.
Su primera exposición fue sin armar, dentro de vitrinas (Foto: INAH)
A pesar de que en 2017 volvió a la Casa de Morelos, el sismo de septiembre de 2017 causó estragos. El recinto histórico se dañó y su restauración fue la excusa perfecta para prestar de nuevo al Mamut, que en total no había vivido ni siquiera dos años seguidos en su territorio natal.
Dos años más tarde, en 2019, regresó con la misión de ser apreciado por los habitantes de Ecatepec. Bajo la dirección de Vicente Camacho Lucario es colocado en la Capilla de San Juan, en la parte de atrás de la Casa de Morelos, donde se construyó un espacio museográfico.
Se inauguró una exposición, se regalaron trípticos con información, hasta el gobierno federal y medios de comunicación le abrieron un lugar en sus portales para dar difusión. Por fin, de nuevo, estaba en su hogar.
Ese mismo año cambió la dirección del Museo Casa de Morelos. Mario Rechy Montiel llegó con un objetivo claro: construir un mamutario. Según declaraciones realizadas, los planos ya estaban autorizados, sólo faltaban los 2 millones de pesos solicitados como presupuesto.
El dinero nunca llegó. Rechy y compañía le habían tomado cariño al mamut, a quien bautizaron como “Teclo” en honor a José María Morelos y Pavón, héroe de la independencia que fue fusilado en el museo que ahora lleva su nombre.
Mamut Ecatepec fue bautizado como «Teclo» (Foto: Guillermo Escobar)
Para el 2020 todo el panorama cambió. Una pandemia mundial azotó y provocó el cierre del recinto hasta este momento. Un nuevo cambio de dirigencia en el Museo detuvo el mamutario. De nuevo, Camacho Lucario tomó el timón, pero su sorpresiva muerte el 2 de junio de ese año dejó perplejo al municipio.
Casa de Morelos se quedó cerrada, sin director y sin mamut, pues otra vez fue prestado a recintos culturales del país. ¿Cuándo volverá? ¿Cómo será exhibido? ¿Dónde será colocado? Son preguntas que sólo el tiempo podrá responder.
Quizá una última esperanza llegue con el corredor cultural que se pretende construir. Este proyecto pretende unir el Albarradón, Casa de Morelos, Puente de Fierro y la tumba de Morelos. Tal vez un espacio para “Teclo”, o como gusten llamarlo, esté entre los planes del gobierno municipal.
O tal vez, como muchos ecatepenses, esté condenado a ser un migrante en busca de espacios donde logre sus objetivos, pues en este territorio pareciera que las puertas y ventanas están cerradas.