Unas 2.053 personas han muerto después de que un poderoso terremoto sacudiera el oeste de Afganistán, dijeron los talibanes este domingo, mientras la nación se tambalea por otro desastre natural en un momento de profunda crisis económica.
Los fallecidos fueron reportado en 13 aldeas de la provincia occidental de Herat. Zabiullah Mojahid, portavoz de los talibanes, dijo en una publicación en X, antes conocido como Twitter, que 1.240 personas resultaron heridas y 1.320 casas quedaron total o parcialmente destruidas.
Mojahid añadió que diez equipos de rescate llegaron a la provincia de Herat y también se enviaron al lugar alimentos, agua, medicinas y ropa.
El terremoto de magnitud 6,3 se produjo este sábado a 40 kilómetros al oeste de la ciudad de Herat, en la provincia de Herat, la tercera más grande de Afganistán.
Previamente, Abdul Wahed Rayan, un alto funcionario talibán del Ministerio de Información y Cultura, dijo a CNN que estimaban que cerca de 2.000 personas habían muerto. Pero ya entonces advirtió que esa cifra podría aumentar debido a las operaciones de rescate en curso y a las personas aún atrapadas bajo los escombros.
El terremoto inicial también se sintió en las provincias vecinas de Badghis y Farah y fue seguido por múltiples réplicas.
Evaluaciones anteriores de la ONU habían indicado una cifra menor: alrededor de 100 muertos y 500 heridos. Según la Oficina de Coordinación de Asuntos Humanitarios (OCAH) de las Naciones Unidas, cerca de 500 casas fueron destruidas y 135 edificios dañados.
«En total, se estima que 4.200 personas (600 familias) se han visto afectadas hasta la fecha», dijo la OCAH.
Las imágenes mostraban enormes montones de escombros y escombros después del derrumbe de los edificios. Multitudes de supervivientes se habían reunido en las calles en busca de seguridad.
«Se entiende que Mahal Wadakah es la aldea más afectada», dijo la ONU, informando de al menos 20 muertes. Otras zonas gravemente afectadas son Dasht Hows, Bahadorzai, Zoryan y Koshkak, añadió.
«Además, se estima que unas 300 familias (alrededor de 2.100 personas) han sido desplazadas a la ciudad de Herat, donde viven en edificios abandonados».
Los residentes limpian los escombros de una casa dañada. (Crédito: Mohsen Karimi/AFP/Getty Images)
Afganistán ha sufrido daños importantes a causa de una serie de terremotos recientes en medio de una grave crisis económica y de hambre en curso, que han matado y desplazado a decenas de miles de personas en conjunto.
El país ha sido durante mucho tiempo uno de los más pobres de Asia y ha sido devastado por conflictos durante décadas. Pero su capacidad para responder a los desastres naturales se ha visto aún más obstaculizada desde que los talibanes tomaron el poder en 2021 tras la caótica retirada de Estados Unidos, un acontecimiento que provocó la retirada de muchos grupos de ayuda internacionales.
También llevó a Washington y sus aliados a congelar alrededor de US$ 7.000 millones de las reservas extranjeras del país y a cortar la financiación internacional. La situación ha paralizado una economía que ya depende en gran medida de la ayuda.
La semana pasada, el Banco Mundial advirtió que dos tercios de las familias afganas enfrentan actualmente “importantes desafíos para mantener sus medios de vida”.
Eso hace que sea mucho más difícil para los afganos recuperarse de los terremotos, que son un fenómeno habitual en un país que a menudo experimenta actividad sísmica.
En marzo, un terremoto mortal sacudió el noreste de Afganistán, provocando que los residentes huyeran de sus hogares, derribando edificios enteros y provocando devastadores deslizamientos de tierra.
Los temblores también se sintieron en varias ciudades importantes de Pakistán y en lugares tan lejanos como la capital india, Nueva Delhi.
Un terremoto de magnitud 5,9 en junio pasado en las provincias orientales de Paktika y Khost, fronterizas con Pakistán, mató a más de 1.000 personas y envió a grupos de ayuda a luchar para llegar a las víctimas y sobrevivientes en áreas arruinadas por una infraestructura deficiente.
El terremoto coincidió con fuertes lluvias monzónicas y vientos que obstaculizaron en gran medida los esfuerzos de búsqueda y los viajes en helicóptero.
Y el 17 de enero de 2022, un terremoto de magnitud 5,6 sacudió Badghis, otra provincia occidental cerca de Herat, en la frontera con Turkmenistán, mató a más de 20 personas y redujo a escombros cientos de casas de ladrillo.
— Ehsan Popalzai de CNN contribuyó con este reporte.
Ariadna Camacho “La número 1”: Justicia con rostro humano para todo México
En tiempos donde México necesita confianza y esperanza en sus instituciones, platicamos de frente con Ariadna Camacho, quien aspira a convertirse en magistrada del Tribunal de Disciplina Judicial. Una mujer de trabajo, sencilla en el trato, pero firme en su vocación de servicio. Con años de experiencia en el derecho y en organismos nacionales e internacionales, Ariadna no viene a improvisar: viene a servir.
—¿Qué representa para ti buscar ser Magistrada en esta etapa de tu vida profesional?
“Es un sueño que abraza una enorme responsabilidad. Llegar al Tribunal sería la oportunidad de poner todo lo aprendido para lograr una justicia más transparente, más limpia, más cercana a la gente. La rendición de cuentas no debe ser una frase bonita, debe ser una realidad”.
—¿Qué aprendizajes de tu trayectoria te acompañan hoy?
“Me llevo en la maleta la sensibilidad que da el servicio público y la visión internacional de las mejores prácticas. Pero sobre todo, la empatía. Nunca olvidar que detrás de cada trámite, hay una persona que confía en nosotros”.
—¿Cuál consideras el principal reto del Poder Judicial?
“Recuperar la confianza de la gente. Que sepan que aquí sí hay justicia, que no todo está perdido. Para eso, hay que actuar con transparencia, ser claros, ser humanos y trabajar con todo el corazón”.
—¿Cómo acercar más la justicia a la ciudadanía?
“Hay que hablar su idioma, es el de todos, el que tú y yo consumimos diariamente. Simplificar los procesos, ser más accesibles. Hay que escuchar, acompañar, tender la mano, no solo emitir sentencias”.
—La corrupción sigue siendo un cáncer en el sistema. ¿Qué propones para combatirla?
“Cero, cero tolerancia. Blindar el sistema desde adentro, proteger a quien denuncia, y educar nuevas generaciones que entiendan que ser servidor público es un honor, no un beneficio personal”.
—¿Qué buenas prácticas internacionales deberían replicarse en México?
“La justicia restaurativa: que no solo se castigue, sino que se repare el daño. Y abrir de par en par los mecanismos de rendición de cuentas. Más derechos humanos, más transparencia”.
—¿Qué le dirías a los jóvenes que sueñan con integrarse al sistema de justicia?
“Que estudien, que trabajen duro, pero sobre todo, que nunca olviden que la justicia es para las personas. No es para el escritorio, no es para las estadísticas. Es para cambiar vidas”.
—Por último, Ariadna, ¿cuál es tu compromiso?
“Ser una magistrada que honre la confianza de México. Trabajar con integridad, con pasión y siempre con la frente en alto. Mi compromiso es con la justicia y con la gente, siempre con la gente”.