En las aguas del Pacífico peruano son masacrados miles de delfines para ser utilizados como carnada en la captura de tiburones, aunque esa práctica es ilegal en el país sudamericano.
El grupo londinense Ecologist Film Unit grabó recientemente una de las cacerías en una operación encubierta y publicó el material.
En un día limpio y soleado, el grupo se une a un barco pesquero en su viaje por las embravecidas aguas mientras se acerca cada vez más a unos delfines de color oscuro que nadan debajo de la proa del barco. La tripulación apunta un arpón contra la manada y se asegura de que llegue hasta el cuerpo de uno de los mamíferos.
El delfín sangra en abundancia y lo suben al navío, donde posteriormente muere casi de inmediato. Con un cuchillo afilado, un pescador peruano desuella el lomo del delfín y corta cuidadosamente el cuerpo en rebanadas delgadas.
Stefan Austermuhle, director ejecutivo del grupo de conservación de animales, Mundo Azul, dijo que aunque la legislatura de Perú prohibió la matanza de delfines en 1996, los pescadores continúan con el ataque a estos mamíferos.
El especialista calculó que cada año matan a más de 10,000 delfines en aguas peruanas.
A pesar de que la ley prohíbe la venta y el consumo de carne de delfín, Mundo Azul afirma que la ley no ha sido aplicada estrictamente y que falta sensibilización.
«En los últimos años ha aumentado la caza de tiburones. En Perú, la carne de tiburón es consumida en grandes cantidades, pero nos han dicho que las aletas son exportadas al lejano Oriente para preparar sopa de aleta de tiburón», dijo Jim Wickens, periodista investigador de Ecologist Film Unit.
Él fue testigo de la escena junto con el camarógrafo Alexander Reynoso, quien grabó la cacería de delfines.
El investigador trabajó con Mundo Azul en colaboración con el Centro Pulitzer para Reportar las Crisis y llevó a cabo la investigación encubierta al enviar informantes a bordo de los barcos pesqueros durante una semana.
«Vivíamos en condiciones realmente difíciles y tuvimos un clima realmente hostil, tuvimos que comer y dormir junto al cadáver desmembrado de un delfín durante varios días. Fue horrible», relató Wickens. Dijo que el barco en el que viajaba era uno de los cientos que salen a altamar en Perú y que durante la mayor parte del año cazan tiburones. El capitán dijo que en todos los barcos llevan arpones y buscan cazar de uno a tres delfines en cada viaje.
Los pescadores sabían que los extranjeros eran periodistas y les permitieron ir a bordo durante una semana a cambio de dinero para comprar combustible y la protección de su anonimato, aunque no conocían los alcances de su investigación.
Según Mundo Azul, las violaciones a estas regulaciones pueden castigarse con la suspensión de la concesión, las autorizaciones, los permisos o las licencias durante 180 días y de uno a tres años de cárcel.
El gobierno peruano prometió investigar los cargos y considera prohibir la pesca de tiburones para disuadir el uso de delfines como carnada.
«Lo vamos a evaluar y si descubrimos que esta es una práctica generalizada y que la pesca de una especie afecta a otra, entonces tomaremos medidas drásticas. Eso significa que usaremos las herramientas que tenemos a nuestra disposición, como la proscripción de la pesca de ciertas especies y la venta de otras», dijo Paul Phumpiu, viceministro de Pesca de Perú.
Tal vez sea difícil implementar una veda porque la caza de delfines tiene incentivos económicos.
El costo de la carnada de pescado ha subido año con año en Perú, según el pescador. Parece ser parte de la historia en todo el mundo, dijo Wickens. El que haya menos peces en el mar implica que es más costoso comprarlos.
Este no es un problema exclusivo de las costas peruanas.
Desde que el video fue publicado, los expertos del sureste asiático lo han contactado y le han dicho que esta práctica también podría suceder cerca de las aguas de Indonesia. Dijo que es difícil saber cuántos delfines son asesinados en todo el mundo porque esto ocurre sin que nadie lo sepa.
«Es un desastre para la conservación. Eliminan del ecosistema a un predador de la punta de la pirámide, lo cortan en pedazos y lo usan para atrapar a otro», dijo Wickens. «Como quiera que se vea, son malas noticias para el océano».
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