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Opinión

Matar a un periodista. Por Caleb Ordoñez Talavera

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El periodista Caleb Ordoñez asegura que México es un país donde ciertas profesiones sufren una amenaza persistente, por el simple hecho de hacer su trabajo; es el país más peligroso para uno de los oficios más apasionantes: el periodismo.

Caleb Ordóñez T.

Caleb Ordóñez Talavera

El ¨chato” no sabe exactamente lo que está sucediendo –es un perro que alguna vez fue rescatado- , solo espera pacientemente que la puerta de su hogar sea abierta de nuevo al llegar su dueña, algo que nunca sucederá.

Las patrullas y los servicios forenses acordonan la pequeña casa de la periodista Lourdes Maldonado, quien de acuerdo con los primeros informes, viajaba en su vehículo cuandofue objeto de un ataque armado y fue asesinada.

La espera del “chato” terminó siendo infinita; se le unieron un par de gatos que Lourdes también había adoptado. Unasniñas, vecinas de la periodista, llevaron comida a los animales y buscaron darles un poco de consuelo.

La asoladora imagen del fiel guardián de Maldonado esperando en la puerta de su hogar ha recorrido el mundo. Fue Yolanda Morales, amiga de Lourdes quien la subió a twitter y desde entonces ha logrado conmover a miles de personas; pero también hacer reflexionar sobre una desolada realidad que vivimos diariamente en nuestro país.

En este México ensangrentado, el duelo social es un constante padecimiento que ataca con sucesos violentos que nos suelen erizar la piel. La violencia con la que convivimos a diario nos puede llevar del temor, al enojo e incluso la búsqueda de venganza por nuestra propia mano.

México es un país donde ciertas profesiones sufren una amenaza persistente, por el simple hecho de hacer su trabajo. Es el país más peligroso para uno de los oficios más apasionantes: El periodismo. Y es que es enorme el grupo de personas que nos dedicamos a informar, quienes hemos sufrido la amenaza de muerte, alguna vez en nuestra vida.

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Texto de Caleb Ordoñez

Opinión

Duarte: de los bares de Chihuahua al Altiplano. Por Karen Torres

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En México y en la política, lo que parece pasado, siempre regresa para explicar el presente. Hay nombres que regresan una y otra vez como si fueran espectros empeñados en recordarnos las fracturas del sistema. Uno de ellos es César Horacio Duarte Jáquez, exgobernador de Chihuahua (2010-2016), figura central de uno de los expedientes de corrupción más voluminosos en la historia reciente del país.

Karen Torres A.

Y ahora, tras años de idas y venidas judiciales, vuelve a los titulares: la Fiscalía General de la República ordenó su recaptura y lo trasladó al penal de máxima seguridad del Altiplano.

Este episodio no ocurre en el vacío. Es parte de una historia que lleva casi una década escribiéndose entre detenciones, extradiciones, procesos fragmentados y una libertad condicional que muchos chihuahuenses vieron como una burla abierta.

Pero también es un movimiento político que envía un mensaje contundente: la nueva administración federal quiere que se entienda que, al menos en la Fiscalía, el viejo pacto de impunidad ya no opera “para algunos”. Y Duarte es la vívida señal, ojalá esto no se trate únicamente de justicia selectiva.

Duarte huyó de México en 2017, cuando la entonces Fiscalía de Chihuahua, bajo el gobierno de Javier Corral, integró al menos 21 órdenes de aprehensión en su contra. Los cargos eran amplios y concretos:

  • Peculado agravado por más de 1,200 millones de pesos,
  • Desvío de recursos públicos hacia campañas priistas,
  • Enriquecimiento ilícito,
  • Uso indebido de atribuciones y facultades
  • Y una red de empresas fantasma operadas desde su círculo íntimo.

Fue detenido en Miami el 8 de julio de 2020 en Estados Unidos. Ahí pasó 2 años mientras se resolvía un proceso de extradición. Finalmente, en junio de 2022, el gobierno estadounidense lo entregó a México bajo cargos de peculado agravado y asociación delictuosa.

Su llegada al país fue presentada por la Fiscalía como un triunfo institucional. Pero para Chihuahua comenzaba un capítulo distinto: la prisión preventiva en el Cereso de Aquiles Serdán, donde Duarte permaneció alrededor de 2 años más, entre audiencias diferidas, cambios de jueces y tácticas legales el caso se fue transformando en un rompecabezas jurídico que pocos lograron seguir con claridad.

Llegó la cuestionada libertad condicional de 2024: 

En agosto de 2024, en una audiencia sorpresiva, Duarte obtuvo libertad condicional bajo el argumento de que llevaba tiempo suficiente privado de la libertad y que su conducta había sido “adecuada”, sin haber recibido sentencia alguna.

La imagen era insólita: un político acusado de desviar más de mil millones de pesos, señalado de haber quebrado fondos públicos y endeudado al estado por generaciones…

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