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Matthew McConaughey comparte que fue violado por un hombre

Mattew McConaughey se ha ganado un lugar en el firmamento de Hollywood y a los 50 años ha decidido hacer repaso de su vida y desenterrar viejos secretos que la edad parece haber puesto en su sitio, al menos lo suficiente como para revelarlos ahora en Greenlights, la biografía que acaba de publicar. El contenido del libro es claramente optimista pero algunos de sus recuerdos sacan a la luz episodios dramáticos de su vida.

El más truculento de ellos se refiere a la violación que sufrió: “Un hombre abusó sexualmente de mí cuando tenía 18 años y estaba inconsciente en la parte trasera de una camioneta”. Poco más sobre un incidente que desvela pero en el que no profundiza y sobre el que solo añade que “nunca se sintió como una víctima”. También descubre en el libro que le azotaron hasta que sangraron las nalgas por hacerse un tatuaje de una marca de aperitivos cuando tenía 10 años y que le chantajearon para tener sexo por primera vez cuando tenía 15. “Estaba seguro de que iría al infierno por tener sexo antes del matrimonio”, añade entre sus confidencias.

Si no le han quedado huellas de estos episodios, como parece afirmar, lo que sí es cierto es que su experiencia ha debido de pesar a la hora de que a lo largo de su vida haya apoyado en diversas ocasiones a organizaciones que luchan contra la violencia sexual. En el libro solo trata, según él mismo ha contado, de retratarse como lo que es, un hombre al que la vida le sonríe pero al que nadie le ha regalado nada y ha tenido que superar duros baches en su ahora dorada existencia de estrella.

En las entrevistas que ha concedido para promocionar su libro también ha hablado sobre su pareja, la modelo brasileña Camila Alves, y su rol como padre de tres hijos, Levi, Vida y Livingston, de 12, 10 y ocho años. Frente a la televisiva Oprah Winfrey explicó cuál fue su primera reacción cuando conoció a su esposa: “No dije ¿quién es esa. Lo que dije fue ¿qué es eso”. Y luego me presenté, bromeó sobre la impresión que le causó. “Tuvimos una gran conexión. Esa noche hablé el mejor español y portugués que sabía, ¿sabes a lo que me refiero? Vino de algún lado”, explicó entre risas.

Recientemente también habló sobre Camila Alves con la revista People. Dijo que ante de conocerla estaba pasando por un momento en el que no estaba seguro de encontrar alguna vez a “la mujer indicada”. Había decidido que podía estar siendo demasiado exigente y que debía darse un descanso, algo así como decirse a sí mismo: “Espera, sé tú mismo. Ella llegará si tiene que llegar. y si no lo hace, no pasa nada, sigue siendo una buena persona”. Pero Camila se cruzó con él en una fiesta, “se movió de derecha a izquierda frente a mis ojos como si estuviera flotando”, y desde esa noche el actor reconoció que no quiso “pasar más tiempo con ninguna otra mujer, definitivamente no he querido acostarme con nadie más. No he querido tener hijos con nadie más que ella. Tenemos un amor que nunca cuestionamos”, afirmó Matthew McConaughey.

Sobre sus hijos ha dicho que los tres son “muy cariñosos y amables” y que él y su esposa –con quien se casó en 2012– no quieren aislarlos del mundo o del éxito que él ha conseguido como actor. “Lo que les hacemos saber es que la fama de papá, no define a papá. ¿Soy famoso? Sí, pero al mismo tiempo les decimos: ‘De ahí no proviene nuestro valor’. Nuestro mérito proviene de cómo estamos tratando de ser como personas, cómo somos como padres, cómo los amamos, cómo nos amamos. Mamá y papá no son perfectos pero tratamos de esforzarnos”, ha explicado en medios estadounidenses.

Matthew McConaughey fue uno de esos tipos que tenían a Hollywood a sus pies: proyectos de todo tipo, fiestas, éxito y muchas aventuras amorosas. Sin embargo, en apenas una década la vida del disoluto ganador del Oscar por Dallas buyers club se ha convertido en un hombre distinto: amante esposo, padre de familia numerosa y comprometido filántropo.

Un perfil que retrato en la entrevista que el matrimonio concedió a la revista británica Town&Country, que les dedicó este año la portada del que llaman su “número filantrópico”. Porque los McConaughey-Alves son ahora una pareja mucho más apartada del mundo de las alfombras rojas y centrado en las obras solidarias. Tal y como han dado a conocer, coordinan su fundación, llamada Just Keep Livin’ (“Sigue viviendo”), que da empleo a 84 profesores de 37 institutos en seis estados de EE UU y que ayuda a 3.000 estudiantes, la mayor parte de ellos con familias en el umbral de la pobreza.

Fue en el año 2008 cuando McConaughey y Alves tuvieron a su primer hijo y también cuando presentaron su fundación. Conocida también por sus iniciales, JKL, nació con una colaboración con solo dos colegios de Los Ángeles. Ahora esa asociación ha crecido exponencialmente y se ha convertido en un referente en la ciudad. Como explican, todos los estudiantes que lo deseen pueden participar en los programas de la fundación: ejercicio, yoga, aprendizaje nutricional, proyectos de fin de semana… que les ayudan a sentirse mejor en lo físico, lo mental y hasta lo espiritual, según el matrimonio. El actor contó entonces que tres años después de su estreno, al preguntar a los alumnos de uno de esos institutos sobre JKL, uno de ellos contó que gracias a esta iniciativa había logrado encontrar un lugar sin violencia cuando acababan las clases.

Lejos de regodearse en su actividad filantrópica, el actor no olvidó decir que se considera todo un hedonista. “Siempre lo he sido, y tener una fundación es hedonismo en mayúsculas. Ser capaz de dar en distintos modos es siempre un esfuerzo egoísta. Me siento bien al ver una sonrisa o al escuchar a un joven decir ‘gracias’. ¿A eso se le llama un acto desinteresado? Yo lo llamo un acto egoísta”.

Fuente: El País

Revista

Demasiado pronto para un smartphone: advierten sobre graves efectos en la salud mental de menores de 13 años

Un estudio global reciente ha encendido las alarmas sobre el impacto negativo de los smartphones en la salud mental de niños menores de 13 años. La investigación, publicada en el Journal of the Human Development and Capabilities, analizó respuestas autodeclaradas de casi 2 millones de personas en 163 países y encontró que cuanto antes un menor accede a un teléfono inteligente, más probabilidades hay de que experimente efectos perjudiciales.

Entre los hallazgos más preocupantes están el aumento de pensamientos suicidas, dificultades en la regulación emocional, baja autoestima y desconexión con la realidad. Los efectos fueron especialmente marcados en niñas.

“El uso temprano del smartphone suele implicar acceso prematuro a redes sociales, lo que a su vez puede desencadenar acoso digital, alteraciones del sueño y deterioro de las relaciones familiares”, explicó Tara Thiagarajan, autora principal del estudio y fundadora de la organización sin fines de lucro Sapien Labs, encargada del levantamiento de datos.

Un llamado urgente a la acción global

La contundencia de los resultados llevó a los investigadores a proponer restricciones internacionales que limiten el uso de smartphones y redes sociales a menores de 13 años. “Se requiere una acción inmediata y global para proteger a los niños de entornos digitales que aún no están preparados para gestionar con madurez”, afirmó Thiagarajan.

El estudio no solo se centró en indicadores comunes como ansiedad o depresión, sino que analizó aspectos menos explorados como la autoimagen y la capacidad de gestionar emociones, revelando una correlación directa entre el uso temprano de dispositivos y el deterioro del bienestar psicológico.

¿Qué pueden hacer los padres?

Expertos como Melissa Greenberg, psicóloga clínica del Princeton Psychotherapy Center, recomiendan iniciar conversaciones comunitarias entre padres para acordar de manera conjunta retrasar la entrega de teléfonos inteligentes a sus hijos. Iniciativas como “Wait Until 8th” («Espera hasta el 8vo grado» – Equivalente a 2do de Secundaria) permiten a las familias comprometerse colectivamente a posponer la entrega de dispositivos hasta después de los 13 años.

Asimismo, sugiere buscar escuelas con políticas estrictas sobre el uso de smartphones en campus o exigir cambios en los reglamentos escolares. Thiagarajan advierte que los padres no pueden enfrentar este problema solos: “Incluso si prohíbo a mis hijas usar redes sociales, estarán expuestas a ellas a través de otros niños en la escuela o eventos extracurriculares. Es un asunto social, no solo familiar”.

¿Y si ya tienen un teléfono?

Greenberg aconseja no caer en el pánico. “Si ya le diste un smartphone a tu hijo, puedes ajustar el rumbo”, asegura. Recomienda establecer controles parentales, desinstalar ciertas apps, cambiar a un teléfono básico o simplemente limitar el uso.

Para aquellos padres que enfrentan resistencia, sugiere esta frase:
“Cuando te dimos tu teléfono, no sabíamos todo lo que ahora sabemos sobre cómo podría afectarte. Los científicos están aprendiendo más cada día, y queremos hacer lo mejor para ti”.

Aceptar que también los adultos luchan contra el uso excesivo del celular puede ayudar a los menores a comprender que es una dificultad compartida.

Un punto de inflexión para la crianza

Investigadores como el psicólogo social Jonathan Haidt, autor del libro “The Anxious Generation”, coinciden en que retrasar el acceso a redes sociales hasta los 16 años es una de las mejores decisiones que pueden tomar los padres hoy.

La evidencia es clara: dar un smartphone a un niño antes de los 13 puede tener consecuencias serias y duraderas. En un mundo cada vez más digitalizado, tal vez la verdadera rebeldía —y protección— esté en apagar el teléfono.

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