Más de 60 mil millones de deuda. Esto dejará en pasivos el actual gobierno, entre los 23 mil millones de pesos que reconocen plenamente como deuda, 19 mil millones de pesos por fideicomisos carreteros, tres mil millones de pesos de fideicomiso tasa cero, los seis mil millones que acaba de aprobar el Congreso, y a esto hay que sumarle, todavía, un déficit presupuestal de 4.5 millones de pesos, y adeudos con proveedores que podrían superar los 9 mil millones de pesos.
Medalla olímpica en endeudamiento se lleva esta administración, al romper el récord de todos los anteriores gobernadores que ha tenido Chihuahua, incluso juntos todos ellos. El problema no es sólo ese, sino que esa millonada no se sabe dónde fue a parar, porque en obra, inversión pública, transporte o algo de beneficio para la ciudadanía, pues de plano no. Así, Duarte es el Michael Phelps del endeudamiento, la opacidad y la falta de resultados.
¿Dónde irán a parar los seis mil millones de pesos recién aprobados por el Congreso?, también uno de los más indignos de la historia, sino es que el más, pues su labor se limitó a aprobar prácticamente todas las iniciativas que les enviaban de Palacio, las cuales ni presentaron ni mejoraron ni analizaron ni nada. Simplemente usaron la mano derecha para aprobar y la izquierda para cobrar. La oposición tampoco fue ejemplar que digamos.
Hay cuentas públicas pendientes. Marco Adán Quezada, Héctor Murguía y el propio César Duarte tienen todavía pendientes ante el legislativo, pues como nunca esperaron perder dejaron reposar muchas cuentas públicas para usarlas como armas políticas contra alcaldes indisciplinados. Ahora no hallan qué hacer para resolverlas.
Será para pagar favores y campañas fallidas. Así aseguran las fuentes del gobierno entrante, que ya anunciaron públicamente que se analizarán con lupa los desfalcos, pues de que los hay los hay. Sólo queda pendiente demostrarlos y el largo camino para llevar a los responsables a rendir cuentas ante la justicia, para lo cual será necesario desmantelar un pegajoso caparazón político, judicial y hasta económico.
El gobernador sigue con su cantaleta. Que la deuda no es deuda, que no se robó nada, que tiene la frente en alto, que todo son rumores. Lo cierto es que para la aprobación de dicha deuda se mintió descaradamente, como ya incluso aceptaron los mismos diputados del PRI. Le vieron la cara al juez en sus narices y están decididos a quemar la tierra antes que entregarla.
Ya empezaron a sufrirla. Los burócratas de todos los niveles ya no reciben fichas para celular. No hay café, y algunos tienen que poner gasolina y viáticos de su bolsa. Patrullas y otros vehículos prioritarios están paralizados, y los servicios básicos de Chihuahua ya no operan al cien por ciento, esto a pesar de la descomunal deuda. Algo anda muy mal ¿no?
Preocupa el repunte en la inseguridad. Ciudad Juárez se está volviendo otra vez una matadera, mientras el gobernador habla como si ya no fuera su problema. Ayer durante una gira por la frontera señaló que la administración entrante debe mejorar o cuando menos mantener la seguridad como está actualmente. Dios nos agarre confesados si se mantiene el índice de desapariciones de Cuauhtémoc o la violencia en la Sierra, por no hablar de la frontera.
En Chihuahua no hay paz ni justicia. La baja en la matazón obedece a un pacto entre narcos, quienes se pelearon las rutas de trasiego. Unos ganaron, otros perdieron y entre los que quedaron se reparten el negocio. Jamás se llevó ante la justicia a los asesinos, no se esclarecieron los casos, los beneficiados gozan de los millones ganados a costa de sangre y los meros meros siguen encumbrados. Ahora sólo falta que los narcos con vínculos gubernamentales empiecen a darle palazos al panal para alborotar al mosquero.
Viejos fracasos para viejos problemas. Así es la lógica de los encargados de la seguridad en la frontera, que devolvieron las células mixtas, los operativos militares y todas esas acciones que demostraron ser contraproducentes. Si no es suficiente con tener a los cárteles operando a sus anchas, ahora los juarenses deben soportar a un cártel más, el cártel institucional.
Crece la irritación popular. El activista Jaime García Chávez ya se puso en pie de guerra y está midiéndole el agua a los camotes para armar otra movilización contra quienes aún gobiernan. Hace bien. La vez pasada lanzó la convocatoria a tontas y a locas y eso provocó que se desatara el caos, algo que no le conviene a nadie más que a los que van saliendo, pues así dan la impresión de que al nuevo gobierno se le va el orden de las manos. El apoyo no es el mismo. Sin Javier Corral Unión Ciudadana pierde a su activo más fuerte.
También está el show de la impugnación. A muchos sorprendió que el CEN del PRI diera luz verde a este ridículo orquestado por el PRI de Guillermo Dowell. De fondo podría estar una estrategia de presión contra el INE, para demostrar que su injerencia en los estados provoca más problemas que soluciones. Todo esto con miras a allanar el camino hacia la elección del Estado de México, aunque se lleven al priísmo chihuahuense entre las patas.
Las grillas se expanden a la UACh. Una es la guerra sucia desde perfiles de redes sociales falsos contra el doctor Jesús Robles Villa, uno de los aspirantes a la rectoría con mayor calado ético, pues cuenta con una larguísima trayectoria en la que su honestidad y capacidad han sido la constante.
Un amplio currículum es con el que cuenta, que abarca en lo académico tres licenciaturas, una maestría y dos doctorados. Habla cuatro idiomas y está aprendiendo chino. Ha sido director de la Facultad de Contaduría y Administración, y profesor en la misma y en el Tec de Monterrey. En lo laboral ha sido desde secretario de Educación en el sexenio de Francisco Barrio, hasta director de empresas grandes como Yves Rocher o contralor de todo Grupo Bimbo.
Otros interesados con posibilidades son el director de Medicina, Jesús Benavides, y el de Filosofía y Letras, Luis Fierro. También andan movidos el director de Odontología, Gustavo Alatorre, el de Derecho, Enrique Carrete. Sin posibilidades, pero haciendo su luchita, están Alfredo De la Torre, quien trae en la frente no sólo la marca PRI sino la reciente y aplastante derrota rumbo a la sindicatura, y hasta Marcelo González Tachiquín se ha visto merodeando.