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Opinión

Menonitas: En prueba de fuego por COVID-19

Itali Heide

Los menonitas son conocidos por ser trabajadores, dedicados e ingeniosos en todos los aspectos de su día a día. Se han convertido en una de las fuerzas impulsoras detrás de la vitalidad económica en la región chihuahuense, incluso protegiéndose de colapsos económicos mundiales a través del crédito centralizado y su sentido de comunidad.

Estas cualidades han sostenido admirablemente a la comunidad durante los casi 100 años que llevan habitando en México, funcionando como una guía moral a través de los obstáculos encontrados. Cuando llegó 2020, nadie pensó que se verían amenazados por una pandemia mundial, mucho menos que los afectaría fuertemente.

Ante un incremento alarmante de casos de COVID-19 y enfermos que coinciden con los síntomas de este virus en la región, funcionarios gubernamentales y profesionales médicos han expresado sus preocupaciones a la comunidad menonita. Aunque el virus está impactando a todo el estado, no podemos negar el hecho de que está llegando a niveles inquietantes dentro de los campos menonitas.

Cuando la noticia de un virus global comenzó a circular, las personas se mantuvieron en calma. Conforme se fueron implementando medidas de higiene estatales dentro del ámbito económico, social y cultural, se convirtió en un tema controversial.

¿Incredulidad o terquedad?

Como es costumbre en la era digital, las noticias falsas y el escepticismo eclipsaron la seriedad de las implicaciones que podría tener COVID-19 no solo en la comunidad, sino en Cd. Cuauhtémoc y sus alrededores.
Cuando el semáforo del Estado cambió de rojo a naranja, muchas personas hicieron caso omiso a las medidas preventivas, regresando a las actividades de manera normal.

Las ‘fake news’ en redes sociales alimentan el escepticismo.

Mientras que los primeros casos de COVID en la región comenzaban a registrarse, la actividad en el Corredor Comercial Manitoba siguió activa para poder apoyar a la economía local, dando trabajo a cientas de personas de las comunidades menonitas y de los municipios aledaños. Este movimiento dentro de los campos menonitas puso en riesgo a todos a estar expuestos de contraer el virus y llevarlo a sus hogares, negocios, iglesias, eventos sociales y familias.

La incertidumbre sobre el origen y la seriedad del virus llevó a la minimización y el escepticismo en algunos establecimientos en cuanto a las medidas de higiene indicadas por el Estado, tales como el uso de cubrebocas en empleados y clientes, y la suspensión de actividades no esenciales.

Debido a que gran parte de la actividad de Cd. Cuauhtémoc se lleva a cabo en el Corredor Comercial Manitoba, se dispararon los casos con síntomas que apuntan al COVID-19.

La disminución de las medidas de higiene propagó aún más el virus.

Un brote real

Ante la preocupación del incremento de hospitalizados y enfermos dentro de la comunidad, el Presidente Municipal Romeo Antonio Morales Esponda, junto con el personal de la Jurisdicción Sanitaria de Salud y Protección Civil acudieron al Campo 101 a realizar pruebas aleatorias de COVID-19. De las 30 personas que permitieron que se les hiciera la prueba, 6 resultaron positivas, todas asintomáticas.

Seis de las 30 pruebas fueron positivas. / Gobierno Municipal de Cuauhtémoc

Como integrante de la comunidad menonita en Cuauhtémoc, me preocupa y consterna la situación actual que estamos viviendo.
Ante ataques en los medios que buscan criticar y culpar a los menonitas por la propagación del virus en la región, es importante recordar que la región entera, sin importar la religión, cultura, afiliación política, o posición social, carga consigo la responsabilidad de este incremento. Desafortunadamente, las consecuencias de estos actos están pegando fuerte en la comunidad, dándonos una oportunidad de estar a la altura de las circunstancias.

Como comunidad, debemos tomar responsabilidad por nuestros actos individuales y colectivos que han puesto en riesgo las vidas de los que nos rodean.

La comunidad menonita se enorgullece de ser trabajadora, honesta, disciplinada, higiénica, empática y hacer del mundo un lugar mejor, día a día. Nunca ha habido un momento más importante para recordar y poner en práctica estos valores intrínsecos que forman parte de nuestra identidad.

Debemos confiar lo suficiente en nuestro valor como cultura para aceptar el papel que desempeñamos en la pandemia, y lo suficientemente fuertes para cambiar nuestro comportamiento de manera drástica y eficaz para la mejoría de la comunidad.

A partir de este momento, tenemos dos opciones: servir como un ejemplo de los valores que apreciamos y cambiar nuestro comportamiento, o quedarnos de brazos cruzados mientras que este peligroso virus afecta a los que queremos. Nuestra honra está puesta en prueba, y la comunidad cuenta con todo lo necesario para recuperar los méritos que nos han sostenido por años.

Se requerirá compromiso colectivo para fomentar la salud pública. / Gobierno Municipal de Cuauhtémoc

De la misma forma en la que los valores han apoyado la propagación del virus y un fuerte aumento en los casos, se utilizarán para hacer lo contrario también. Se necesita un fuerte sentido de comunidad, disciplina, ética de trabajo y empatía para mejorar la situación en la que se encuentra la comunidad menonita y sus alrededores.
A medida que crece la conciencia colectiva, se está fomentando un cambio en la conciencia acerca de las medidas que deben tomarse para evitar que la situación se intensifique.

Cuauhtémoc es la región de las tres culturas. Este momento importante en la historia, nos obliga a estar unidos contra el COVID-19.
Se nos ha enseñado una lección: el virus no respeta fronteras, culturas, religiones, o cualquier otra objeto de separación entre las personas.

Cada uno de nosotros nos enfrentamos a la misma fuerza invisible que ha infiltrado los rincones del mundo. La solución, aunque compleja, es simple en teoría: debemos unirnos y trabajar en conjunto para proteger nuestras comunidades.

‘Solos podemos hacer tan poco, juntos podemos hacer mucho más.’ – Hellen Keller

Opinión

La semilla. Por Raúl Saucedo

Libertad Dogmática

El 4 de diciembre de 1860 marcó un hito en la historia de México, un parteaguas en la relación entre el Estado Mexicano y la Iglesia. En medio de la de la “Guerra de Reforma», el gobierno liberal de Benito Juárez, refugiado en Veracruz, promulgó la Ley de Libertad de Cultos. Esta ley, piedra angular del Estado laico mexicano, estableció la libertad de conciencia y el derecho de cada individuo a practicar la religión de su elección sin interferencia del gobierno.

En aquel entonces, la Iglesia Católica ejercía un poder absoluto en la vida política y social del país. La Ley de Libertad de Cultos, junto con otras Leyes de Reforma, buscaba romper con ese dominio, arrebatándole privilegios y limitando su influencia en la esfera pública. No se trataba de un ataque a la religión en sí, sino de un esfuerzo por garantizar la libertad individual y la igualdad ante la ley, sin importar las creencias religiosas.
Esta ley pionera sentó las bases para la construcción de un México moderno y plural. Reconoció que la fe es un asunto privado y que el Estado no debe imponer una creencia particular. Se abrió así el camino para la tolerancia religiosa y la convivencia pacífica entre personas de diferentes confesiones.
El camino hacia la plena libertad religiosa en México ha sido largo y sinuoso. A pesar de los avances logrados en el lejano 1860, la Iglesia Católica mantuvo una fuerte influencia en la sociedad mexicana durante gran parte del siglo XX. Las tensiones entre el Estado y la Iglesia persistieron, y la aplicación de la Ley de Libertad de Cultos no siempre fue consistente.
Fue hasta la reforma constitucional de 1992 que se consolidó el Estado laico en México. Se reconoció plenamente la personalidad jurídica de las iglesias, se les otorgó el derecho a poseer bienes y se les permitió participar en la educación, aunque con ciertas restricciones. Estas modificaciones, lejos de debilitar la laicidad, la fortalecieron al establecer un marco legal claro para la relación entre el Estado y las iglesias.
Hoy en día, México es un país diverso en materia religiosa. Si bien la mayoría de la población se identifica como católica, existen importantes minorías que profesan otras religiones, como el protestantismo, el judaísmo, el islam y diversas creencias indígenas. La Ley de Libertad de Cultos, en su versión actual, garantiza el derecho de todos estos grupos a practicar su fe sin temor a la persecución o la discriminación.
No obstante, aún persisten desafíos en la construcción de una sociedad plenamente tolerante en materia religiosa. La discriminación y la intolerancia siguen presentes en algunos sectores de la sociedad, y es necesario seguir trabajando para garantizar que la libertad religiosa sea una realidad para todos los mexicanos.

La Ley de Libertad de Cultos de 1860 fue un paso fundamental en la construcción de un México más justo y libre. A 163 años de su promulgación, su legado sigue vigente y nos recuerda la importancia de defender la libertad de conciencia y la tolerancia religiosa como pilares de una sociedad democrática y plural.
Es importante recordar que la libertad religiosa no es un derecho absoluto. Existen límites establecidos por la ley para proteger los derechos de terceros y el orden público. Por ejemplo, ninguna religión puede promover la violencia, la discriminación o la comisión de delitos.
El deseo de escribir esta columna más allá de conmemorar la fecha, me viene a deseo dado que este último mes del año y sus fechas finales serán el marco de celebraciones espirituales en donde la mayoría de la población tendrá una fecha en particular, pero usted apreciable lector a sabiendas de esta ley en mención, sepa que es libre de conmemorar esa fecha a conciencia espiritual y Libertad Dogmática.

@Raul_Saucedo
rsaucedo@uach.mx

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