Cuando estaba estudiando su doctorado en ingeniería nuclear en la Universidad de Arizona, en Estados Unidos, José Alfredo Mascorro hizo un corto viaje a Cuernavaca (Morelos) como parte de su proyecto académico. Eran los años 90 y este ingeniero mexicano se impresionó con una situación: se entrevistó con personas que ya habían concluido su doctorado y que en aquél entonces cobraban en México unos 800 dólares al mes. “Era lo que yo ganaba como ayudante de profesor en Arizona”, cuenta.
Mascorro decidió quedarse en Estados Unidos. “Las reglas migratorias en aquél entonces no estaban tan estrictas”, recuerda. Actualmente trabaja en San Diego (California) como ingeniero mecánico desarrollando soluciones para mejorar la eficiencia de edificios. Su caso revela otra cara de la inmigración hacia Estados Unidos: México es también el principal emisor en América Latina de migrantes cualificados (personas que concluyeron el nivel de educación terciaria) a países miembros de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE).
De acuerdo con la profesora Luciana Gandini, del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la Universidad Autónoma de México (UNAM), alrededor del 13,5% de mexicanos con un nivel de posgrado se encuentra en Estados Unidos. Un fenómeno que coincide con un boom en el número de mexicanos que alcanzaron los grados de maestría y doctorado: aumentaron de 354.000 en el año 2000 a más de un millón de personas 15 años después. “En estos años hubo un incremento de población que adquirió posgrado en México, lo que podría significar que el aumento de la migración cualificada fuese una consecuencia de este aumento”, afirma Gandini.
Gandini lleva años investigando la migración cualificada y es la coordinadora del Seminario Universitario de Estudios sobre Desplazamiento Interno, Migración, Exilio y Repatriación (SUDIMER) de la UNAM. El camino hacia el vecino del norte suele ser más fácil para el llamado migrante cualificado: las probabilidades de que cuente con una invitación o una oferta de empleo en el país de destino son mayores, lo que facilita la integración.
Sin embargo, esto no significa que los mexicanos con estudios superiores no se enfrenten a dificultades a la hora de migrar. De acuerdo con Gandini, también son comunes los casos en que una persona no encuentra un empleo de acuerdo con sus cualificaciones en Estados Unidos u otros países de la OCDE y acepta trabajar en otras ocupaciones, porque en estas naciones se pueden encontrar salarios mayores. “También existe lo que llamamos desperdicio formativo, cuando no hay una exacta correspondencia entre el nivel educativo y el puesto que se ocupa [en el país de destino]”, explica la investigadora.
El boom de la educación superior que se registró en México en los años noventa no es la única explicación para el gran número migrantes cualificados que deciden marcharse a Estados Unidos. Igual que los migrantes con niveles más bajos de estudio, la migración cualificada también se ralentizó tras la crisis financiera del 2008, pero a un ritmo menos intenso. “Esto nos hace pensar que la migración cualificada tiene una dinámica distinta”, dice Gandini.