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México está preparado para enfrentar el impacto de la operación militar de Rusia en Ucrania: AMLO

México está preparado para enfrentar los efectos económicos derivados de la operación militar de Rusia en Ucrania, afirmó el presidente Andrés Manuel López Obrador.

“Estamos nosotros, desde hace algún tiempo, preparados para que, si nos aumenta mucho el precio del gas de importación, podamos echar a andar todas las plantas de generación de energía eléctrica que no requieren gas’’.

Informó que para evitar el aumento en los costos de la energía eléctrica, hay un plan para actuar.

“Por ejemplo, producir más energía eléctrica con agua. Vamos a echar a andar a toda su capacidad las hidroeléctricas y otras medidas que estamos ya tomando. Estamos preparados para que no haya apagones, que no falte la luz y que no aumente el precio.

“En el caso de las gasolinas, igual. Hay un subsidio, para decirlo con claridad, de modo que aunque aumente el precio de la gasolina de importación, porque aumenta el precio del petróleo crudo, que esto no se traslade a los consumidores.

“Que mantengamos el precio de las gasolinas, está acordado, que no aumente el precio por encima de la inflación. Entonces, estamos preparados con ese propósito y vamos a estar pendientes.

Destacó que durante su gobierno no ha habido devaluación, lo que calificó de “hecho histórico. Entonces, ahora puede estar subiendo (el precio del dólar) por esta situación, pero tenemos margen y esperemos que pronto se normalice la situación en Ucrania; que haya diálogo y se resuelva esto’’.

Durante la conferencia de prensa que ofreció esta mañana en Palacio Nacional, afirmó que su posición es contraria a la guerra en cualquier parte del mundo.

“No queremos la guerra en ningún lado, en ninguna parte; no queremos que la gente sufra, no queremos que la población civil sea afectada. No queremos la confrontación bélica, esa es nuestra postura’’.

Opinión

Emilia Pérez: Una Mirada Cuestionada sobre México Por: Sigrid Moctezuma

En un mundo donde el cine es tanto un arte como una poderosa herramienta de representación cultural, las películas que abordan la identidad de un país llevan consigo una gran responsabilidad. Tal es el caso de Emilia Pérez, una cinta que, aunque prometía ser un relato innovador, ha generado un torrente de críticas por su visión estereotipada y su superficialidad al retratar la cultura nacional.

Descrita por sus creadores como un “narco-musical”, Emilia Pérez sorprendió al ganar cuatro Globos de Oro, lo que dejó en evidencia una desconexión entre las audiencias internacionales y la percepción mexicana. Mientras en el extranjero se celebra como un experimento cinematográfico audaz, aquí ha sido criticada por perpetuar clichés culturales que parecen sacados de una postal turística, ignorando las complejidades del México actual. Aunque su mezcla de comedia, drama y música despertó curiosidad inicial, para muchos terminó siendo un recordatorio de cómo los estereotipos siguen dominando la narrativa global.

Uno de los puntos de mayor desagrado ha sido la manera en que la película aborda temas sensibles como la identidad de género y la narcocultura. Si bien es positivo que estas cuestiones tengan espacio en la narrativa cinematográfica, en Emilia Pérez se sienten tratadas con una ligereza que no honra su trascendencia. Los personajes, en lugar de reflejar matices reales, se convierten en caricaturas que difícilmente conectan con el público.

Las críticas no solo vienen de los espectadores, sino también de sectores especializados en cine y cultura. Se ha señalado que la película parece diseñada para un público extranjero que consume el «México pintoresco», mientras ignora las voces y experiencias auténticas que definen al país. Lo que representa una oportunidad desperdiciada para proyectar un discurso que sea fiel a nuestra riqueza cultural y social.

Este fenómeno no es nuevo en el cine. Muchas producciones internacionales han intentado capturar supuestamente nuestra esencia, pero terminan cayendo en la trampa: el mariachi omnipresente, las cantinas llenas de tequila y la violencia gratuita. Emilia Pérez, desafortunadamente, parece sumar su nombre a esta lista.

No obstante, este tipo de reacciones también abre un espacio importante para la reflexión. La discusión que surge de estas películas pone sobre la mesa la necesidad de que seamos nosotros quienes contemos nuestras propias historias, desde múltiples perspectivas. Es imperativo que el relato cinematográfico internacional comience a escuchar más atentamente las voces locales y trabajen en colaboración para evitar simplificaciones que diluyan nuestra esencia.

En un mundo donde las plataformas digitales hacen que el cine viaje más rápido que nunca, la responsabilidad de representar adecuadamente a un país se vuelve aún más crucial. La recepción de Emilia Pérez debería servir como un recordatorio de que no somos un concepto único y fácil de definir, sino una amalgama compleja de historias, tradiciones y modernidades.

Quizá, en el futuro, podamos ver más producciones que tomen este desafío en serio, dejando de lado las visiones simplistas. Porque México, con todas sus luces y sombras, merece ser contado con verdad y profundidad.

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