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México, el segundo que más gasta en importar gasolinas

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México se ubicó como el segundo importador de gasolina a nivel mundial, sólo superado por Estados Unidos, mientras se prevé que las importaciones mexicanas sigan creciendo lo mismo por la limitada capacidad de refinación interna que por la apertura comercial de ese energético.

En el 2015, las compras externas mexicanas de gasolina sumaron 13,410 millones de dólares, a la vez que las importaciones estadounidenses fueron por 20,458 millones de dólares.

La reforma energética de México contempla que en el 2017 se permita la libre importación de gasolinas y diesel, y en el 2018 se liberen los precios de dichos combustibles eliminando la actual banda de precios.

México importó 12,694 millones de litros en la primera mitad del 2016, por un valor de 4,938 millones de dólares, de acuerdo con datos de la Secretaría de Economía.

Del total de su consumo doméstico de gasolina, México importa casi 45%, y enfrenta una necesidad de mejorar sus refinerías existentes para cumplir las normas ambientales y ampliar la oferta.

En un reporte, la consultoría IHS indicó que las aperturas en el sector de la energía en México impulsarán la competitividad económica del país y representan una gran oportunidad estratégica y de negocio para Estados Unidos.

El tercer mayor importador de gasolinas fue Singapur, con 12,757 millones de dólares, seguido por Corea del Sur (11,730 millones), Holanda (11,290 millones) y Japón (11,127 millones).

Estos montos incluyen, además de gasolinas, otros aceites ligeros y preparaciones, que para el caso de México sólo abarcaron 3.3% de su cifra correspondiente. A principios de agosto, Pedro Joaquín Coldwell, secretario de Energía, dijo que Petróleos Mexicanos (Pemex) negocia con al menos tres grupos empresariales la construcción de refinerías en México para incrementar la producción de gasolinas.

A pesar de que México se ubica entre los grandes exportadores petroleros a nivel mundial, es un importador neto de productos refinados del petróleo, porque no tiene suficiente capacidad de refinación para satisfacer su demanda interna, ni se han hecho las nuevas inversiones necesarias para procesar crudos pesados como el Maya.

México cuenta con seis refinerías con una capacidad total de 1.54 millones de barriles por día, pero en los últimos años ha operado por debajo de su capacidad debido a contratiempos operativos.

Hasta ahora, más que en la industria de la refinería, la primera gran inversión se ha anunciado en el rubro de transporte de gasolina tras la reforma energética. El mes pasado, TransCanada anunció que se asoció con Sierra Oil & Gas y Grupo TMM para construir una terminal marítima y un ducto de 800 millones de dólares en Tuxpan, obras que permitirán transportar gasolina, diesel y combustible para aviones al centro de México.

 

 

El Economista

México

Senado aprueba Ley General de Aguas en medio de acalorado debate y críticas de oposición

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El Senado mexicano aprobó este jueves, con 85 votos a favor y 36 en contra, el proyecto de decreto que expide la Ley General de Aguas y reforma diversas disposiciones de la Ley de Aguas Nacionales, en un contexto de creciente presión sobre los recursos hídricos del país por sequías, conflictos por concesiones, crecimiento urbano y alta demanda del sector agrícola.
La minuta fue remitida al Senado por la Cámara de Diputados, que la aprobó tras 24 horas de acaloradas discusiones. La iniciativa deriva de una propuesta de la presidenta Claudia Sheinbaum para regular el derecho humano al acceso, disposición y saneamiento del agua, así como priorizar su consumo humano y doméstico ante autorizaciones, permisos, concesiones y asignaciones del recurso.
El senador Óscar Cantón Zetina, de Morena, aseguró que el centro de este proyecto es la persona y no los grandes acaparadores de agua, pues se crea un trinomio virtuoso entre tierra, agua y gente. Afirmó que la legislación es la mayor aliada de los productores y campesinos de México, ya que elimina la visión mercantilista del agua y la regresa a su dueño legítimo, que es el pueblo de México.
La senadora del PAN, Verónica Rodríguez, señaló que esta reforma convierte el agua en un instrumento de manipulación política y electoral. Apuntó que le da al gobierno federal la posibilidad de decidir de manera discrecional quién mantiene su concesión, quién la pierde, a quién le reducen volúmenes de agua y a quién sí le permiten operar, lo que demuestra que es peligroso para la democracia, el campo, la seguridad alimentaria y las familias.
Carolina Viggiano, del PRI, advirtió que el proyecto no contó con estudios económicos ni presupuestales, no cuenta con análisis de impacto financiero y tampoco se asegura inversión para la infraestructura, operación ni vigilancia de los sistemas de agua. Además, señaló que no se consultó a los pueblos originarios.
Luis Donaldo Colosio, de Movimiento Ciudadano, indicó que los cambios abren la puerta a más control gubernamental sin contrapesos reales, a más trámites y a más incertidumbres para el campo mexicano. Afirmó que se concentran atribuciones en la Comisión Nacional del Agua sin reglas claras, crece el riesgo de arbitrariedad, corrupción, favoritismos y castigo político, además de que se crea incertidumbre en la asignación de derechos y volúmenes, lo que desincentiva la inversión, la tecnificación y frena proyectos.
La nueva Ley General de Aguas establece que las concesiones para el uso del vital líquido no podrán ser intercambiadas entre particulares, con la obligatoriedad de que sea la Conagua la que las distribuya de nuevo.
La discusión y aprobación en las Cámaras de Diputados y Senadores ocurre en un contexto donde el sector agrícola consume cerca del 75 por ciento del agua disponible para consumo en el país.

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