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Miguel Ángel llega al Palacio de Bellas Artes

EL Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (Conaculta) y el Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA), a través del Museo del Palacio de Bellas Artes, presentan “Miguel Ángel Buonarroti. Un artista entre dos mundos”, exposición que reúne 29 obras del artista florentino, así como 45 piezas de artistas cercanos a Buonarroti. La muestra estará abierta al público a partir de este viernes 26 en la Sala Nacional del recinto.

El objetivo principal de la exposición es presentar la trayectoria del creador mediante dibujos, óleos, documentos y esculturas que permitirán apreciar su participación en la renovación de los procesos artísticos y arquitectónicos del Cinquecento, al tiempo de revelar su influencia en la historia del arte de la Nueva España.

A lo largo de cinco secciones podrá observarse la historia y el legado artístico de Miguel Ángel. El primer apartado incluye el contexto del artista, sus primeras obras y su relación con los mecenas con cuyo apoyo desarrolló gran parte de sus obras. Entre las piezas que lo conforman se encuentran el Retrato de Lorenzo el Magnífico de Giorgio Vasari.

El segundo espacio de la exposición está dedicado a la escultura y a las cualidades miguelangelescas que adquirieron artistas influidos por el florentino. “Para Miguel Ángel, la producción escultórica era el medio por excelencia para transmitir las emociones más puras de la vida”.

La pintura está referida en la tercera sección, donde es posible identificar parte del proceso creativo de los reconocidos frescos ubicados en los muros de la Capilla Sixtina, a través de bocetos y estudios preparatorios. En este apartado se encuentran Juicio final de Andrés de Concha, ubicada en el retablo mayor de la iglesia de Santo Domingo en Yanhuitlán, Oaxaca.

El interés de Buonarroti en la arquitectura forma parte del cuarto núcleo de la exposición. Es importante señalar que su producción arquitectónica se desarrolló en la última etapa de su vida, con un papel muy importante dentro de su creación artística.

En el último apartado de la muestra se deja al descubierto el profundo interés acerca del estudio anatómico que Miguel Ángel realizó de manera constante. La superficie de los cuerpos, sus cambios con el movimiento, las tensiones, las contorsiones y su apariencia de acuerdo al punto de vista del espectador ocuparon su total atención. Ejemplo de ello es el David-Apollo, figura creada por Buonarroti alrededor del año 1532. La escultura representa una figura masculina desnuda de Apolo, pero al mismo tiempo parece referir a David. “David se enfrentó a su destino con la honda y yo, Miguel Ángel, me enfrento a él con el arco”, señaló alguna vez el artista.
Algunas de las principales obras exhibidas son el David-Apollo (1532-1534), escultura en mármol de 1.47 metros; el Cristo Portacroce (Cristo Giustiniani) de 1514-1516, obra en mármol de 2.50 metros que se presenta por primera vez fuera de Italia, y dibujos y bocetos originales de entre 1508 y 1510 que sirvieron como preparación para las pinturas de la bóveda de la Capilla Sixtina, así como correspondencia del artista.

Con la finalidad de que el público disfrute la muestra y pueda extender su experiencia desde distintos soportes, el Museo del Palacio de Bellas Artes presenta un micrositio web (http://museopalaciodebellasartes.gob.mx/exposicion/miguel-angel/) que contiene toda la información de la exhibición. Para mayor información pueden consultarse las redes sociales del museo: Museo del Palacio de Bellas Artes, en Facebook, y @mbellasartes, en Twitter.

La muestra estará abierta a todo público hasta el 27 de septiembre, de martes a domingo de las 10 a las 18 horas. Costo: 49 pesos. Entrada libre a estudiantes, maestros y miembros del INAPAM con credencial vigente. Domingos, entrada libre.

Fuente: Esto

Revista

Revive la espectacular inauguración de los juegos olímpicos de Paris 2024

Con el Sena como escenario y el espectáculo aguado por la lluvia, París 2024 repasó los hitos de la historia de Francia siguiendo a un misterioso encapuchado que portaba la llama, con momentos de protagonismo para la Revolución, la literatura, el cine y un homenaje a mujeres como Simone Veil o Simone de Beauvoir.

El espectáculo concebido por Thomas Jolly se dividió en doce segmentos que se fueron sucediendo desde la salida de la delegación de Grecia, desde el puente de Austerlitz, a la cabeza de los 85 barcos que transportaron a las 205 delegaciones olímpicas.

La inspiración de ‘La vie en rose’ primero y Lady Gaga después, con un número de cabaret, fueron la primera gran actuación musical, antes de llegar entre acrobacias a la zona de la catedral de Notre-Dame (aún cerrada por la restauración del incendio que sufrió en 2019), con un guiño a la literatura de Victor Hugo y a su popular personaje Quasimodo.

‘Los miserables’, ‘La libertad guiando al pueblo’ y ‘La Gioconda’ -que a pesar de ser el cuadro mejor custodiado del Louvre, llegó a manos de los minions de la saga ‘Despicable Me’- fueron otras obras artísticas icónicas de la cultura francesa que tuvieron sus momentos de protagonismo a medida que el desfile cruzaba la ciudad.

Fue al paso del encapuchado (de aspecto similar al protagonista de la saga de videojuegos Assassin’s Creed) con la llama por la Conciergerie, un palacio donde estuvo prisionera María Antonieta, cuando sonaron las guitarras más potentes de la noche para recordar la Revolución francesa.

La voz de Marina Viotti y el grupo metalero Gojira se encargaron de recordar la ira del pueblo con la canción revolucionaria ‘Ah, ça ira’, en uno de los momentos más vibrantes del espectáculo.

La lírica la puso después la ópera ‘Carmen’, del francés Georges Bizet, y también la mezzosoprano Axelle Saint-Cirel al cantar el himno de Francia, ‘La marsellesa’, desde el tejado del imponente Grand Palais, que ha sido restaurado para poder acoger varias de las pruebas olímpicas de París 2024.

Ese momento solemne se aprovechó para homenajear a grandes mujeres de la historia, como la escritora e icono feminista Simone de Beauvoir, la política Simone Veil (que impulsó la legalización del aborto en Francia), la cineasta Alice Guy o la pionera del deporte femenino Alice Milliat.

La moda, el cine y la francofonía

La lengua de Molière también tuvo su espacio con la actuación de la franco-maliense Aya Nakamura (la artista más escuchada actualmente en francés en todo el mundo), que interpretó dos de sus grandes éxitos acompañada por la Guardia Republicana ante el Instituto de Francia.

La moda, con un desfile de talentos emergentes -para no olvidar que París es la gran pasarela mundial y capital de la alta costura- , y un recordatorio de la invención del cine por parte de los hermanos Lumière fueron otros pasajes destacados de la noche.

Más internacional fue el capítulo dedicado a Europa al ritmo de ‘The Final Countdown’ (del grupo sueco Europe) y el mensaje de paz que lanzó desde una isleta artificial la cantante Juliette Armanet con una versión de ‘Imagine’.

Un caballero plateado que hizo todo el recorrido a galope sobre el agua -cuando los últimos atletas habían llegado ya a la parada final, el puente de Jena entre la torre Eiffel y los jardines del Trocadero- sirvió en la recta final para hacer repaso de la historia del olimpismo moderno, que también tiene raíces francesas gracias al barón Pierre de Coubertin.

Ese jinete llevó la bandera de los cinco anillos para ser izada frente a la torre Eiffel antes de que se escuchara el himno olímpico, los discursos oficiales y la declaración de apertura, que correspondió como es tradicional al jefe de Estado del país anfitrión, en este caso Emmanuel Macron.

El encapuchado con la llama llegó justo después, para entregársela al futbolista Zinedine Zidane, quien a su vez se la entregó al tenista español Rafael Nadal -desatando un pequeño momento de locura en el Trocadero- para llevarla de vuelta hacia el museo del Louvre junto a otras tres leyendas del deporte: Serena Williams, Nadia Comaneci y Carl Lewis.

Fueron finalmente los franceses Marie Jose Perec y Teddy Riner los encargados de prender el pebetero, un globo aerostático que se elevó al cielo en Tullerías, mientras en lo alto de la torre Eiffel hacía su aparición triunfal la canadiense Céline Dion, cantando el ‘Hymne à l’amour’ de Edith Piaf, con un portentoso chorro de voz pese a la grave enfermedad neurológica que padece.

https://www.youtube.com/live/S7_0QuGodtE?si=4UG224KKUr8y0R5b

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