La comunidad de Minneapolis vive horas de luto y consternación luego del ataque armado perpetrado el miércoles en la escuela católica Annunciation, donde dos niños de 8 y 10 años murieron y otras 18 personas resultaron heridas, la mayoría menores de edad que asistían a misa durante la primera semana de clases.
El atacante fue identificado como Robin Westman, de 23 años, exalumno de la institución, quien murió tras el ataque. De acuerdo con las autoridades, Westman había publicado en redes sociales un “manifiesto” que ahora es analizado por la policía y el FBI, el cual investiga el hecho como un acto de terrorismo doméstico y un crimen de odio contra la comunidad católica.
El jefe de la policía de Minneapolis, Brian O’Hara, informó que el tirador intentó ingresar al templo con rifles y una pistola, después de haber planeado el ataque con dibujos detallados del interior de la iglesia y la intención de bloquear las salidas de emergencia con tablones y bombas de humo. Sin embargo, las puertas principales estaban cerradas al iniciar la misa, lo que habría limitado la magnitud de la tragedia.
Entre los heridos hay 15 niños de entre seis y 15 años, además de tres adultos. Un menor permanece en estado crítico “muy delicado”, según el director interino de Hennepin Healthcare, Dr. Thomas Klemond. Testigos narraron escenas de pánico en las que alumnos se tiraban al piso para cubrirse o se protegían unos a otros. Un niño recibió un disparo en la espalda al cubrir a su compañero, mientras maestros arriesgaban su vida para evacuar a los estudiantes.
El gobernador de Minnesota, Tim Walz, desplegó 14 elementos de la Patrulla Estatal y seis oficiales del Departamento de Recursos Naturales para reforzar la seguridad en escuelas y templos. “No se trata solo de patrullajes, sino de acompañar a una comunidad herida y demostrar que no está sola”, afirmó la coronela Christina Bogojevic.
Fuera de la iglesia, vecinos han formado un improvisado altar con flores, veladoras, osos de peluche y dos cruces blancas en memoria de los menores asesinados. Entre los mensajes destaca una corona con una nota enviada desde Uvalde, Texas, donde en 2022 fueron asesinados 19 niños y dos maestras en una primaria: “Lo entendemos. Con amor, Uvalde”.
El dolor de Minneapolis también resonó en las palabras de Mark Barden, padre de un niño asesinado en la masacre de Sandy Hook en 2012. “Es una herida que nunca sana. Estas familias ahora emprenden un camino que nadie debería recorrer”, expresó al llamar a la unidad y a redoblar esfuerzos para frenar la violencia armada.
Mientras la investigación sigue abierta y aún se desconoce el motivo exacto de Westman, la comunidad católica y la ciudad entera enfrentan la difícil tarea de sanar, con la incertidumbre de cuándo podrán volver los estudiantes a las aulas y al templo que fueron escenario de una tragedia evitable.