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Salud y Bienestar

Mitos y realidades de la lactancia materna

Aunque existen infinidad de mitos a la hora de proporcionar leche materna, amamantar proporciona un sin número de beneficios tanto al bebé como la madre; ayudándole a ella, a prevenir el cáncer, la disminución del riesgo de hemorragias y favorece en la pérdida de peso.

Uno de los mitos por los que la madre no quiere brindar leche materna es debido a la creencia de que el bebé se queda con hambre o bien consideran más sencillo darle leche de lata, al contrario es más difícil para la mamá levantarse y preparar leche de lata en biberón, además la lactancia cuenta con nutrientes necesarios para el desarrollo del bebé.

Otro mito es: si el bebé tiene diarrea hay que suspender la lactancia, sin embargo la misma le puede beneficiar, ya que el 80 por ciento es agua, motivo por el cual tampoco debe ser rebajada con agua purificada.

La ducha diaria es más que suficiente para la limpieza del pezón y en caso de tener irritación o agrietamientos solo es necesario aplicar de la misma leche materna para que sane la inflamación.

Se recomienda a las madres de familia dotar a sus pequeños leche materna desde su nacimiento y hasta los 6 meses, durante esa etapa es importante que mamá no de infusiones de ningún tipo, puesto que no es necesario; así como en mamá que evite la ingesta de bebidas alcohólicas de cualquier tipo.

Además previene el cáncer de mamá y ovario, la osteoporosis y fracturas óseas, ya que la lactancia ayuda a recuperar los minerales que perdieron los huesos durante el embarazo. También ayuda a una pronta recuperación postparto, pues al amamantar se incrementan los niveles de oxitocina, la cual contribuye a reducir el sangrado postparto y a contraer el útero, lo que disminuye el riesgo de presentar hemorragias y que el cuerpo vuelva a la normalidad más pronto.

La lactancia materna retrasa la ovulación; y por tanto suele ser efectiva para prevenir embarazos en los primeros seis meses después del parto, la duración de este beneficio depende del tiempo que se amamante y la cantidad de leche que consuma el bebé.

Es importante que la mujer embarazada acuda por lo menos una vez a consulta con el pediatra durante su embarazo, con la finalidad de que se le asesore sobre los múltiples beneficios para el bebé y la mamá al proporcionar leche materna, así mismo también se le asesore sobre cómo aumentar la producción de leche, las diferentes técnicas para alimentar al bebé con seno materno y la forma de conservar la leche cuando la madre trabaja fuera del hogar.

Revista

La grasa abdominal profunda: el enemigo silencioso que envejece tu cuerpo y tu mente

Oculta bajo la piel y rodeando órganos vitales como el corazón, el hígado y los riñones, la grasa visceral representa una de las amenazas más serias para la salud metabólica y cerebral, incluso en personas delgadas. Más que un problema estético, esta grasa activa procesos inflamatorios que pueden desencadenar enfermedades como la diabetes tipo 2, el hígado graso, problemas cardiovasculares y, a largo plazo, deterioro cognitivo.

De acuerdo con el Dr. Andrew Freeman, especialista en prevención cardiovascular, la grasa visceral es un marcador de múltiples riesgos de salud, aun en quienes aparentan estar en forma. El fenómeno conocido como “skinny fat” —personas con peso normal pero con alta proporción de grasa interna— evidencia que la salud no siempre se refleja en el espejo.

El impacto va más allá del metabolismo. La neuróloga preventiva Kellyann Niotis advierte que este tipo de grasa libera compuestos inflamatorios que aceleran la atrofia cerebral y favorecen la aparición de placas beta-amiloides y ovillos de tau, señales asociadas con la enfermedad de Alzheimer, incluso desde los 40 o 50 años.

¿Cómo saber si la grasa visceral está fuera de control? La medida de la cintura es un primer indicio: más de 88.9 cm en mujeres y 101.6 cm en hombres eleva el riesgo, según los CDC. La masa muscular también importa: quienes tienen más grasa que músculo tienden a acumular esta grasa profunda. Estudios como la DEXA o básculas con medición de grasa corporal pueden ayudar a evaluar estos indicadores.

La buena noticia: es reversible. Freeman insiste en un enfoque integral con ejercicio cardiovascular diario (como caminatas rápidas de al menos 30 minutos) y entrenamiento de fuerza con resistencia. Ejercicios como desplantes, sentadillas, lagartijas y peso muerto movilizan grandes grupos musculares, aceleran el metabolismo y estimulan hormonas que mejoran la composición corporal.

Una alimentación basada en plantas, como la dieta mediterránea, también es clave. Rica en frutas, vegetales, granos enteros, aceite de oliva y pescado, esta dieta ha demostrado reducir la grasa abdominal y el riesgo de muerte por enfermedades crónicas, especialmente en mujeres.

El ayuno intermitente —comer solo durante una ventana de seis horas al día— puede ser un complemento efectivo, aunque no es apto para todos. La combinación de alimentación natural, entrenamiento funcional y periodos de ayuno puede “hacer magia” en la reducción de grasa visceral, señala Freeman.

En resumen, mantener el músculo, eliminar alimentos ultraprocesados, moverse cada día y reorganizar los horarios de comida no solo combate la grasa abdominal profunda, sino que extiende la salud física y mental hacia el futuro. Porque el verdadero “elixir de la juventud” no se compra: se construye con hábitos.

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