El fenómeno digital llamado Mukbang que surgió en Corea del Sur en 2011 y continúa sumando adictos. A sus protagonistas se les conoce como broadcasting jockeys, es decir, adolescentes que acopian cantidades ingentes de comida que luego engullen durante horas delante de una cámara con la que se graban a sí mismos mientras al otro lado y en tiempo real o diferido son observados por miles de seguidores entusiasmados con sus ademanes. Héroes de la pantalla que muestran la comida, gesticulan y emiten sonidos de placer o de sorpresa al tiempo que sorben fideos o tragan sopas.
Ni son chefs ni tampoco críticos gastronómicos, tan solo aspirantes a estrellas de un nuevo fenómeno digital que desde otros continentes contemplan perplejos.
Algunos de estos artistas cuentan con miles de fans en las redes y llegan a ingresar en una semana más de 10.000 dólares. Entre los más llamativos figura Kin Sung-jin de 14 años, que recauda alrededor de 1.000 euros diarios.
¿Qué placer encuentran los jóvenes coreanos en ver a otros congéneres engullendo sin tino? ¿Cuál es el motivo de esta excentricidad con visos de fetichismo, o food porn en toda regla? Según el profesor Moon Shin-il de la Universidad de Myongji el éxito se debe a la soledad que padecen muchos adolescentes en la híper tecnológica sociedad surcoreana. Sus argumentos los justifica por el poder de la empatía o capacidad afectiva de una persona para identificarse con la realidad de otra, en suma, con los sentimientos de placer del que está comiendo.
Agencias