Valentina es un ejemplo de amor a la vida. Nació a las 25 semanas de gestación, cuando su madre, Guadalupe Sánchez Aguilar, presentó una ruptura de membrana, provocando su nacimiento, con sólo 400 gramos de peso, en la Clínica 110 del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS).
Valentina era el nombre destinado para ella y el principio de su vida determinó que era el ideal, contra todo pronóstico ella se aferró a la vida. Los médicos sólo le daban dos horas de vida, pero al pasar este tiempo, la pequeña requería un hospital de alta especialidad.
“Cuando los doctores deciden que no podían esperar más porque estaba perdiendo mucho líquido, ya tenía tres días internada… me bajaron al área de tococirugía y el médico encargado dijo que me iban a hacer una cesárea para que la bebé no sufriera. Pero, como estuve mucho tiempo, llegaron las del turno de la tarde y me dijeron que sería parto porque de todas formas mi bebé no iba a vivir”.
“Me dieron la oxitocina para provocarme el parto, dicen que son muy dolorosas las contracciones provocadas, pero creo que a mí me dolía más el alma… porque no me dolió tanto. Ya que nació, me la mostraron y me dijeron que le daban dos horas de vida, porque pesaba 400 gramos. Me pasaron a la sala de recuperación y toda la noche pensé que mi bebé estaba muerta”.
Las buenas noticias llegaron a la mañana siguiente, el padre de Valentina, le informó a Lupita que la bebé seguía con vida, ya respiraba por si misma y fue pasada al área de Cuidados Intensivos Neonatales.
“El primer mes era clave, entonces cuando no podía estar con mi bebé, porque sólo hay dos horas de visita al día, yo estaba con los nervios. Si mi celular sonaba y era un número que no conocía, me asustaba mucho. El pronóstico para Valentina siempre fue la muerte”.
Esta pequeña es un caso excepcional, superó todas las complicaciones, fue ganando peso y reaccionó a los tratamientos.
Según El Informador, cuatro meses fue la estadía de Valentina en el hospital, fue dada de alta pesando dos kilos 100 gramos. Hoy ya tiene cinco meses de edad.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) dio a conocer que en un año nacen en el mundo unos 15 millones de bebés prematuros y, en 2015, murieron un millón.
Con pocas posibilidades de sobrevivir
La OMS clasifica a los bebés prematuros en tres grupos: extremos, nacidos antes de las 28 semanas de embarazo; muy prematuros, entre las 28 y antes de las 32 semanas, y moderados a tardíos, entre las 32 y las 37 semanas.
Valentina fue prematura extrema y además su peso era bajo. Para 25 semanas de gestación, debería pesar 600 gramos.
“Sólo el 11% de los bebés con el peso y las semanas de Valentina sobrevive, pero eso es en países de primer mundo y en clínicas de tercer nivel. Aquí, en México ella es la segunda que sobrevive y es un caso único en Jalisco”, comentó Ana Araceli Flores López, jefa de Pediatría de la Clínica 110.
“Valentina tuvo todas las complicaciones inmediatas que un bebé de esas características tiene, entonces, realmente, es una guerrera. Los médicos siempre ponemos todo nuestro empeño, pero también depende de la fuerza de ese organismo, que es increíble porque con el peso que Valentina tenía, lo consiguió y lo logró”.
La lucha de Valentina no fue fácil, sufrió infecciones intrahospitalarias, enterocolitis necrosante (inflamación del intestino), retinopatía del prematuro (para la que necesitó cirugía), hemorragia pulmonar, colapso de pulmón y perforación del intestino por la ventilación mecánica.
“Yo estoy muy agradecida porque, a pesar de las carencias que tiene el IMSS, sacaron adelante a Valentina… siempre la cuidaron”, declaró Guadalupe Sánchez Aguilar.
Fuente: El Debate