La elección se calienta. En la Universidad Autónoma de Chihuahua (UACh) ya hay 14 directores aspirando a la Rectoría, así como dos independientes que buscan la anhelada silla que podría ser el salvavidas de las huestes priístas que buscan cómo flotar otro sexenio (de cinco años), y no quedar en la horrenda situación de tener que buscar un trabajo fuera del servicio público.
Les salió mal la jugada. Los priístas querían calmar las aguas dentro de la UACh y para no dividirse antes de tiempo y mantenerlos bien amarraditos, decidieron dejar la elección para después de la elección a la gubernatura. Así, no podrían adelantarse los patadones, pues estarían todavía bajo el mandato del entonces todopoderoso soberano priísta, y después tampoco podrían ponerse a las patadas, pues estaría ya instalado el sucesor. Nunca, jamás, por ningún motivo, contaron con que ganaría Javier Corral.
El papel de Corral es sigiloso. Podrá dudarse de su convicción de ser garante de la autonomía universitaria, de ni asomarse a ver qué pasa, pero desde luego que no permitirá que los cocodrilos que la han mantenido secuestrada y saqueada por años sigan sirviéndose con la cuchara grande sin siquiera decir «compermiso».
Seáñez ya se arrimó al calorcito. Pronto olvidó su viejo romance político con el mandatario saliente y ahora busca congraciarse por todos lados con el entrante, sobre todo por el hecho de que hay muchísimas cuentas pendientes en la Universidad y habrá culpables, pues la autonomía no es una patente de corso para no rendir cuentas por los recursos públicos que maman.
No se ve por dónde va la línea. Ni Corral ni su equipo echarán baño de luz sobre su favorito, al menos no a la brava, y por ello nadie se mueve a la segura, pero muchos le tantean, como algunos directores que juran y perjuran que son los elegidos. Algunos de plano dan lástima.
Muchos llamados, pocos elegidos. Hasta ahorita el que lidera las apuestas es Javier Martínez, secretario académico de la Universidad, con visto bueno entre los azules y buena relación con la mayoría de los sectores universitarios. También llama la atención que este personaje se impuso al propio director de Zootecnia, Raúl Escárcega, quien no es ni tantito su amigo. Recordemos que el actual rector viene de esta facultad precisamente.
También suena Luis Fierro. Es notable que en todos los medios se cuela el nombre de quien recién renunció a la dirección de la Facultad de Filosofía y Letras. En su carrera ha logrado realizar un trabajo político excelente, sabiendo tejer con muchos, e incluso convenció al director de Bellas Artes de declinar a su favor para hinchar su aspiración.
El problema de Luis Fierro es su añeja cercanía con los sectores más impresentables del PRI. No olvidemos que fue desde esa facultad que se entabló la campaña de guerra sucia contra Javier Corral y Lucía Chavira, precisamente con empleados de esa Alma Máter quienes piratearon la cuenta de Unión Ciudadana e hicieron videos de lodo a su nombre. También hay resultados inflados en cuestión de investigación, amiguismo a más no poder, y situaciones que harían a este personaje simplemente más de lo mismo.
Otro que conserva cierto afecto es Francisco Márquez, de Ciencias Agrícolas y Tecnológicas. Está entre los bien vistos por el rector y presentables por fuera. También Jesús Benavides, de Medicina, está cantando que siempre se opuso a la actual rectoría y quiere hacer valer su oposición.
Ricardo Torres, de Ingeniería, y Enrique Carrete, de Derecho, casi están descartados. El que despertó ciertas esperanzas y suspicacias fue Jesús Robles Villa, a quien vieron cerca de sectores panistas y con bandera de oposición, pero al final quedó visto como un esquirol de Alfredo De la Torre, quien causó burlas y lástimas al presentarse como aspirante a la UACh cuando lo apalearon como a nadie en las pasadas elecciones. Ambos se unieron en una campaña de guerra sucia contra los demás aspirantes.
Los que también están en situación de pena son Liliana Álvarez, la apuesta del Duartismo, quien está más apestada que un zorrillo remojado en cebolla rancia y para muestra se está apoyando en el quemadísimo grupo de James Barousse. Tampoco pueden ver a Eloy Díaz Unzueta, quien ha hecho de la Facultad de Ciencias Políticas un nido de fanáticos religiosos, amigos y familiares.
Algunos de los apuntados que se sienten más apuntalados saben que la rectoría no les toca, pero apuntan el viejo dicho de tirarle al sol para alcanzar las estrellas. Los sueldos de Extensión y Difusión o la Secretaría Académica no son nada despreciables. Al final parece que será Seáñez, con el visto bueno de Corral, quien presente una opción tersa, que permita a todos ganar poco pero perder menos. De momento no hay nada para nadie.
Quien no se rinde jamás es Guillermo Dowell. El aún dirigente priísta hizo creer a sus compañeros tricolores que estaba borracho, esquizofrénico o poseído, pero no, simplemente recibieron una vez más la cantaleta increíble de que ellos hicieron todo bien, que conservan gran parte de los municipios del estado, que les hicieron fraude y que Corral ganó con menos votos que Reyes Baeza y César Duarte. Lo anterior durante un curso de capacitación para los alcaldes tricolores de los municipios política y económicamente menos relevantes. Guachochi será la capital del PRI.
Pero no es locura la de Dowell. Todo apunta a que estar impugne e impugne sin ninguna utilidad para su partido, podría ser útil para él, pues así se aferra a la dirigencia con el pretexto de que está en plena lucha política por tumbar a Corral de la silla con su ejército imaginario de 600 abogados. Mientras sigue cobrando y maniobrando… nada tonto.
El descontento de la militancia crece. No sólo porque Dowell y sus padrinos siguen sepultando la poca credibilidad que podría quedarles como partido, sino porque abren y abren pleitos para acabar perdiéndolos. Ahora hasta Morena ya les bajó una regiduría en sus narices. No defienden sus logros ni cuando tienen chance de hacerlo, menos lo lograrán en sus delirios impugnativos.
Otro pleito que traen es contra Reyes Baeza. El gobernador César Duarte insiste en que todo lo malo que pasa en Chihuahua o es mentira (aunque las pruebas muestren lo contrario) o lo hizo su antecesor. Él es casi casi un santo, un exitoso vendedor de carros, ganadero, un ángel que no ha hecho más que ver por los demás…
Hablando de Reyes Baeza. Parece que el ex gobernador trae las pilas bien puestas. El fin de semana llevó a cabo una serie de conciertos y eventos culturales a nombre del ISSSTE, en los que participaron figuras como Romeyno Gutiérrez, el primer pianista indígena de Latinoamérica. Sin piquetes ni sobresaltos, el deliciense muestra que la paciencia es una de sus mejores virtudes.
Y por si no le estuviera yendo mal a Duarte en el Altiplano, buena estuvo la tunda que le puso el ahora sí periodista Carlos Loret de Mola. En un intento por sacudirse el estigma, Televisa está tratando de reconquistar audiencias y qué mejor que cuestionando a Duarte, quien fiel a su estilo negó todo, aún con las pruebas en sus narices. Buen atorón le dieron.
También en el PAN hay pleitos internos. En la mira están la próxima dirigencia azul y la coordinación de la poderosísima bancada panista en el Congreso. El rompimiento entre dhiacos y neofelices se agudiza día a día, pues ningún grupo está dispuesto a ceder aunque sea una lucha asimétrica.
La dirigencia panista la buscan Eduardo Fernández, ex profesor de Filosofía y vinculado al grupo de Borruel; el ex alcalde Juan Blanco, con todo lo bueno y lo malo de su perfil, así como Roberto Fuentes, quien ha crecido con la defensa de la victoria panista, sabe moverse en distintas aguas y lo respalda su capacidad y trabajo, pero es muy joven. Este último es el único que se lleva bien con tirios y troyanos. Del lado de Corral están Ramón Galindo y Fernando Álvarez Monje.
El liderazgo de la bancada azul se pelea entre Blanca Gámez, dueña de toda la cercanía con Corral y de una trayectoria impecable, y Miguel Latorre, quien no cuenta con el peso de Blanca, pero sí con el valioso apoyo de César Jáuregui, quien lo usaría para operar, y eso no podemos regateárselo, es un lobo cuando se trata de negociaciones duras.
Los Oplitos están aprovechándose de que son el tema de moda y quemando los favores que les deben (vaya usted a saber por qué) los consejeros electorales, María Elena Cárdenas, y Alonso Bassanetti, se encargaron de pedirle el favor a altos funcionarios municipales de clausurar prácticamente toda la plaza Cantera Cinco, perjudicando así a empresarios locales y trabajadores.
El meollo del asunto se centra en que el consejero Bassanetti, molesto por el tráfico de personas y vehículos cerca de su fraccionamiento exigió se tomaran medidas en el asunto. Apoyándose en María Elena Cárdenas, quien fungía anteriormente como abogada del municipio logro ser escuchado por el más alto nivel del municipio de Chihuahua.
La cercanía de María Elena Cárdenas, con sus antiguos patrones le permitió a Bassanetti cumplir su capricho dejando sin oportunidad de trabajar a numerosos jóvenes que solventan sus gastos y estudios de esa manera. Desafortunadamente ambos consejeros perdieron el piso y hoy se sienten parte de la aristocracia chihuahuense, imponen sus caprichos sin importarles a quien puedan perjudicar. Algo malo han de haber hecho los de OPLE para tener que lidiar con semejantes personajes por dos años mas.