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Niño guatemalteco que murió en frontera de EEUU, tenía influenza: médicos

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El papá de Felipe Gómez Alonzo escuchó rumores de que los padres y los niños podían cruzar la frontera de Estados Unidos para ingresar a ese país. Entonces, a mediados de diciembre, Agustín Gómez decidió llevarse a su pequeño de 8 años para dejar atrás la miseria que les abrumaba en Guatemala y obliga a muchos centroamericanos como ellos a tomar el riesgo de emigrar por un sueño.

Agustín estaba dispuesto a realizar el sueño de Felipe, tener una bicicleta, pero su hijo se convirtió esta semana en el segundo menor guatemalteco que murió bajo la custodia de la patrulla fronteriza estadounidense en menos de 21 días.

Su fallecimiento ocurrió justo en la Nochebuena mientras estaba bajo resguardo migratorio en un hospital de Nuevo México tras sufrir tos, vómitos y fiebre, aunque las causas de su muerte aún se investigan.

La Oficina del Investigador Médico de Nuevo México informó el jueves que la autopsia realizada a Felipe mostró que el niño tenía influenza, pero agregó que se necesitan hacer más pruebas antes de que pueda determinarse la causa de su deceso.

Su deceso siguió al de otra niña guatemalteca, Jakelin Caal, de 7 años, ocurrida el 8 de diciembre.

“Escuchamos rumores de que podían pasar, dijeron que podían pasar con los niños ”, contó vía telefónica a Catarina Gómez Lucas, de 21 años y media hermana de Felipe, desde su comunidad en Yalambojoch, Huehuetenango, unos 450 kilómetros al occidente de Guatemala.

En este humilde poblado viven personas retornadas de México que huyeron de Guatemala en los años más cruentos de la guerra en la nación centroamericana.

Catarina dice que vive con la familia de su padre en una casa de madera y teja, con pisos de tierra y sin acceso a servicios básicos, y que los trabajos temporales en agricultura, en la tapisca o cosecha de café le generaban a su padre unos seis dólares al día, que no alcanzaban para mantener a la familia.

En medio de estas carencias y tras vender un terreno y pedir un préstamo, Agustín decidió que debía aprovechar “la oportunidad” de irse a Estados Unidos, por lo que agarró algo de ropa y le compró zapatos y vestimenta Felipe para el viaje. También se llevó un poco de dinero para comida, agrega su media hermana.

Catarina Alonzo Pérez, de 31 años y madre de Felipe, dijo a través de su hijastra que habló con su hijo un día antes de que llegaran a Estados Unidos. Ella no habla español, pero se comunica en un lenguaje indígena maya conocido como Chuj.

“Ya estoy en la frontera mami, cuando llegue allá voy a hablar contigo”, le dijo Felipe a su madre, según cuenta la media hermana de Agustín. “No iba enfermo, aquí no estaba enfermo”, agregó.

Sin embargo, a Agustín y a su hijo los detuvieron en la frontera. De acuerdo con las autoridades migratorias estadounidenses, el niño estuvo bajo custodia de unidades fronterizas durante una semana y fue trasladado de una instalación a otra junto con su padre.

El último lugar en el que el menor estuvo detenido, después de la primera de dos visitas al hospital el día que murió, fue un retén en una carretera en Nuevo México.

El padre de Felipe no detectó ninguna enfermedad en su hijo hasta el lunes 24 de diciembre, según el cónsul guatemalteco Óscar Padilla, quien habló con él el miércoles 26.

Felipe y su padre partieron de Guatemala el 14 de diciembre y fueron detenidos en la frontera de México con Estados Unidos cuatro días después, dijo el diplomático centroamericano.

La historia de Felipe tiene muchas similitudes con la de la niña Caal: ambos fueron llevados por sus padres endeudados en un intento de llegar a Estados Unidos en busca de una mejor vida, provenían de dos comunidades rurales con extrema pobreza en Guatemala y los dos enfermaron fatalmente cuando estaban bajo custodia de la patrulla fronteriza norteamericana.

“Estaba muy feliz de irse”, afirma la media hermana de Felipe. Por eso, asegura, la familia no entiende qué pasó con su salud.

La guatemalteca relata que dejaron de saber de su papá y su medio hermano desde el 18 de diciembre, cuando fueron detenidos por la patrulla fronteriza, y que en Navidad Agustín les llamó por teléfono alrededor de la una de la tarde para decirles que el niño había fallecido en un hospital.

“Nos dijo que estaba bien todo el día, que estuvo jugando con otros niños, (pero) luego el niño le dijo que se sentía mal, que le dolía el estómago”, añadió Catarina. “Papi me siento muy mal, siento que algo se me queda atorado en mi garganta… El niño alcanzó a decirle a su padre que no llorara ‘ya no voy a recuperarme, si algo pasa no vas a llorar’”, dice la media hermana al citar a su papá.

Agustín lo llevó en sus brazos, cuando fueron trasladados al hospital, y poco después de entregarlo a los médicos le informaron que su hijo había fallecido, según el relato de Catarina Gómez.

De acuerdo a la joven, Agustín se fue ahogado en deudas en su intento de alcanzar Estados Unidos. Había vendido un terreno para subsistir pero no fue suficiente, entonces accedió a un préstamo para poder hacer el viaje. Eso mismo le sucedió a la familia de Caal, la primera menor fallecida.

A Felipe le sobreviven cinco hermanos, dos del primer matrimonio de su padre, y tres más de su mamá y papá. Era como la niña Jakelin, el segundo hijo de la familia.

“Mi papá está mal por lo del niño, no sabemos qué va a pasar, no tenemos nada con qué vivir, no tenemos dinero”, dice Catarina.

México

México reporta más de 145 mil repatriaciones de connacionales desde enero

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El Gobierno de México informó que, del 20 de enero al 17 de diciembre, se registraron 145 mil 537 repatriaciones de ciudadanos mexicanos desde Estados Unidos, tras el regreso de Donald Trump a la Casa Blanca y el endurecimiento de la política antimigratoria en ese país.

La secretaria de Gobernación, Rosa Icela Rodríguez, dio a conocer las cifras durante una conferencia de prensa, en la que precisó que 116 mil 156 personas fueron repatriadas por vía terrestre y 29 mil 381 por vía aérea. Estas acciones se realizaron en el marco de la Estrategia Nacional de Repatriación México te abraza.

De acuerdo con la funcionaria, 99 mil 924 personas aceptaron ingresar a alguno de los centros de atención habilitados por el gobierno federal. En el caso de las 45 mil 613 que optaron por no hacerlo, señaló que también se les brindó apoyo consistente en alimentación, acceso a llamadas telefónicas, orientación jurídica y ayuda para su traslado a su lugar de origen.

La red de atención opera a través de nueve centros distribuidos en siete entidades del país. Los retornos terrestres se concentran en los estados fronterizos de Baja California, Sonora, Chihuahua, Coahuila y Tamaulipas, mientras que la atención aérea se ofrece en Chiapas y Tabasco.

En este contexto, el 18 de diciembre, durante la conmemoración del Día Internacional del Migrante, la presidenta Claudia Sheinbaum se refirió a la situación de las comunidades migrantes y lamentó lo que calificó como una creciente criminalización de este sector. Durante su conferencia matutina, respondió a mensajes recientes de Donald Trump y del presidente electo de Chile, José Antonio Kast, quienes han promovido deportaciones masivas y la construcción de barreras fronterizas.

La mandataria sostuvo que la migración es un fenómeno motivado por la necesidad y no por una decisión voluntaria, y afirmó que las políticas de persecución carecen de humanidad. Señaló que, desde su perspectiva, las soluciones de fondo deben basarse en la cooperación internacional, el desarrollo económico, la inversión en los países de origen y la reducción de la desigualdad.

Sheinbaum reiteró que la postura del Estado mexicano será la protección de los derechos humanos y la oferta de alternativas consideradas dignas, como el acceso al empleo o la repatriación voluntaria. Estas declaraciones se dan en un escenario marcado por el incremento en las repatriaciones de connacionales durante 2025.

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