En 1971, David Vetter nació con una inmunodeficiencia combinada severa, su cuerpo no producía defensas y cualquier virus podía matarlo. Esa situación obligó a sus padres y médicos a meterlo en una cápsula de plástico hasta 1984, cuando murió de cáncer. A tres décadas de distancia, Leonardo Fragoso, quien fue diagnosticado con síndrome Hiper IGM, desconoce esta historia por la que le llaman niño burbuja.
A los siete meses de nacido, Leo fue hospitalizado porque no podía respirar y estuvo entubado, lo dieron de alta, pero 15 días después regresó con neumonía y fue valorado por una inmunóloga.
“Nos dijo que tenía una inmunodeficiencia primaria y que cada mes le tendríamos que inyectar un medicamento para que estuviera sano y no le dieran tantas infecciones”, cuenta Alin, su mamá.
Selma Scheffler Mendoza, adscrita al servicio de inmunología del Instituto Nacional de Pediatría, explica que a los pacientes con inmunodeficiencias primarias se les conoce como “niños burbuja” porque se les debe crear un ambiente muy limpio y sin gérmenes.
El síndrome Hiper IGM es un problema de nacimiento que ocasiona que los niños tengan infecciones graves, recurrentes y difíciles de controlar.
En México se estima que se atiende a 300 menores de edad con inmunodeficiencias primarias, pero la especialista advierte que en muchas ocasiones los pacientes fallecen sin saber qué tenían.
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