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Salud y Bienestar

Obesidad a más del doble en 73 países desde 1980

El número de obesos aumentó más del doble en 73 países desde 1980, provocando un fuerte incremento de las enfermedades vinculadas al sobrepeso, según un amplio estudio publicado este lunes.

En 2015, 107.7 millones de niños y 603.7 millones de adultos sufrían de obesidad en el mundo, determinaron los autores de este trabajo publicado en la revista médica estadunidense New England Journal of Medicine y presentado en una conferencia en Estocolmo.

 Aunque la incidencia de la obesidad en los niños es menor que en los adultos, su aumento ha sido más rápido en este periodo de 35 años, precisan los autores del informe.

Un índice de masa corporal elevado (IMC, peso dividido por la estatura al cuadrado), superior a 24.5, indica un sobrepeso, y a partir de 30 se habla de obesidad.

Se estima que cuatro millones de muertes en el mundo estuvieron vinculadas al sobrepeso en 2015, de las cuales el 40% correspondería a personas no consideradas obesas.

Más de dos tercios de estas muertes tenían un IMC elevado, factor responsable de enfermedades cardiovasculares cuyo aumento es igualmente notable desde 1990.

Los resultados de este estudio, que abarca 195 países y territorios, muestran «una crisis creciente y preocupante de la salud pública a nivel mundial», señalan los autores.

«Las personas que no prestan atención al aumento de peso asumen los riesgos y peligros: corren el riesgo de tener una enfermedad cardiovascular, diabetes, un cáncer y otras patologías que pueden poner su vida en peligro», advirtió el doctor Christopher Murray, director del Institute for Health Metrics and Evaluation (IHME) de la Universidad de Washington de Seattle, uno de los coautores de este estudio.

MVS

Revista

La grasa abdominal profunda: el enemigo silencioso que envejece tu cuerpo y tu mente

Oculta bajo la piel y rodeando órganos vitales como el corazón, el hígado y los riñones, la grasa visceral representa una de las amenazas más serias para la salud metabólica y cerebral, incluso en personas delgadas. Más que un problema estético, esta grasa activa procesos inflamatorios que pueden desencadenar enfermedades como la diabetes tipo 2, el hígado graso, problemas cardiovasculares y, a largo plazo, deterioro cognitivo.

De acuerdo con el Dr. Andrew Freeman, especialista en prevención cardiovascular, la grasa visceral es un marcador de múltiples riesgos de salud, aun en quienes aparentan estar en forma. El fenómeno conocido como “skinny fat” —personas con peso normal pero con alta proporción de grasa interna— evidencia que la salud no siempre se refleja en el espejo.

El impacto va más allá del metabolismo. La neuróloga preventiva Kellyann Niotis advierte que este tipo de grasa libera compuestos inflamatorios que aceleran la atrofia cerebral y favorecen la aparición de placas beta-amiloides y ovillos de tau, señales asociadas con la enfermedad de Alzheimer, incluso desde los 40 o 50 años.

¿Cómo saber si la grasa visceral está fuera de control? La medida de la cintura es un primer indicio: más de 88.9 cm en mujeres y 101.6 cm en hombres eleva el riesgo, según los CDC. La masa muscular también importa: quienes tienen más grasa que músculo tienden a acumular esta grasa profunda. Estudios como la DEXA o básculas con medición de grasa corporal pueden ayudar a evaluar estos indicadores.

La buena noticia: es reversible. Freeman insiste en un enfoque integral con ejercicio cardiovascular diario (como caminatas rápidas de al menos 30 minutos) y entrenamiento de fuerza con resistencia. Ejercicios como desplantes, sentadillas, lagartijas y peso muerto movilizan grandes grupos musculares, aceleran el metabolismo y estimulan hormonas que mejoran la composición corporal.

Una alimentación basada en plantas, como la dieta mediterránea, también es clave. Rica en frutas, vegetales, granos enteros, aceite de oliva y pescado, esta dieta ha demostrado reducir la grasa abdominal y el riesgo de muerte por enfermedades crónicas, especialmente en mujeres.

El ayuno intermitente —comer solo durante una ventana de seis horas al día— puede ser un complemento efectivo, aunque no es apto para todos. La combinación de alimentación natural, entrenamiento funcional y periodos de ayuno puede “hacer magia” en la reducción de grasa visceral, señala Freeman.

En resumen, mantener el músculo, eliminar alimentos ultraprocesados, moverse cada día y reorganizar los horarios de comida no solo combate la grasa abdominal profunda, sino que extiende la salud física y mental hacia el futuro. Porque el verdadero “elixir de la juventud” no se compra: se construye con hábitos.

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