Nadie tomó el teléfono por error o de forma deliberada. Pese a que era uno de los reos más vigilados del país, Joaquín El Chapo Guzmán recibió de regalo 35 minutos de ventaja para escapar del penal del Altiplano el pasado 12 de julio. De forma inexplicable y aun cuando sólo se requería una llamada para alertar de su fuga, los directivos del centro carcelario tardaron instantes preciosos para comunicarlo al resto del gobierno federal.
Desde las 20:52 y hasta las 21:27, nadie más allá del penal supo de la fuga. Ni el director del penal ni sus subalternos reportaron a tiempo la evasión ante instancias de seguridad como el Ejército o la Marina, que hubieran podido evitar o dificultar la huida más espectacular de los últimos tiempos, revelan documentos oficiales obtenidos por El Financiero.
De forma contraria a lo que ha sostenido el gobierno federal –en el sentido de que “de inmediato” se activó la alerta en el penal y luego se desplegó una vasta red humana y tecnológica para dar caza al capo–, Guzmán Loera en realidad tuvo margen para moverse sin que la dirección del penal, encabezada por Valentín Cárdenas Lerma, diera parte de su huida durante varios minutos. Se trata de un hueco total de información en el que se tuvo a la Policía Federal y que fue aún más grave en el caso de las Fuerzas Armadas, la Secretaría de Gobernación y hasta la Comisión Nacional de Seguridad.
De acuerdo con cinco solicitudes de información obtenidas por este diario vía la Ley Federal de Transparencia, la Policía Federal fue la primera en enterarse de la fuga hacia las 21:27 de la noche. Bajo toda perspectiva, fue una llamada que llegó varios minutos tarde: el capo desapareció de monitores desde la 20:52 y, supuestamente, los custodios ya habían escudriñado su celda para las 21:10, según informó el secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong, cuando se reunió con legisladores de la Comisión Bicameral de Seguridad Nacional en julio pasado.
El dato anterior deja un lapso de 17 minutos entre el descubrimiento físico del túnel y la primera llamada a un cuerpo de seguridad en el exterior. Si se cuenta a partir de que Guzmán quedó fuera de cuadro en las cámaras de seguridad, es un boquete de 35 minutos, suficiente para que un vehículo conducido a velocidad promedio se alejara más de 40 kilómetros de la zona. La tardanza en comunicar lo sucedido se repitió en cascada con otras instancias gubernamentales. La Policía Federal no enteró de inmediato al comisionado nacional de seguridad, Monte Alejandro Rubido; éste no supo de lo ocurrido sino hasta las 21:45 de la noche, según consta en el oficio SEGOB/CNS/DGAL/5386/2015.
El Ejército es la instancia que más personal habría podido desplegar de forma rápida. Sin importar que el Octavo Regimiento Mecanizado se halla a sólo 5 minutos de distancia de las puertas del penal, la Secretaría de la Defensa Nacional recibió la llamada a las 22:00 horas, acorde a lo establecido en la respuesta a la solicitud 0000700133815. Para entonces, había pasado una hora y 8 minutos.
Los documentos también ponen en tela de juicio otra explicación ofrecida por Rubido luego del escape. En sus primeras declaraciones, aseguró que la Marina había desplegado infantes desde sus bases en Ixtapan de la Sal y Valle de Bravo a la primera noticia de la fuga. Pero la Marina recibió la noticia hasta las 00:45, cuatro horas después de la fuga. Para cuando los primeros marinos se sumaron a la búsqueda, ya habían pasado 5 horas de la evasión.
Un universo de tiempo, cuando se habla de fugas carcelarias.
Fuente El Financiero