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Salud y Bienestar

Olfatear a tu pareja puede reducir tu nivel de estrés

Olfatear a tu pareja disminuiría notablemente tu nivel de estrés, reveló un estudio de la Universidad de Columbia, Estados Unidos, explicaron que el olor de la pareja es afín y conocido a nosotros.

En específico, señalaron que las mujeres se sienten más tranquilas al exponerse al olor de su pareja masculina y se notó un aumento de cortisol (que genera el estrés) cuando estas se exponían al olor de un extraño.

Para llegar a esta conclusión, los investigadores tomaron la muestra de 96 parejas de sexo opuesto. A los hombres se les entregó una camiseta que deberían usar por 24 horas sin impregnarlas de olores de desodorantes, lociones, comida, cremas o tabaco.

Al pasar las 24 horas las camisetas fueron entregadas a las mujeres, que son quienes tienen la capacidad olfativa más desarrollada que los hombres.

Las mujeres olieron las camisetas, que podían ser nuevas, usadas por su compañero o por otra persona. Antes de eso, las mujeres fueron sometidas a mediciones de estrés, a pruebas matemáticas y una entrevista simulada, luego se les tomó muestra de saliva para medir la cantidad de cortisol.

El estudio demostró que quienes habían olido la camiseta de su compañero se sentían menos estresadas antes y después de las pruebas. Las mujeres que olieron la playera de su compañero y la identificaron correctamente tenían también menos niveles de estrés, lo que sugiere que los beneficios de reducir el estrés del aroma de la pareja son más fuertes cuando las mujeres saben lo que están oliendo.

Las mujeres que olieron el aroma de un desconocido presentaban niveles de estrés más alto.

Marlise Hofer, autora principal del estudio y psicóloga, afirma que esto tiene que ver con un carácter evolutivo, explica que desde pequeños los humanos le temen a los desconocidos, por lo que un aroma masculino poco familiar puede desencadenar la liberación de cortisol, una respuesta para «luchar o huir».

Revista

La grasa abdominal profunda: el enemigo silencioso que envejece tu cuerpo y tu mente

Oculta bajo la piel y rodeando órganos vitales como el corazón, el hígado y los riñones, la grasa visceral representa una de las amenazas más serias para la salud metabólica y cerebral, incluso en personas delgadas. Más que un problema estético, esta grasa activa procesos inflamatorios que pueden desencadenar enfermedades como la diabetes tipo 2, el hígado graso, problemas cardiovasculares y, a largo plazo, deterioro cognitivo.

De acuerdo con el Dr. Andrew Freeman, especialista en prevención cardiovascular, la grasa visceral es un marcador de múltiples riesgos de salud, aun en quienes aparentan estar en forma. El fenómeno conocido como “skinny fat” —personas con peso normal pero con alta proporción de grasa interna— evidencia que la salud no siempre se refleja en el espejo.

El impacto va más allá del metabolismo. La neuróloga preventiva Kellyann Niotis advierte que este tipo de grasa libera compuestos inflamatorios que aceleran la atrofia cerebral y favorecen la aparición de placas beta-amiloides y ovillos de tau, señales asociadas con la enfermedad de Alzheimer, incluso desde los 40 o 50 años.

¿Cómo saber si la grasa visceral está fuera de control? La medida de la cintura es un primer indicio: más de 88.9 cm en mujeres y 101.6 cm en hombres eleva el riesgo, según los CDC. La masa muscular también importa: quienes tienen más grasa que músculo tienden a acumular esta grasa profunda. Estudios como la DEXA o básculas con medición de grasa corporal pueden ayudar a evaluar estos indicadores.

La buena noticia: es reversible. Freeman insiste en un enfoque integral con ejercicio cardiovascular diario (como caminatas rápidas de al menos 30 minutos) y entrenamiento de fuerza con resistencia. Ejercicios como desplantes, sentadillas, lagartijas y peso muerto movilizan grandes grupos musculares, aceleran el metabolismo y estimulan hormonas que mejoran la composición corporal.

Una alimentación basada en plantas, como la dieta mediterránea, también es clave. Rica en frutas, vegetales, granos enteros, aceite de oliva y pescado, esta dieta ha demostrado reducir la grasa abdominal y el riesgo de muerte por enfermedades crónicas, especialmente en mujeres.

El ayuno intermitente —comer solo durante una ventana de seis horas al día— puede ser un complemento efectivo, aunque no es apto para todos. La combinación de alimentación natural, entrenamiento funcional y periodos de ayuno puede “hacer magia” en la reducción de grasa visceral, señala Freeman.

En resumen, mantener el músculo, eliminar alimentos ultraprocesados, moverse cada día y reorganizar los horarios de comida no solo combate la grasa abdominal profunda, sino que extiende la salud física y mental hacia el futuro. Porque el verdadero “elixir de la juventud” no se compra: se construye con hábitos.

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