Toda tragedia necesita un culpable, un “sparring”, alguien a quién canalizar la frustración, y en Chihuahua ya lo tienen: el Grupo Aeroportuario Centro Norte (OMA).
Luego de las inundaciones que ocurrieron en la capital, tanto el gobernador César Duarte como el alcalde Marco Adán Quezada arremetieron contra el consorcio que opera el Aeropuerto Internacional Roberto Fierro, cuyo servicio ha sido más bien deficiente.
Poco espacio, monopolio de taxis, estacionamiento caro, lejanía de la ciudad y servicio lento, son solo algunos platillos del menú que ya hartan a muchos viajeros chihuahuenses y visitantes, que ven cómo este grupo multiplica sus utilidades a costa del bolsillo de los usuarios.
En breve, Chihuahua ofrecerá vuelos directos a Cancún y existen ganancias multimillonarias, pero eso no les basta para pagar los 56 millones de pesos que debe de predial, los cuales están en la mira del ojiverde Quezada, aún en la recta final de su gestión.
Pero todo esto vino a rematar con la inundación de sus instalaciones que paralizó los vuelos, averió a más de 100 automóviles y causó pérdidas millonarias para empresas y usuarios. ¿Y ahora quién responde?
Es increíble que tiendas y supermercados operen sin problemas, siempre, pese a todo, y que el aeropuerto, uno de los espacios más importantes de cualquier ciudad moderna, simplemente se encharque, además de que cierran por la noche y si un vuelo trae demora, sencillamente no lo reciben.
Bien ha hecho el gobernador César Duarte en pedir que se revise la concesión a OMA, y también el alcalde Quezada al anunciar que se les perseguirá hasta que paguen el predial.
Pero aquí nuestra pregunta es si también se perseguirá a quienes construyeron el puente derrumbado de la Sacramento, las vialidades plagadas de baches o las viviendas inundadas en los terrenos rumbo al aeropuerto, de la fraccionadora CTU, que aparte de los montones de quejas por los malos materiales, ahora deben lidiar con estos problemas.
Por todas estas empapadas broncas, el gobernador tuvo que acortar su presencia en las Jornadas Villistas, esas que tanto le gustan, y hacer un salto mortal de su caballo pura sangre a su helicóptero, para recorrer el sur del estado acompañado por Raúl Javalera, presidente de la JCAS, y Juan Ramón Flores, coordinador de Comunicación Social.
Ahora hay un dilema en si se solicita o no apoyo al Fonden por las inundaciones en algunas colonias de la entidad, pues si bien las afectaciones son notables, son pequeñas comparadas con la solicitud de 3 mil millones de pesos para paliar los daños causados por la sequía.
Chihuahua es un estado donde ocurren desastres naturales de lo más contradictorios, como sequía y luego inundaciones, o heladas tremendas y olas de calor infernal, lo cual nos pone en un terrible punto medio.
Es por eso que pedir dinero porque no cae agua y luego pedir porque hay demasiada, podría abrirle una puerta a la Segob para desechar la solicitud de apoyo que está pendiente por sequía. Tendrán que hacer solicitudes con mucha precisión y cautela.
El que de plano sigue en la luna… de miel, es Álex LeBaron, quien luego de su boda de cuento de hadas no ha dado ni una como delegado de Conagua, pues ni sabe qué hacer con los menonitas y agricultores del noroeste que se roban el líquido y mucho menos con el que ha caído en la entidad.
LeBaron tuvo que acortar su luna de miel en Acapulco y no se le ocurrió mejor idea que desaguar las presas, semanas después de que alertara por la situación crítica de la sequía.
Pretende justificar la medida por los posibles daños a las presas, pero eso no entra en la lógica de un estado desértico como el nuestro. Si Las presas están débiles, que las refuercen, pero que no manden el agua a EU, donde sí que la van a aprovechar.
Otro fracaso que ha vivido es no poner orden a las comunidades del noroeste, donde se asientan los mormones, de quienes forma parte. Aquí hay falta de capacidad, conflicto de intereses o ambos, pero el caso es que cada quien sigue sacando agua de donde quiere y cuanta puede.
Pero mientras el gobernador Duarte recorría Jiménez, y LeBaron no se sacudía el embrujo del recién casado, Marco Quezada fue quien salió al quite en muchas colonias de la capital y ya anunció que, con la pena, pero tendrá que darle una buena mordida al colchoncito que tenía pensado dejarle a Garfio, pues la reconstrucción de calles y obras no pueden esperar.
Incluso Quezada ha tenido que cancelar algunos espectáculos del Aeroshow, su fiesta de despedida, pues tuvo el suficiente sentido común —tan escaso en estos días— para darse cuenta de que la gente prefiere dormir seca que ver espectáculos.
Pero no todo fue un buen día para Quezada, ya que luego de plantear el bombeo del agua de El Rejón para liberar el parque, vecinos de los nuevos fraccionamientos aledaños sacaron las uñas y exigieron que les dejen el agua, pues se ve rebonita desde sus ventanas. Y el alcalde accedió.
Ahora la expectativa está en cómo tapará los baches, si le alcanzará el tiempo y el dinero, o si cederá a la tentación de solicitar un crédito para que lo paguen sus sucesores. Con eso de que el Congreso rara vez sabe decir “no”.
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