Pareciera que su función va completamente en contra de su nombre. Nadie quiere esperar aquí. Muy pocas veces nos sentimos cómodos en este lugar.
Siempre estamos expectantes, inquietos, ansiosos. Como si el tiempo que transcurre en esta sala no fuera nuestro. Queremos que avance lo más rápido que se pueda. Que se vaya sin sentirlo.
Pero este tiempo es igual de útil, igual de nuestro que cualquier otro momento. Yo a veces me lo saboreo…y aprovecho para hablar con alguien, escribir o leer algo. Para hacer cosas que en el transcurso del di?a me resulta casi imposible.
Bueno. Proyectémoslo a los momentos de espera en la vida. Esas “salas” en las que a veces nos quedamos por días, meses o años. Ese tiempo cuando a pesar de nuestro trabajo y esfuerzo, no toca nada más que esperar.
Si esta pandemia nos está enseñando algo. Es precisamente eso. Hay cosas que pueden o tienen que esperar. Así como otras que no esperan por nada, ni por nadie.
Hay que ser conscientes del lugar en el que estamos. Esperar por algo no impide hacer otra cosa. Tal vez es momento de hacer lo que en el transcurso la vida no nos daba tiempo…
Y no es malo sentirte cómodo en estos lugares intermedios. Nos damos muy poco permiso de estar quietos. Sentir tranquilidad en momentos de dudas e incertidumbre, es también un trabajo.
Hay que transformar esa impaciencia en calma. Esa inquietud en energía. Saber en que? nos estamos convirtiendo. Porque esa es una realidad. Todo el tiempo nos estamos convirtiendo en algo. Estamos siendo alguien. Estoy segura que en esta calma se puede descubrir algún gusto o talento nuevo. Una oportunidad de trabajo, o simplemente entender por fin que es lo que ma?s importa en tu vida.
Solo tú puedes decidir quien quieres ser, que quieres hacer. Está en ti sentirte listo y feliz en esta espera, porque no sabemos qué vendrá cuando, por fin llamen nuestro turno.
Nancy Anahi Toledo Rascón
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