Aarón Meléndez tiene 12 años, cursa sexto año de la educación primaria y como muchos adolecentes, sueña con llegar a ser un campeón olímpico. Hace tiempo comenzó su preparación física con el apoyo fiel de su padre. La historia de Aarón no podrá tener nada de extraordinario si no fuera porque él nació con una enfermedad llamada mielimelingocelia con hidrocefalia y este padecimiento lo ha postrado en una silla de ruedas desde que tiene conciencia.
Los padres de Aarón, ambos raramuris originarios del municipio de Guachochi, llegaron a la ciudad de Chihuahua en búsqueda de rehabilitación y mejoría para su situación física. Oyeron y buscaron incansablemente que su hijo pudiera acceder a servicio especializado que sólo estaría disponible en la capital del estado pero su extrema pobreza fue el primer obstáculo a vencer. Con perseverancia lograron que Aarón comenzara terapias en un centro de rehabilitación integral, con la esperanza de que pudiera caminar, pero el lugar estaba muy lejos de donde vivían. Luego su madre falleció de una enfermedad grave. La tragedia familiar aunada a la precaria situación económica hizo que José Rosario, padre de Aarón, buscara apoyo.
“Hubo un tipo congreso en el palacio (Palacio de Gobierno), me invitaron y yo me llevé a mi familia, y me invitaron porque yo soy indígena cien por ciento y mi preocupación siempre ha sido para mi propia gente, antes de venirme para acá trabajaba con la educación indígena y a la vez se me nombró como consejero supremo, y entonces yo representé a mi gente y la coordinadora (Coordinadora Estatal de la Tarahumara) me conoció y tuvimos la oportunidad de hablar con el propio gobernador y le planteé mis necesidades y las de mi comunidad… y entonces me envió a la COESVI… y me dieron esta casa…”, narró su historia José Rosario Meléndez, al referirse a la ayuda que en ese momento recibió de la Comisión Estatal e Vivienda.
Fue entonces cuando directivos de la dependencia estatal estudiaron la situación de Aarón y la de su padre. Al observar la dificultad para trasladarse a recibir sus terapias, se les otorgó en comodato permanente una vivienda que se ubica cerca a las instalaciones del CRIT y que se adaptó a las necesidades de movilidad tanto de Aarón como de José Rosario, como el cuidador principal del menor.
Casos como este son frecuentes en el servicio diario de la COESVI. Sólo durante este 2015 más de 30 viviendas están en comodato por distintas situaciones: de violencia familiar, enfermedades de menores, adultos mayores en abandono, madres solteras y grupos vulnerables que necesitan una vivienda digna para ellos o sus familias.
Hoy por hoy, don José Rosario, vive de la venta de tamales, limpia casas y patios para solventar los gastos de su hijo como sus pañales, alimento y medicamentos. Y Aarón sigue trabajando para ser, algún día, un campeón olímpico para orgullo de su comunidad raramuri, de su padre y de todo el estado de Chihuahua.