Conecta con nosotros

Resto del mundo

Otorgó EU licencia de manejo a El Chapo Guzmán

Joaquín Guzmán Loera, alias “El Chapo”, líder del Cártel de Sinaloa cuenta con una licencia de conducir expedida por el estado de California, Estados Unidos, desde 1988, reportó ayer la cadena de televisión estadounidense Univisión.

Joaquín Guzmán Loera, alias “El Chapo”, líder del Cártel de Sinaloa cuenta con una licencia de conducir expedida por el estado de California, Estados Unidos, desde 1988, reportó ayer la cadena de televisión estadounidense Univisión.

El documento, parte de un informe confidencial de la DEA difundido por la televisora en habla hispana, muestra una licencia a nombre de “Max Aragón”, uno de los alias de Guzmán, pero con la fotografía del narcotraficante. En la imagen se aprecia la fecha de expedición, los datos de altura, edad y una supuesta dirección en Los Ángeles, California.

Según el reporte de la DEA, la licencia fue usada por Guzmán para registrar dos automóviles Corvette adquiridos en Los Ángeles para ser posteriormente obsequiados a funcionarios públicos de seguridad en México.

En 1988, dice el reportaje transmitido anoche en Estados Unidos, “El Chapo” ya era un hombre buscado por la Agencia Anti Drogas de ese país, la DEA.

De acuerdo con los testimonios recabados por la televisora estadounidense entre autoridades de la Patrulla Fronteriza y de la DEA, El Chapo controla la mayor parte de la infraestructura y personal que opera en las principales ciudades del vecino del norte.

“En Chicago tenemos cerca de 100 mil miembros de pandillas callejeras, que no sólo causan estragos en la ciudad, sino que son contratistas involuntarios de El Chapo. Muchos se ganan la vida poniendo la droga de El Chapo en la calle.

Hacen el trabajo sucio”, dice en cámara John Ripley, agente de la DEA en la llamada ciudad de los vientos. (Con información de El Universal)

001_driver_license_el_Chapo_guzman

001_detencion_el_chapo_guzman

Clic para comentar

You must be logged in to post a comment Login

Leave a Reply

Deportes

Wimbledon sin jueces de línea: el fin de una era que muchos ya extrañan

Por primera vez en sus 148 años de historia, Wimbledon ha eliminado por completo a los jueces de línea humanos, reemplazándolos con un sistema electrónico automatizado. Esta decisión marca un punto de inflexión en uno de los torneos de tenis más tradicionales del mundo, generando una mezcla de aceptación tecnológica y nostalgia por la humanidad que esta figura representaba en la cancha.

Pauline Eyre, quien fue jueza de línea en 16 ediciones del torneo, recuerda con orgullo su primera vez pisando el césped sagrado del All England Club a los 21 años. “Era un sentimiento extraordinario”, comenta. Lejos de haber soñado con ganar un trofeo como jugadora —ella misma se describe como una mala competidora juvenil—, su máximo orgullo fue formar parte del equipo de oficiales, un grupo que consideraba “visiblemente diferente y especial”.

Esa esencia humana es justo lo que, para Eyre y otros puristas, se pierde con esta transformación. Aunque el sistema electrónico —el mismo adoptado por el Abierto de Australia y el US Open— promete precisión absoluta, Eyre sostiene que el cambio elimina una parte esencial del deporte: la imperfección humana. “El tenis es sobre personas. Si le quitas la humanidad, estás quitando una parte fundamental del juego”, afirma.

La medida, anunciada por el All England Lawn Tennis Club en octubre pasado, responde a la intención de garantizar la máxima precisión en el arbitraje y ofrecer condiciones homogéneas para los jugadores, en línea con la mayoría de los torneos del circuito ATP y WTA. Sally Bolton, directora ejecutiva del club, explicó que la transición busca estandarizar el entorno competitivo. Sin embargo, incluso antiguos funcionarios como Andrew Jarrett, ex árbitro principal de Wimbledon entre 2006 y 2019, admiten que el cambio, aunque lógico desde el punto de vista tecnológico, tiene un “costo humano”.

Jarrett subraya que durante su gestión nunca se contempló seriamente eliminar a los jueces de línea, aunque reconocía que la introducción del sistema Hawk-Eye en 2007 marcaba el inicio de una posible transición. Para Eyre, ese momento fue revelador: “Hawk-Eye nos demostró que casi siempre teníamos razón”, dice, con cierta melancolía.

La eliminación de estos oficiales también impacta el futuro del arbitraje en el tenis. “¿Por qué un joven de 15 años querría ahora pasar sus fines de semana arbitrando partidos infantiles si ya no puede soñar con llegar a Wimbledon?”, cuestiona Eyre.

Entre los jugadores, la reacción es dividida. Aryna Sabalenka, número uno del mundo, considera que el sistema electrónico elimina controversias y aporta claridad, aunque reconoce estar «50/50». Por otro lado, Barbora Krej?íková y Frances Tiafoe expresaron su preferencia por el estilo tradicional, destacando el «fanfarroneo» y la interacción humana que ofrecían los desafíos a jueces de línea.

El sistema automático no está exento de fallas. Durante un partido de segunda ronda, el sistema emitió un llamado de «fuera» entre puntos, generando confusión y risas entre el público. Otros jugadores también señalaron que las señales automatizadas son a veces demasiado tenues para escucharse, especialmente en canchas con mayor ruido ambiental.

De los aproximadamente 300 jueces de línea que solían participar en Wimbledon, solo 80 permanecen este año como asistentes de cancha en caso de fallos técnicos del sistema.

Lo que antes era una aspiración para muchos —ser parte del torneo más prestigioso del mundo, aunque fuera desde los márgenes del terreno de juego— ahora queda relegado a la historia. Eyre, ahora comediante de stand-up, recuerda cuando fue abucheada por sancionar al favorito local Greg Rusedski o cuando John McEnroe la fulminó con la mirada por marcarle un error.

Con humor y algo de resignación, reconoce que los jueces de línea eran vistos como “jugadores fracasados y personas demasiado autoritarias”. Pero, en el fondo, lo hacían por amor al tenis. “Solo queríamos ser parte de algo que amamos”, concluye.

Y quizás, como muchas cosas en la vida, no sabíamos cuánto los íbamos a extrañar… hasta que desaparecieron.

Continuar Leyendo
Publicidad
Publicidad
Publicidad

Más visto