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¿Otra vez sin gasolina? Venezolanos temen escasez del combustible

Las temidas filas para cargar gasolina reaparecían tímidamente el miércoles en varias partes de Venezuela, bajo la sombra de las más recientes sanciones impuestas por Estados Unidos, que podrían secar los tanques del vetusto parque automotor del país.

La economía del país sudamericano está asentada sobre las mayores reservas de crudo del planeta, pero el deterioro de la infraestructura petrolera ha llevado al mínimo la producción de crudo y ha generado una dependencia de las importaciones de combustibles y aditivos.

Aunque la petrolera estatal PDVSA -el principal blanco de las sanciones para debilitar al presidente Nicolás Maduro- salió al paso el miércoles garantizando combustibles en todo el país, un directivo admitió que hay problemas para descargar tanqueros con gasolina a raíz de las medidas lanzadas por Washington

Según los rumores va a haber escasez de gasolina por el tema de las sanciones, pero si es por el bien del país habrá quehacer el sacrificio», dijo en una gasolinera de Caracas Antonio Rodríguez, un ingeniero de 55 años que trabaja como comerciante.

En el puesto 12 de una fila para cargar en una gasolinera, donde surtían dos de cinco máquinas expendedoras, sentenció: «Esto ya no aguanta más. Es ahora o nunca. Si debemos llegar más abajo tendremos que llegar, pero algo tiene que pasar».

El mensaje de la petrolera estatal para calmar los temores no pudo contener los fantasmas de una gravísima escasez de gasolina en 2002-2003, cuando un paro petrolero que buscaba forzar la salida del entonces presidente Hugo Chávez generó una grave crisis y golpeó mortalmente a la economía del país.

La gasolina venezolana es la más barata del mundo, casi regalada, para los venezolanos que acuden a las 1.800 estaciones de servicio que aún funcionan en el país. La mayor parte es importada de Estados Unidos.

Resto del mundo

Cofece multa a Walmart por prácticas monopólicas: la batalla legal apenas comienza

La Comisión Federal de Competencia Económica (Cofece) asestó un golpe histórico al multar a Walmart de México con 93.4 millones de pesos tras concluir una investigación que se extendió por más de cuatro años. La razón: prácticas monopólicas relativas, particularmente en el trato con sus distribuidores.

Según el dictamen de la Cofece, Walmart aprovechó su posición dominante en el mercado para imponer condiciones desfavorables a los proveedores, afectando la competencia en el sector. Aunque no se han revelado todos los detalles de las “contribuciones” impuestas a los distribuidores, el veredicto destaca cómo estas prácticas distorsionan el acceso al mercado y perjudican a competidores más pequeños.

En respuesta, Walmart no tardó en reaccionar. La empresa anunció que impugnará la decisión y enfatizó su compromiso con el cumplimiento de las leyes mexicanas. En su comunicación oficial, destacó que la sanción carece de fundamento y que está basada en interpretaciones erróneas. Este movimiento era predecible: para una empresa de este tamaño, 93 millones de pesos no solo representan una cifra considerable, sino también una amenaza a su reputación.

Por otro lado, la Cofece también se juega mucho. Este caso es una muestra clara de su intención de reforzar la vigilancia sobre los gigantes corporativos. Sin embargo, una batalla legal prolongada podría poner a prueba su capacidad de defender sus resoluciones en tribunales.

Más allá de la multa, el caso de Walmart pone el reflector sobre una problemática común en el comercio minorista: el desbalance de poder entre grandes cadenas y pequeños distribuidores. Si bien el desenlace de este litigio aún está por definirse, el mensaje es claro: los días de actuar sin consecuencias podrían estar contados. La industria y los consumidores estarán atentos a cada movimiento en esta batalla judicial.

 

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