Jubiloso está el PAN con los resultados electorales de la pasada contienda, con una derrota que les supo a victoria, pues aunque de gobernar 23 municipios bajó a 16, mantuvo Delicias y se adueñó de Cuauhtémoc, ciudades que les supieron a gloria.
Realmente tanto en el PRI como en el PAN sí esperaban el “carro completo” tricolor. En Chihuahua los seguidores de Riggs sabían que perdería, pero no creyeron que pudiera acercarse a 8 puntos de Garfio, con quien la diferencia de fuerzas era colosal.
El PAN llevaba todo en contra: El partido despedazado, el acoso de Gobierno, el robo o amenazas de sus candidatos más fuertes, además del tremendo despliegue territorial que siempre ha tenido este partido.
El PRI, por el contrario, tenía una unidad y una disciplina ejemplar, el respaldo de los tres niveles de gobierno, su larga experiencia como arrollador en elecciones y mil fortalezas más, pero también trae muy en contra el descontento ciudadano.
Si a esto le sumamos la derrota de Daniela Garza y Mónica Morales, pues cala hondo en un PRI que se sentía tan sobrado y ensoberbecido, que ni siquiera cumplió el oficioso requisito de registrar candidatos plurinominales.
Si fue una fanfarronada para meter confianza en su equipo, al PRI le salió muy cara, pues perderá dos posiciones plurinominales por el simple hecho de no haber registrado a nadie, lo cual ya trae locos a muchos priístas, quienes creen que ahí pudieron haber quedado ellos, sonrientes y gozando de una dieta bastante rica en calorías.
Así, el PRI tuvo una aplastante victoria que le supo a derrota y el PAN un descalabro tremendo que les supo a triunfo. Si a esto le sumamos el éxito en Baja California, nos habla de una tendencia que parece irreversible: A la ciudadanía le está hartando la soberbia y el descaro del PRI y, si siguen, es cuestión de tiempo para que se los hagan pagar.
Sin embargo, el gran e indiscutible ganador fue el abstencionismo. En Chihuahua el 64% de los ciudadanos con credencial no votaron y hubo además 30 mil votos nulos.
Esto es una muestra clarísima de que a la ciudadanía no le gusta lo que sucede. Unos reaccionan dejando de votar, anulando su voto o votando por el partido contrario, pero de que hay un grave descontento, lo hay.
El Instituto Estatal Electoral deberá rendir cuentas sobre los millones que se gasta en spots inútiles basados en propuestas oligofrénicas. Una actriz que ni siquiera tiene credencial de elector podrá ser buena para jalar televidentes, pero no tuvo el menor impacto entre los electores, al contrario, hay quienes piensan que fue más el daño que hizo y que Fernando Herrera “cumplió su ciclo” en el Instituto Estatal Electoral.
El principal nicho de electores son los jóvenes, por mucho, y el IEE de Fernando Herrera sigue anquilosado y recurre a estrategias que no tienen efecto ni en las señoras a las que van dirigidas.
Pero también hay que reconocer que las elecciones estuvieron relativamente bien organizadas y en orden. Debía ser así, a Herrera le sobra experiencia, a todos les convenía que hubiera calma y prácticamente todos los partidos están alineados con el PRI ¿Notó que por primera vez el PRD no se quejó de nada?
Los criminales, más allá de las balaceras en San Juanito, prefirieron calmarse y dejar fluir la elección. A fin de cuentas ya habían asesinado, amenazado y comprado a quien quisieran; su obra ya estaba hecha.
Incluso la Fiscalía de la Zona Norte admitió que los cárteles no han salido de Ciudad Juárez, solo han entendido que estarse despedazando a diario es algo que a nadie le conviene, así que solo matan poquito y lo demás lo negocian como buenos criminales.
El que sí cumplió de todo a todo fue Héctor Murguía, pues si bien Juárez vive una situación desastrosa desde hace años, nadie puede decir que “Teto” no sabe ganar elecciones, pues fue el único que cumplió con el “carro completo”, ya que en Juárez masacraron al PAN y le arrebataron lo poco que tenía.
Con esto, Murguía suma un importante punto para ser considerado candidato a la gubernatura, al cual se añade su disciplina de haber aceptado dejar el camino libre a César Duarte sin llorar y ahora cooperar con él codo a codo. Podrá ser un pésimo gobernante, pero es un excelente priísta y eso cuenta mucho.
Están también enfilados de facto para la gubernatura Enrique Serrano y Javier Garfio, sin embargo, a diferencia de Murguía, estos carecen, al menos de momento, de fortaleza política propia. Son los favoritos del gobernador y, aunque eso pese muchísimo, no será lo mismo cuando Duarte no sea mandatario, así que deben empezar a caminar por sí mismo y no colgarse de los brazos de Duarte.
Quezada también va fuerte. Es bien visto por su grupo, gobernó bien Chihuahua y no trae chanchullos persiguiéndolos. Sin embargo, la pérdida de Delicias le va a pasar factura. Quezada es del grupo baecista y no le fue muy bien que digamos. Aquí la fórmula fue contraria, es un buen gobernante pero como priísta no dio el ancho en esta ocasión. Como consuelo, Eloy García Tarín ganó sin problemas y puede ser la esperanza del grupo.
Ahora el panismo debe reconstruirse de inmediato y, sobre todo, purgarse. Traidores, salameros y oportunistas fuera. Deben sacarle provecho a los malos tiempos y definir quien trae la camiseta bien puesta y quién no. El fuerte es más fuerte cuando está solo, esta es una máxima de la política que ha funcionado en muchos escenarios.
Miguel Riggs podría ser el candidato más inexperto, hueco y errático, pero con todo eso en contra pudo descalabrar al PRI más allá de lo esperado y, si se pone las pilas, podría ser uno de los nuevos rostros del panismo para desplazar a los albiazules rancios como Carlos Borruel, Cruz Pérez Cuellar y Javier Corral. Mario Vázquez también ya debe dedicarse a sus amoríos a gusto, sin la presión de dirigir el PAN.
El gobernador puede sentirse complacido: retuvo Parral, con un panista como candidato pero, a fin de cuentas, los votos contaron para el PRI y sus aliados. Balleza también queda tricolor y, pese a no ganar el tan cacaraqueado carro completo, avanzó a paso firme y por lo menos media victoria se la deben a él. Nadie puede decir que ganó sin deberle nada al mandatario.
En lo personal, Duarte consolidó su poder y todo esto puede contar mucho para el futuro, pues es mucho lo que se habla de las aspiraciones del gobernador en grandes ligas, pues demostró sin dejar dudas que es un elemento valiosísimo para el PRI, lo pongan donde lo pongan.
Ahora viene el cierre de su trabajo: cortar cabezas. Poco a poco irá llamando a los responsables de distritos, analizará sus resultados y se asegurará de que ninguno quede sin premio o sin castigo, como buen líder. Esto incluye a su gabinete.
Una muestra de su creciente poder es la visita del presidente Enrique Peña Nieto a su rancho, Balleza, donde llegará el miércoles para emprender un programa forestal.
Los ganadores descansarán un poco, pues las campañas fueron pesadísimas. Si acude a una oficina de gobierno y nota a los burócratas cansados, compréndalos, tuvieron mucho trabajo por vez primera en su vida.
Pero los retos apenas empiezan. Serrano, Garfio y otros ganadores deberán ahora ver como cumplen los incontables compromisos que les generó el haber ido con el respaldo de todo mundo.
Por lo pronto Javier Garfio ya anunció que piensa iniciar su gestión con obras desde el primer día. No quiere perder tiempo y ahora deberá ver cómo se pone de acuerdo con Quezada para empezar a operar el municipio cuando el ojiverde aún es el que manda.
Para eso le echará la mano Eugenio Baeza, un suplente con amplia participación y protagonismo, pues lleva mucha fuerza y hay probabilidades de que Garfio llegue a pedir licencia para dejarle el encargo. Es el plan al menos.
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