¿Por qué Adam Rippon (Pensilvania, 1989) se ha convertido en la gran estrella de los Juegos Olímpicos de Invierno de Pyeongchang, en Corea del Sur? Se llevará a casa una medalla de bronce como parte del equipo de patinaje artístico estadounidense, sí, pero muchos medallistas (incluidos sus compañeros de equipo) solo han aparecido en las páginas deportivas. Rippon, sin embargo, excede, y mucho, lo deportivo.
Habría que empezar por aclarar que tampoco es por ser el primer deportista olímpico gay (de esos seguro que había ya en Antenas en el siglo VIII a. C.), pero sí se debe en gran parte a ser el primero abiertamente homosexual que representa a Estados Unidos en unos Juegos Olímpicos de Invierno. Y que tiene, además, algo imprescindible hoy para traspasar la fama meramente deportiva y convertirse en un fenómeno: labia, carisma y espíritu contestatario.
Su imagen también se ha construido sobre una historia llena de reveses que empieza, como resulta ya casi un lugar común en cualquier relato con un protagonista fuera de la norma, con el bullying de sus compañeros de clase. Posteriormente, en 2010 y 2014 (cuando tenía la edad óptima para un deportista de su tipología) se quedó fuera (no se clasificó) de los Juegos Olímpicos de Invierno celebrados respectivamente en Vancouver y en Sochi. En 2013 se mudó desde Pensilvania a California, donde económicamente le iba tan mal que se gastó su poco dinero para apuntarse al gimnasio y así poder seguir entrenando, pero tenía que robar las manzanas que el centro ofrecía a sus alumnos.
«¿Te refieres a Mike Pence, el mismo Mike Pence que financió terapias de conversión para gays? Paso», dijo Rippon sobre la posibilidad de conocer al vicepresidente de EE.UU. «No tengo nada que decirle»
Sin embargo, Rippon sabe tomárselo con humor. El atleta no solo es un gay deslenguado que hace gala de una elegante pluma (algo llamativo en unos tiempos en los que se acepta al gay pero la plumofobia es un problema incluso dentro del colectivo), sino que ha usado sus reveses para hacer chistes con ellos. Ya se sabe, el humor es igual a tragedia más tiempo. Todo eso ha convertido su cuenta de Twitter (con más 230.000 seguidores, entre ellos Barack Obama) que mezcla mensajes de inspiración, fuertes consignas políticas y tuits llenos de humor.
Este, por ejemplo: «Hace poco me preguntaron en una entrevista cómo era ser un atleta gay. Les dije que es exactamente igual que ser un atleta heterosexual. Mucho trabajo duro, pero normalmente lo hacemos con las cejas más bonitas».
O este (que le respondió la misma Chelsea Clinton, hija de Hillary y Bill): «Para todos aquellos que me escriben tuits diciendo que esperan que fracase, ya he fracasado varias veces en mi vida. Pero lo más importante es que he aprendido de cada golpe, he asumido con orgullo mis errores, crecido con las decepciones y ahora soy una zorra glamazónica preparada para la pasarela». «Eres espectacular, Adam», le respondió Clinton. «Gracias por tu humor (¡y tu glamour!)».
O este otro: «Hoy mi entrenador me dijo que estaba muy orgulloso de mí y después añadió: ‘Quiero decir, recuerdas lo malo que eras, ¿no? ¡Ying yang!».
La oscarizada actriz Reese Witherspoon fue una de las celebridades de Hollywood que lo elevó al estrellato. «Razón número uno para ver los Juegos Olímpicos de Invierno 2018: ADAM RIPPON», tuiteó el pasado ocho de febrero la protagonista de Walk the line. Pero también lo han alabado a través de las redes sociales Jessica Chastain, Sarah Michelle Gellar o el mismísimo Elmo, de Barrio Sésamo. «¡Elmo está tan orgulloso de ti!», le escribió.
Pero su camino hacia los titulares de prensa había empezado ya un mes antes, en enero. Y esa es tal vez la historia más interesante del joven Rippon: su enfrentamiento con el vicepresidente de Estados Unidos, Mike Pence.
Cuando Rippon se enteró de que Mike Pence, el número dos de Donald Trump, iba a liderar la delegación estadounidense en los Juegos Olímpicos de Invierno celebrados en Corea del Sur, decidió no acudir al habitual encuentro que hay entre deportistas y delegados. Su primer dardo se lo dirigió en una entrevista que el diario USA Today publicó el 17 de enero. «¿Te refieres a Mike Pence, el mismo Mike Pence que financió terapias de conversión para gays? Paso». También añadió: «Personalmente no tengo nada que decirle a Mike Pence. Si me dan la oportunidad de hablar después de las Olimpiadas, prefería hacerlo con la gente cuyas vidas han sido dañadas por la legislación que él ha llevado a cabo».
Mike Pence (que se define como cristiano, conservador y republicano) tiene un largo historial de ataques contra el colectivo LGTBQI. Entre otras cosas, se ha opuesto a la legalización del matrimonio gay desde hace lustros, ha declarado que ser gay o lesbiana es «una elección», ha luchado para que los grupos que ayudan a las víctimas del SIDA no reciban ayudas públicas, se ha opuesto a una ley que impide la discriminación de personas LGTBQI en el lugar de trabajo, se ha opuesto también a eliminar la cláusula «don’t ask, don’t tell» en las fuerzas armadas, anuló la norma que permitía a mujeres y hombres transexuales utilizar el cuarto de baño en el que se sintieran más cómodos en los edificios públicos y, sí, efectivamente, pidió en su campaña del año 2000 (cuyo programa aún se puede leer aquí íntegramente) que los fondos públicos se destinasen a las terapias de reconversión de gays y lesbianas.
Una práctica que ha dejado auténticas historias de terror que incluyen oración, electrochoques y algo llamado «entrenamiento de comportamiento de género» que se asemeja a aprender a disimular la pluma.
Rippon ha ignorado estos comentarios y ha anunciado que boicoteará la reunión de los medallistas con Pence y Trump en la Casa Blanca. Algo que ya ha sido denunciado por Donald Trump Jr, hijo del presidente. En un tuit en el que cita una entrevista de Rippon cuyo titular es «No quiero que mi experiencia en los Juegos Olímpicos se centre en Mike Pence», el hijo del presidente respondió: «¿En serio? Entonces tal vez no deberías haberte pasado las últimas semanas hablando de él. Yo a él no lo he oído mencionarte ni una sola vez».
Pero Trump Jr. se equivoca. Pence sí intentó lavar su imagen dirigiéndose directamente a Rippon en un tuit. Las mayúsculas son suyas: «Quiero que sepas que estamos aquí PARA TI. No dejes que las noticias falsas te distraigan. Estoy orgulloso de ti y de TODOS NUESTROS GRANDES atletas y mi única esperanza para ti y para todo el equipo EE. UU. es que traigáis a casa el oro. ¡A por ellos!».
Puede que Adam sea demasiado mayor para llamarlo promesa del deporte (tiene 28 años), pero sí es una promesa para la esfera del entretenimiento y también para un futuro más igualitario. Al menos, para los que ven en su descarado aplomo y en esa pluma que ha convertido en estandarte una señal de que se abren fronteras en el anquilosado mundo de la alta competición deportiva.