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Salud y Bienestar

¿Pérdida de olfato un síntoma de insuficiencia cardíaca? Esto es lo que un estudio científico revela

Un reciente estudio científico ha sacudido las bases médicas al revelar que la pérdida del sentido del olfatopodría ser un indicativo temprano de insuficiencia cardíaca, una condición grave que afecta a millones de personas en todo el mundo. Este hallazgo inesperado pone en alerta a la comunidad médica y destaca la importancia de reconocer señales menos conocidas de problemas cardíacos.

La insuficiencia cardíaca, caracterizada por la incapacidad del corazón para bombear sangre de manera eficiente, puede llevar a complicaciones severas como ritmos cardíacos irregulares, daño renal, hepático e incluso la muerte súbita. Tradicionalmente, la pérdida del olfato se ha asociado con problemas respiratorios o neurológicos, pero este nuevo estudio publicado en el Journal of the American Heart Associationsugiere una conexión directa con la salud cardiovascular.

Según los investigadores, el bulbo olfatorio, responsable de la percepción de olores, puede verse afectado por la disminución del flujo sanguíneo cuando el corazón no funciona adecuadamente. Este fenómeno podría explicar por qué la anosmia (pérdida del sentido del olfato) podría actuar como un marcador precoz de riesgo para desarrollar insuficiencia cardiaca congestiva.

El estudio se basó en datos recopilados de aproximadamente dos mil 500 participantes del estudio ABC de la Salud del Instituto Nacional sobre el Envejecimiento, inscritos entre 1997 y 1998. Durante un seguimiento de 12 años, se observó que aquellos que experimentaron eventos cardiovasculares tenían más probabilidades de experimentar pérdida del olfato.

La investigación concluyó que los individuos con pérdida de olfato tenían un riesgo aproximadamente un 30% mayor de desarrollar insuficiencia cardiaca congestiva en comparación con aquellos que no presentaban esta condición. Este hallazgo subraya la importancia de evaluar regularmente la salud cardiovascular en personas que experimentan cambios en el sentido del olfato, especialmente en grupos de riesgo como personas mayores o con antecedentes familiares de enfermedades cardíacas.

La duración de la pérdida del olfato puede variar significativamente en personas con insuficiencia cardiaca. En algunos casos, la anosmia puede ser temporal y mejorar con el tratamiento adecuado para las condiciones cardíacas subyacentes. Sin embargo, si la insuficiencia cardíaca no se maneja de manera efectiva, la pérdida del olfato puede persistir indefinidamente, destacando la importancia de la atención médica oportuna para evitar complicaciones a largo plazo.

Aunque la pérdida del olfato puede ser atribuida a múltiples condiciones médicas, es crucial no pasar por alto este síntoma, ya que podría ser un indicativo de problemas cardiovasculares subyacentes, incluida la insuficiencia cardiaca. Se recomienda consultar a un médico ante cualquier cambio en la percepción de olores para descartar posibles complicaciones de salud más serias.

Revista

La grasa abdominal profunda: el enemigo silencioso que envejece tu cuerpo y tu mente

Oculta bajo la piel y rodeando órganos vitales como el corazón, el hígado y los riñones, la grasa visceral representa una de las amenazas más serias para la salud metabólica y cerebral, incluso en personas delgadas. Más que un problema estético, esta grasa activa procesos inflamatorios que pueden desencadenar enfermedades como la diabetes tipo 2, el hígado graso, problemas cardiovasculares y, a largo plazo, deterioro cognitivo.

De acuerdo con el Dr. Andrew Freeman, especialista en prevención cardiovascular, la grasa visceral es un marcador de múltiples riesgos de salud, aun en quienes aparentan estar en forma. El fenómeno conocido como “skinny fat” —personas con peso normal pero con alta proporción de grasa interna— evidencia que la salud no siempre se refleja en el espejo.

El impacto va más allá del metabolismo. La neuróloga preventiva Kellyann Niotis advierte que este tipo de grasa libera compuestos inflamatorios que aceleran la atrofia cerebral y favorecen la aparición de placas beta-amiloides y ovillos de tau, señales asociadas con la enfermedad de Alzheimer, incluso desde los 40 o 50 años.

¿Cómo saber si la grasa visceral está fuera de control? La medida de la cintura es un primer indicio: más de 88.9 cm en mujeres y 101.6 cm en hombres eleva el riesgo, según los CDC. La masa muscular también importa: quienes tienen más grasa que músculo tienden a acumular esta grasa profunda. Estudios como la DEXA o básculas con medición de grasa corporal pueden ayudar a evaluar estos indicadores.

La buena noticia: es reversible. Freeman insiste en un enfoque integral con ejercicio cardiovascular diario (como caminatas rápidas de al menos 30 minutos) y entrenamiento de fuerza con resistencia. Ejercicios como desplantes, sentadillas, lagartijas y peso muerto movilizan grandes grupos musculares, aceleran el metabolismo y estimulan hormonas que mejoran la composición corporal.

Una alimentación basada en plantas, como la dieta mediterránea, también es clave. Rica en frutas, vegetales, granos enteros, aceite de oliva y pescado, esta dieta ha demostrado reducir la grasa abdominal y el riesgo de muerte por enfermedades crónicas, especialmente en mujeres.

El ayuno intermitente —comer solo durante una ventana de seis horas al día— puede ser un complemento efectivo, aunque no es apto para todos. La combinación de alimentación natural, entrenamiento funcional y periodos de ayuno puede “hacer magia” en la reducción de grasa visceral, señala Freeman.

En resumen, mantener el músculo, eliminar alimentos ultraprocesados, moverse cada día y reorganizar los horarios de comida no solo combate la grasa abdominal profunda, sino que extiende la salud física y mental hacia el futuro. Porque el verdadero “elixir de la juventud” no se compra: se construye con hábitos.

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