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Perfil psicótico y odio a las mujeres: Así describen a Víctor, presunto feminicida de Diana

Diana, joven de 21 años, fue presuntamente asesinada por su propio primo, de nombre Víctor Emmanuel “N”, quien recientemente fue detenido por las autoridades del estado de Nayarit.

El sujeto quedó detenido por agentes de la Fiscalía General de Nayarit, luego de que hicieron a un cateo en la casa del señalado, gracias a una orden brindada por un juez. El probable responsable fue identificado como especialista en seguridad pública y criminalística.

En declaraciones ante las autoridades, personas cercanas a Diana señalaron que ella tenía miedo de Emmanuel, ya que había captado que era acosada por su primo en varias ocasiones.

Las autoridades hallaron en la casa de Víctor Emmanuel que el hombre tenía varias libretas donde se refiere de forma despectiva a todo tipo de mujeres. En dichas anotaciones destaca que ellas deberían ser “sujeto de odio, violencia y agresiones físicas”. Además, realizó dibujos de armas punzocortantes y figuras de mujeres lesionadas, explicó el fiscal del estado, Petronilo Ponce. Estos objetos perfilan la sicopatía del detenido, agregó.

No nos habíamos encontrado con un delincuente que tuviera estas características y desorden conductual. Es una situación que llama mucho la atención porque es posible que pudiéramos haber tenido un asesino serial”, afirmó el fiscal.

Además de las libretas, las autoridades hallaron una camisa con sangre así como una navaja, con la cual pudo haber terminado la vida de la estudiante universitaria. El fiscal agregó que encontraron dos notas similares a recetas de cocina, en las cuales detalla cómo destazar cuerpos. También hallaron un escrito sobre comer a las mujeres.
Agencias

Opinión

Emilia Pérez: Una Mirada Cuestionada sobre México Por: Sigrid Moctezuma

En un mundo donde el cine es tanto un arte como una poderosa herramienta de representación cultural, las películas que abordan la identidad de un país llevan consigo una gran responsabilidad. Tal es el caso de Emilia Pérez, una cinta que, aunque prometía ser un relato innovador, ha generado un torrente de críticas por su visión estereotipada y su superficialidad al retratar la cultura nacional.

Descrita por sus creadores como un “narco-musical”, Emilia Pérez sorprendió al ganar cuatro Globos de Oro, lo que dejó en evidencia una desconexión entre las audiencias internacionales y la percepción mexicana. Mientras en el extranjero se celebra como un experimento cinematográfico audaz, aquí ha sido criticada por perpetuar clichés culturales que parecen sacados de una postal turística, ignorando las complejidades del México actual. Aunque su mezcla de comedia, drama y música despertó curiosidad inicial, para muchos terminó siendo un recordatorio de cómo los estereotipos siguen dominando la narrativa global.

Uno de los puntos de mayor desagrado ha sido la manera en que la película aborda temas sensibles como la identidad de género y la narcocultura. Si bien es positivo que estas cuestiones tengan espacio en la narrativa cinematográfica, en Emilia Pérez se sienten tratadas con una ligereza que no honra su trascendencia. Los personajes, en lugar de reflejar matices reales, se convierten en caricaturas que difícilmente conectan con el público.

Las críticas no solo vienen de los espectadores, sino también de sectores especializados en cine y cultura. Se ha señalado que la película parece diseñada para un público extranjero que consume el «México pintoresco», mientras ignora las voces y experiencias auténticas que definen al país. Lo que representa una oportunidad desperdiciada para proyectar un discurso que sea fiel a nuestra riqueza cultural y social.

Este fenómeno no es nuevo en el cine. Muchas producciones internacionales han intentado capturar supuestamente nuestra esencia, pero terminan cayendo en la trampa: el mariachi omnipresente, las cantinas llenas de tequila y la violencia gratuita. Emilia Pérez, desafortunadamente, parece sumar su nombre a esta lista.

No obstante, este tipo de reacciones también abre un espacio importante para la reflexión. La discusión que surge de estas películas pone sobre la mesa la necesidad de que seamos nosotros quienes contemos nuestras propias historias, desde múltiples perspectivas. Es imperativo que el relato cinematográfico internacional comience a escuchar más atentamente las voces locales y trabajen en colaboración para evitar simplificaciones que diluyan nuestra esencia.

En un mundo donde las plataformas digitales hacen que el cine viaje más rápido que nunca, la responsabilidad de representar adecuadamente a un país se vuelve aún más crucial. La recepción de Emilia Pérez debería servir como un recordatorio de que no somos un concepto único y fácil de definir, sino una amalgama compleja de historias, tradiciones y modernidades.

Quizá, en el futuro, podamos ver más producciones que tomen este desafío en serio, dejando de lado las visiones simplistas. Porque México, con todas sus luces y sombras, merece ser contado con verdad y profundidad.

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